
Nadie me abre como tú
Nadie me abre como tú
con manos delicadas de lluvia
sin pudor.
Nadie me escucha como tú
en la blanca madrugada
de la vida varada en su revés.
En la hora de la vuelta a casa.
En la alegría de un taxi de ida.
En la llamada inesperada
en un lunes con alma de sábado.
Todo eso recordaré después del obsesivo olvido.
Todo eso recordaré después de la callada muerte.
La memoria de los días contenida
en el roce de tu mano.
Deja una respuesta