
Sinopsis
A Miriam Sinaloa, una estudiante de 16 años que visita en yacimiento de Atapuerca, la asesinan dentro de la Sima de los Huesos. Un misterio fascinante en Atapuerca.
La inspectora Luisa Baeza dirige la investigación del asesinato de la adolescente mientras se enfrenta a una profunda crisis personal y se obsesiona con un caso en el que busca una redención.
Hay secretos que no puedes enterrar para siempre.
Capítulo 33
Andrea resplandeció con una luz misteriosa que me paró los pensamientos. Su cuerpo enflaquecido de chico, su pelo largo, negro, casi azulado, que se rizaba a ratos, sus ojos negros, esa sensación que emanaba Andrea de que era capaz de hacer cualquier cosa. Era fantástico. Me sentí muy feliz. Aunque había una sombra en esa felicidad que aleteaba como la cola de una cometa. La sombra era mi sensación de no ser lo suficientemente buena para ella. Esa zozobra contaminó el momento de júbilo plácido, esa angustia prevaleció y estropeó la mañana.
Yo había conocido a Andrea en Madrid, cuando ella daba una conferencia sobre sus investigaciones paleontológicas en Atapuerca, en la Facultad de Historia de la Complutense, donde yo estudiaba en contra de lo que esperaba de mí mi familia. Al verla por primera vez, sentí una detonación. Sus ojos llenos de vida y fuerza. ¿Qué significaba aquello? Nada. Era una fantasía. Ella era inalcanzable. Yo era una don nadie. Además, yo me sentía demasiado sola y temía otro fracaso después del desastre con Esteban. Aun así, me permití soñar. Sentada en mi banca, en una clase grande, llena de alumnos ávidos de conocer lo que se cocía en Atapuerca, ese Shangri-La de la evolución humana, tuve unas vívidas y fuertes fantasías sexuales con Andrea de protagonista mientras ella hablaba de análisis de dientes, de extracción de ADN mitocondrial de fósiles humanos, del Homo antecessor, del nivel TD6 de la Gran Dolina, de la secuencia temporal de un millón de años de evolución humana que estaba presente en Atapuerca.

—Somos la especie elegida, pero nuestro tiempo de vida en la Tierra no dura más de tres segundos en las veinticuatro horas de la evolución —dijo Andrea. Sus ojos estaban llenos de emoción.
Minutos más tarde, Andrea captó mi atención y dejé de abrazarla y besarla en el escenario de mi mente cuando tocó un tema más espinoso: ¿estaba equivocado el método de datación de los homínidos encontrados en la Sima de los Huesos? Según el profesor del Museo de Ciencias de Londres, Michael Donovan, sí. Donovan había acusado al equipo de Jesús Sinaloa de distorsionar la teoría de la evolución al datar de forma equivocada dichos fósiles humanos. Según el profesor británico, los humanos hallados en la Sima eran preneandertales y no Homo heidelberguensis, como Jesús Sinaloa aseguraba.
—Donovan mantiene que los restos humanos de la sima burgalesa no tienen los 600 000 años de antigüedad que sostenía Sinaloa, sino 400 000 años.
El corazón me latió muy fuerte. Ardí. Yo conocía a Michael Donovan gracias a mi padre, que había sido profesor de Prehistoria en la Universidad de Málaga y amigo de Michael. Quise hablar, pero no me atreví. La temeridad y la vergüenza se aliaron dentro de mí y me perturbaron. En mi interior pugnaban el ansia de brillar y gustar a Andrea y el miedo a su rechazo. Me callé.
Andrea nos contó que Sinaloa y Donovan estaban inmersos en una guerra científica por su divergencia a la hora de interpretar las evidencias.
Yo flameaba en una hoguera de deseo, me quemaban las llamas de la vulnerabilidad. Iba a levantar la mano para hablar cuando Luis Martín, un chico alto y listo, se me adelantó.
—¿Sí? —preguntó Andrea.
—¿Y de qué parte está usted?
Cualquier otro profesor que excavara en Atapuerca se habría escaqueado con esa hipocresía y superioridad moral que tiene la gente que tiene éxito y no quiere perder esa aura bajo ningún concepto, pero Andrea no. Había algo salvaje en ella. Me di cuenta de que no le importaba quedar mal.
—Yo apoyo la hipótesis de Michel Donovan —dijo relajada y tranquila, radió una suave elegancia al pasearse por la tarima de clase—. El hombre de la Sima de los Huesos no tiene más de 400 000 años. Es un neandertal primitivo. Entre él y el Homo antecessor hay hueco para otra especie.
—¿Y cuál es la teoría de Jesús Sinaloa?
—Cree que los fósiles de la Sima de los Huesos son Homo heidelberguensis y tienen una antigüedad de 500 000 años.
—¿Ya nadie cree que puedan tener 600 000 años, como se dijo cuando descubrieron el cráneo número 5?
—No. Esa datación ya está descartada.
Se hizo un silencio expectante, feliz. Los alumnos estábamos imantados por Andrea Rey.
—Hay una realidad absoluta —añadió—. La Sima de los Huesos es el mejor yacimiento de fósiles del mundo. Es un tesoro. Ningún otro ha dado tantos fósiles humanos y tan bien conservados. La temperatura y humedad en el interior de las cuevas han propiciado la preservación excelente de los restos.
Andrea paseó y sonrió para sí como si le divirtiera un chiste privado.
—Y, bueno, tengo una sorpresa.
Pausa.
—Quiero daros la oportunidad de venir a excavar conmigo a Atapuerca y proponeros un reto. ¿Quién quiere participar?
La miré. Me desmayé.

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Un misterio fascinante en Atapuerca.
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Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro “Cómo crear una serie de televisión” (Ediciones T&B) y “El verdadero tercer hombre” (Ediciones del Viento) “Los crímenes de Atapuerca” (Caligrama)
Periodista de RTVE.