
En el episodio 6 de “Una ola de 30 metros”, se rompen las barreras y llegamos al surf místico, según dice Rodrigo Koxa, ese que te hace estar cerca de Dios. Garret se pone de nuevo un traje de neopreno y descubre que puede cabalgar de nuevo una ola gigante en Nazaré aunque sólo sea una vez más. Los surfistas hablan del significado, de la importancia de mantenerse presentes cuando pillan una ola, explican la necesidad de no pensar ni en el pasado ni en el futuro, dicen cómo estar en el momento, cerca de una sensación de euforia. Por eso vuelven a por más, una y otra vez. Pero tras el accidente de Alex en Nazaré, los surfistas también hablan del miedo, del terror que sienten, de lo aterrador que sería permanecer inconscientes bajo el agua, sin nadie que les ayude, y hasta qué punto practicar este tipo de surf tan extremo vale arriesgar su vida. El miedo y la euforia en una ola de 30 metros.
También han pasado diez años desde que McNamara logró el récord mundial a la ola gigante jamás surfeada en Nazaré y él ya no es el mismo.
La mala suerte de Andrew Cotton
En “Una ola de 30 metros”, pocos personajes resultan tan simpáticos y cercanos como el surfista Andrew Cotton aka Cotty. El inglés es un hombre sencillo hecho a si mismo, que empieza desde abajo, en el surf, cuando está en el colegio. Como dice Garret, Cotton está súper hambriento de surfear grandes olas, y eso importa, vaya si importa. Cotton deja su trabajo como fontanero en Inglaterra, viene de familia obrera -no es como otros surfistas guays de Hawai- y se ha hecho un hueco en el mundo del surf extremo como padre de familia, sin casi dinero, y sin creerselo demasiado. Nunca pensó que el surf le iba a pagar las facturas, para él, de joven, era un hobby. Pero como Cotty cuenta en el documental: no quería ser ese tío que a los 60, 70, años dice: “podría haberlo hecho si sólo…”
Sin embargo, como he contado en este blog, mientras surfea en Playa Norte en Nazaré, sufre un revolcón de una ola de 50 pies y se lesiona la espalda gravemente. Eso le provoca dolor, miedo, bajón y la angustia de si volverá a caminar y un largo tiempo de recuperación.
Pero Cotty vuelve a surfear en Nazaré, esta vez, él sobre la tabla y Garret conduciendo la moto acuática. Forman un buen equipo Garret y Cotty, y sus andanzas dotan de encanto lo que queda de la serie documental.


Llegamos a un punto en “Una ola de 30 metros” en el que notamos la frustración de Andrew Cotton. Es imposible no empatizar con su decepción, con su sensación de mala suerte. Los periodistas lo llaman y todos le preguntan por su lesión de espalda, por lo jodido que ha estado, no por ninguna ola que haya cogido en Nazaré.
Durante el “Nazaré Challenge”, todos los fotógrafos y filmmakers están con sus cámaras captando el accidente de Alex, al que da un terrible revolcón una ola monstruosa, y en ese momento Cotty está cabalgando una ola gigante, de récord, pero nadie lo graba, nadie capta en imágenes su hazaña porque ¡mala suerte! todas las cámaras apuntan al momento del accidente, lógico. Por lo tanto, el logro de Cotty no existe, se queda en agua de borrajas.
En marzo de 2020, llega el coronavirus, el mundo se confina. Garret y Cotty paran y se dedican a sus familias mientras surfean olitas por diversión. The end.

Puedes ver “Una ola de 30 metros” en HBO.


Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro “Cómo crear una serie de televisión” (Ediciones T&B) y “El verdadero tercer hombre” (Ediciones del Viento) “Los crímenes de Atapuerca” (Caligrama)
Periodista de RTVE.