
Una de las cosas que más me flipan del guion de la serie El método Kominsky es que Chuck Lorre escribe contra las expectativas del espectador. Cuando te crees que va a pasar algo, pasa otra cosa. Y eso en comedia es súper difícil.
El creador de El método Kominsky domina el poder de lo impredecible, la fuerza de lo inesperado, la increíble potencia de la sorpresa. Los personajes de El método Kominsky evolucionan, Phoebe, la hija drogadicta y desastrosa de Norman, busca su camino de redención, Sandy, el narcisista profesor de interpretación de Michael Douglas ve cómo, con sus jugadas de independencia con Madelyn, le sale el tiro por la culata, Martin, el novio añoso de Mindy, la hija de Sandy, da sorpresas y te esperas que los dos viejales se van a caer fatal cuando se conocen y no es así, la que se siente descolocada y ajena generacionalmente hablando es Mindy.

Al escribir comedia es muy fácil conducir por el carril y seguir clichés y estereotipos cómicos. Pero El método Kominsky no hace eso. De hecho Chuck Lorre, da una vuelta de tuerca a los temas objeto de la comedia. En esta serie, nos reímos a las puertas de la muerte.
Humor ácido y negro sí, pero también emoción y profundidad. Nunca nos sentimos mejor riéndonos de la vejez, la pérdida, los problemas de la próstata, la incontinencia urinaria, las limitaciones físicas y mentales, y la muerte.
Puedes ver El método Kominsky en Netflix.
Totalmente de acuerdo, no lo has podido expresar mejor.
Te leo casi todo aunque no me pronuncie.
Esta genial tu blog eres una genia (palabra que no existe)
Abrazos
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Eres muy amable. Mil gracias. Saber que me lees, me motiva mucho.
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