
Como cada fin de semana seguimos estudiando juntos la teoría del guion y el libro de Robert McKee, El guion.
El autor continúa hablando de la Arquitrama, Minitrama y Antitrama. Antes nos explica lo que es el diseño clásico, que implica una historia construida alrededor de un protagonista activo que lucha principalmente contra fuerzas externas antagonistas en la persecución de su deseo, a través de un tiempo continuo, dentro de una realidad ficticia coherente y causalmente relacionada, hasta un final cerrado de cambio absoluto e irreversible.
McKee pone ese diseño clásico como marco de la Arquitrama.

En Europa se cree que el artista
tiene un don pero eso es una tontería.
Robert McKee

Sin embargo hay otro diseño que es el minimalistaal que le corresponde el marco de la minitrama, no significa que no haya trama sino que el final es abierto, el conflicto es interno, hay protagonistas múltiples y un protagonista pasivo.
En la tercera modalidad, nos encontramos con la Antiestructura, con la que se corresponde la Antitrama: casualidad, tiempo no lineal, y realidades incoherentes.
La Antitrama es la contrapartida cinematográfica de la antinovela, o Noveau Roman, o teatro del absurdo.
McKee insiste en que la Arquitrama es la carne, las patatas, la pasta, el arroz y el cuscús del cine mundial.
Ejemplos de Arquitrama
El autor pone varios ejemplos de películas que han aplicado la Arquitrama:

The Great Train Robbery (Estados Unidos, 1924); El acorazado Potemkin (Unión Soviética, 1925); La gran ilusión (Francia, 1937); La fiera de mi niña (Estados Unidos, 1938); Ciudadano Kane (1941); Breve encuentro (Reino Unido, 1945); Los siete samurais (Japón 1954); Marty (Estados Unidos, 1955); El séptimo sello (Suecia, 1957); Thelma y Louise (Estados Unidos, 1991); Shine (Australia 1996) son algunos ejemplos de la increíble variedad de historias que han aplicado la Arquitrama.

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