Durante una época oscura y tensa de mi vida, el True Crime de Netflix me salvó la vida. Me enfrentaba a un juicio contra mi empresa y estaba más tensa que si me hubieran metido una barra de acero por el ano. La noche antes del juicio vi “The Staircase”, para evadirme de mis problemas, para desconectar de la cháchara ansiosa de mi mente hiperactiva. Y junto con una misericordiosa pildorita de Lorazepam, lo conseguí. The Staircase, true crime sobre la naturaleza humana.

“The Staircase” está bien construida y narrada. Es interesante, no solo porque hable de un caso fascinante sino también porque ha servido de ejemplo para muchas cosas nuevas que se hacen en las plataformas de streaming. Es un historión, de esos que te hacen salivar y prometen placer y morbo.
Alcohol, sospechas sexuales y una mujer muerta
Alcohol, sospechas sexuales y mucha sangre. El asesinato que destrozó a una familia perfecta. Los mensajes con chaperos en el ordenador del acusado, Michael Pederson, las mentiras sobre su accidente durante la guerra, y las incongruencias de su versión con los resultados de la autopsia sentenciaron al escritor Michael Pederson, quien pasó ocho años en prisión condenado por matar a su mujer.

Despues de una noche de alcohol, Michael encontró a su mujer al pie de las escaleras sobre un gran charco de sangre.
“The Staircase” ha llevado el género True Crime a un nivel superior. Recordemos que el True Crime es un género que narra crímenes reales que se recrean en televisión, se sigue el caso, se entrevistan a los presuntos culpables, a la familia, a los abogados defensores y al fiscal. Netflix ha llevado este genero vilipendidado a su arte supremo. Los métodos de la narración se han sofisticado mucho, y la realización bebe de las mejores fuentes del documental.
Esa noche fatídica, Michael llamó a Urgencias e intentó reanimar y ayudar a su mujer. O eso dice él. Pero cuando llegaron los sanitarios se dieron cuenta de que nada podían hacer por la víctima, sin embargo al observar la posición del cuerpo de Katheleen, la mujer de Michael Pederson, y al fijarse en las salpicaduiras de sangre en diferentes zonas de la casa, los sanitarios sospecharon que Katheleen no se había caído accidentalmente por las escaleras y avisaron a la policía.
¿Inocente o culpable?
Michael proclama su inocencia. Contrata a un buen abogado, y tiene el apoyo de su hijo. Hay una investigación y un juicio fascinante en el que se salen muchos trapos sucios de la vida del acusado. Aunque la investigación del llamado caso “Staircase” sigue siendo aún hoy en día un misterio, con muchas incógnitas por despejar. Michael Pederson, escritor y veterano de la guerra de Vietnam, fue condenado por asesinar a Kathleen Pederson, ejecutiva de telecomunicaciones, con quien tenía un hijo en común.
Pero la gran pregunta es: ¿lo hizo o no lo hizo?

Brutal suspense
Porque la gran habiliadad narrativa de este True Crime es que un minuto piensas que Michael no lo hizo, imposible, no, no, quería a Kathleen, es un tío amable y encantador, y al minuto siguiente la historia da un giro repentino y te convences de que lo hizo, él la mató, el empujó a Katheleen. Coño, sí seguro que lo hizo. Y la historia avanza y vuelves otra vez a la casilla de salida: coño, este hombre es inocente, van a meter en la cárcel a un inocente. Joder, con la justicia de los Estados Unidos. Bueno, al menos este no es negro. Es narrativa buena, buena, buena. Calidad.


Y luego te pasa otra cosa: el abogado de Michael te cae de puta madre. Es empático, es cercano, es apasionado y es un buen abogado, de esos que se implican de verdad con su cliente. Nada de esos abogados fríos que ven en un juicio mediático una gran oportunidad para ganar notoriedad y lucirse, o llevarse la pasta y lucirse, o ganar puntos en el bufete y lucirse, pasando olímpicamente de lo que le pase al desgraciado de su cliente.
Mecanismo narrativo
El mecanismo narrativo que opera en The Staircase es diabólico.
Manipula tu mente, y te fascina con cada mórbido y perturbador secreto, con trapo sucio tras trapo sucio que jamás se lavaron en casa, desvelado uno por uno durante el juicio: Michael con afición al sexo con chaperos, una vida pasada turbia. Me absorbe la atención como un tubo que absorbe problemas.
Así de mezquina es la naturaleza humana.

Durante el juicio a Michael Pederson sale toda la mierda, todita y por su orden. Ya se sabe: un asesinato hace añicos tu intimidad. En 1965 Michael se había casado en Alemania con Patricia con quien había tenido dos hijos, Todd y Clayton. Su mujer terminó pidiendo el divorcio, y el escritor llenó el vacío que le dejó la ausencia de sus hijos adoptando a Margaret y Marta, las hijas de un matrimonio fallecido.
La sorpresa tremenda
El giro viene ahora, la sorpresa morrocotuda, el estremecimiento espeluznante que me hizo estremecerme frente a la pantalla de la tele. ¡No puede ser! Joer ¡Es imposible! Si escribes eso en una novela, te dicen que eso no hay quien se lo crea. Por favor, es para mear y no echar gota.
Pero la vida real supera con creces a la ficción. Una frase manida pero real. Atención spoiler. Quien avisa, no es traidora.
La policia descubrió que Elizabeth, la madre de las hijas adoptivas de Michael, también murió cayéndose por unas escaleras. ¿Mucha casualidad, no?
Durante el juicio también salió a flote que Michael mintió respecto a sus heridas de guerra en Vietnam. Tres años después de alistarse en la Marina, le eximieron por un accidente. Pero Pederson, cuando tuvo la oportunidad de presentarse como alcalde de su localidad, dijo que la lesión por la que el Ejercito le había condecorado con honores había sido por defender a un compañero de la balacera de una metralleta. Y no era verdad.
Vale, el tío lo hizo. Además la autopsia decía que el cadáver de Kathleen tenía laceraciones en la espalda por un objeto contundente. Por otra parte, Katheleen esa noche había tomado Valium y alcohol. Y no encontraron ni el arma homicida ni heridas en Pederson ni su ropa manchada de sangre.

¿Lo hizo o no lo hizo? Pues al final de The Staircase no estás segura.
La historia es contradictoria como la vida misma.

Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro “Cómo crear una serie de televisión” (Ediciones T&B) y “El verdadero tercer hombre” (Ediciones del Viento) “Los crímenes de Atapuerca” (Caligrama)
Periodista de RTVE.