«Los crímenes de Atapuerca». Capítulo 68

El asesinato del año en Atapuerca

Sinopsis

A Miriam Sinaloa, una estudiante de 16 años que visita el yacimiento de Atapuerca, la asesinan dentro de la Sima de los Huesos. Es el asesinato del año en Atapuerca.

La inspectora Luisa Baeza dirige la investigación del asesinato de la adolescente mientras se enfrenta a una profunda crisis personal y se obsesiona con un caso en el que busca una redención. Hay secretos que no puedes enterrar para siempre.

Capítulo 68

Cuando me despierto, veo a Andrea, que está sentada en la cama mirándome.

—¿Me estabas viendo dormir?

—No. Solo miraba el paisaje.

—Tengo insomnio. Hoy por fin he dormido.

—He visto cómo te levantas de la cama cada noche. ¿Qué haces?

—Escribir.

—Sin embargo, yo me muero de sueño —dice Andrea, desperezándose.

—Somos el ying y el yang.

—Te amo, ying.

—Yo también te amo, yang.

El asesinato del año en Atapuerca

Andrea se mete en la cama conmigo y me abraza. Noto sus piernas frías en torno a las mías, siento la familiaridad de su piel tan amada y esa manera ardiente que tiene de tocarme.

El timbre agudo e insidioso del iPhone sacó a Luisa de su sopor alcohólico y entumecido. Es Aduriz. Cuando Luisa escuchó su tono de voz desmayado, supo que eran malas noticias.

—Estoy revisando las cámaras de todas las gasolineras que hay de Atapuerca a Burgos. Sale la moto de Marco. He ampliado la imagen.

—¿Encaja la hora? —preguntó Luisa mientras le bañaba el resplandor azulado del televisor de pantalla plana que se dejó encendido anoche. Con el mando a distancia bajó el volumen.

—Sí, las tres y media de la tarde.

—Vale.

—Pero va en dirección contraria, Luisa. Marco vuelve a Burgos.

—Ya.

—Y otra cámara le capta entrando en Burgos a las cuatro y media.

—No.

—Sí. Marco quedó con Miriam en Atapuerca a las dos y media. Ella no se presentó. Él esperó y, como ella no vino, se largó.

—¿Por qué no la llamó más veces? —pregunta Luisa.

—No lo sé. Le entró miedo.

—Acababa de vender la virginidad de su novia. No era como para estar muy tranquilo.

—Dios mío.

—Por lo que sea Miriam no acudió a la cita con su novio.

El asesinato del año en Atapuerca

—No tenemos pruebas contra Marco. No hay restos de ADN del chico en la escena del crimen ni en el cadáver de Miriam. No hay arma homicida. Nadie le vio dentro de Atapuerca, con Miriam, ese día.

—No tenemos móvil. Y la cámara le da una coartada.

—Habla con el juez. Hay que soltarlo.

—¿Tú crees que es muy tarde para llamarlo?

Al día siguiente, en la unidad, la inspectora Baeza coloca sobre una pizarra las fotografías de la víctima tal y como la encontraron dentro de la Sima de los Huesos. Luisa comenta con su equipo el hecho de que el asesino colocara a Miriam en posición fetal.

—¿Por qué? —pregunta.

—Por respeto, por protección —dice Roberto.

Aduriz apunta que quizás el asesino solo quería simbolizar algo que solo tuviera sentido para él.

—¿Cuándo tenemos esa posición?

—Cuando dormimos —responde Aduriz—. Y cuando estamos en el vientre de nuestras madres. Ahora mismo mi hijo tiene una posición así. Bueno, no, ya se ha colocado en posición cefálica —añade.

Luisa le pide a Roberto que mire en las bases datos todos los nombres de niños asesinados, desaparecidos o muertos en extrañas circunstancias cuya muerte se haya investigado de los últimos diez años. Y añade que cruce los datos con la lista de los miembros del equipo de Atapuerca.

—El asesino es de dentro.

—¿No puede ser alguien de fuera?

—¿Han despedido a alguien recientemente?

—Lo comprobaré.

—¿Y los números?, ¿qué pueden ser?

—¿Un móvil?

—Lo hemos comprobado y nada. No sale ningún número real. Incluso poniendo un seis delante y añadiendo diferentes cifras detrás.

—¿Una cuenta bancaria?

—Otra posibilidad que no ha dado resultado.

—El número de una factura.

—Si no tenemos con qué cotejarlo, damos palos de ciego.

—¿Por qué tatuó los números en la víctima? —pregunta Luisa Baeza.

—Porque es algo muy importante para él.

—Por venganza. El móvil es la venganza. Por eso los números tatuados, por eso las fracturas de brazos y piernas post mortem, por eso el origami que introdujo en la nariz de la víctima.

—¿Pero de qué quería vengarse?

Nuria Verde, autora de la novela "Los crímenes de Atapuerca". El asesinato del año en Atapuerca

Si quieres leer otro capítulo de “Los crímenes de Atapuerca”, pincha aquí.

El asesinato del año en Atapuerca.

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