La mujer en la ventana. Agorafobia y asesinato.

Estaba impaciente por ver La mujer en la ventana de Joe Wright, basada en la novela de A.J. Finn que fue un bestseller. Yo fui de las que le gustaron la novela, me identifiqué con el personaje de Anne, empático y asustado, secuestrada por su propia mente, rehén de su ansiedad, frágil y bondadosa, inteligente y vulnerable.

Amy Adams hace un interpretación soberbia de Ann en La mujer en la ventana.

Ann es agorafóbica

El punto de partida es el siguiente: Ann es una psiquiatra recluida en su casa que lleva diez meses sin salir de ella porque sufre ansiedad y agorafobia. Si traspasa la puerta de su pisazo estupendo y maravilloso en Nueva York, tiene un ataque de pánico.

Ann cree que el asesinato que ha visto por la ventana es verdad.

La agorafobia ha limitado mucho la vida de Ann, sobretodo no puede ver a su hija Olivia de ocho años, quien está con su padre. Ann se lo ha montado para poder vivir sin tener que salir a la calle, un repartido le trate la comida, un inquilino que tiene en el sótano y con quien tiene buen rollo, le saca la basura. Ann que era psiquiatra infantil, trataba a niños con problemas, cruel ironía porque ella no es más que una niña con graves problemas mentales.

La curiosidad es un síntoma de que tu depresión está mejorando

Psiquiatra de Ann

Ecos del coronavirus

Claro que todos hemos sido Ann durante el coronavirus. Confinados en casa, agorafóbicos a la fuerza, nuestra libertad limitada, con la ansiedad subiendo y mucha gente a solas con su soledad.

Amy Adams lo da todo para interpretar a Ann, psiquiatra de niños agorafóbica.

La mujer en la ventana no se ve igual antes y después del COVID. El sufrimiento ha calado en el espectador y no es difícil de ponerse en la piel de Ann. Tú y yo hemos tenido que lidiar con vivir dentro de cuatro paredes y familiarizarnos con el confinamiento, el encierro obligado, la convivencia con la parte ocura y lumnosa de nuestras mentes. Hay un enemigo exterior y un enemigo interior, y en el caso de Ann, porque está tomando mucha medicación psicotrópica por su ansiedad y agorafobia, se nos plantea la duda de si Anne sufre alucinaciones o ve la realidad.

Reminiscencias clásicas

La película evoca reminiscencias del cine de Hitchcock y David Fincher, con esos planos que se cuelan por escaleras, paredes, ventanas y cerradura.

La referencia cinematográfica obvia es La ventana indiscreta, de Hitchcock, claro que a Ann no se le ha roto una pierna como James Stewart sino que se le ha roto el alma y la mente. Pero La mujer en la ventana es más oscura. No hay visitas de Grace Kelly con un vestido satinado color verde manzana, que te trae una bandeja con los mejores manjares del más exquisito restaurante ni vecinos inocentes ni un ambiente soleado y luminoso de chicas haciendo gimnasia en la ventana. Por el contrario hay críos crueles que se burlan de Ann en la noche de Halloween tirándole huevos y acosándola, hay un ex marido con el que se lleva bien pero que no le deja ver a su hija, hay un inquilino que la ayuda y la asusta, y unos nuevos vecinos en un piso del edificio de enfrente, los Russell, que se acaban de mudar, y cuyo hijo empatiza con Ann. Hay muchas botellas de vino, y fármacos para la ansiedad y la depresión, hay toneladas de soledad y de alcohol, muchas pelis de cine clásico, camas vacías y horas nocturnas que empalman con horas diurnas haciendo surrealista la realidad.

Un día Ann, que tiene la costumbre de espiar a sus vecinos, ve algo perturbador en el piso de los Russel , que aparentemente forman una familia modelo.

La mujer en la ventana es la adaptación del bestseller de A.J. Finn

La mujer en la ventana ha tardado más de un año en estrenarse. Ahora la puedes ver en Netflix. Se estrenó el viernes 14 de mayo.

Joe Wright, especializado en adaptaciones literarias, es su director.

La película no está a la altura de la fuerza dramática, intensidad y matices que despliega la actriz protagonista, Amy Adams.

Hay desorden y caos, no hay pulso firme para descubrir al asesino de un misterioso asesinato en Manhattan y reina una actriz regia, Amy Adams, que levanta el nivel de la pelicula. Todo suena a dejá vu, a un Frankenstein guionístico. Y no es de extrañar porque se produjeron proyecciones previas desastrosas, nueva grabación, un segundo guionista traído de los pelos, y una venta desesperada a Netflix.

Ann tiene una conexión emocional con la vecina.

De todas formas este tipo de novelas thriller que pasan dentro de la cabeza de una protagonista con problemas psicológicos y de adicciones son difíciles de llevar al cine. Véase el desastre absoluto de La chica del tren basada en la novela de Paula Hawkings. Lo que en el papel funciona, en la pantalla no.

La pelicula recuerda a La habitacion del pánico, con menos ritmo y tensión, a Sola en la oscuridad, a Perdida. Mujeres rotas, erráticas, a la deriva. David Fincher en estado puro, cuya forma de realizar ha creado escuela y es copiada una y otra vez.

¿Verdad o alucinación?

Ann Fox, la protagonista, se centra en espiar a vecinos o extraños para desviar la atención de sus propios problemas, para ocupar su mente en un misterio ajeno, un asesinato, un interrogante morboso que le aparte de su fracturada mente.

Pero el final es anodino, el giro final anticlimático, y la preparación para semejante resolución un desperdicio.

Sin embargo por ver a Amy Adams darlo todo como actriz merece la pena La mujer en la ventana. Sólo por ella.

Julianne Moore está bien. Gary Oldman rutinario.

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