“Un pequeño mundo”: en nombre del hermano

Me resistía a ver “Un pequeño mundo” aunque ya la había visto estrenada en Movistar + y había llamado mi atención porque sabía que iba a sufrir. Una historia de bullying, un chaval de diez años, soy madre y tengo un hijo de esa edad, y mis neuronas espejo trabajan a pleno rendimiento.

Por fin he visto la película y me ha sorprendido. Está contada desde el punto de vista de la hermana pequeña del niño acosado por unos compañeros de clase, Nora, que tiene siete años y es nueva en el cole. La cámara se baja a la altura de sus ojos, y la realidad es tan aterradora y sórdida que se torna en imágenes difuminadas, subiendo el volumen de los gritos y las frases entrecortadas de los otros, que habían ese mundo peligroso y a veces insoportable del colegio, del que los adultos desconocen todo.

Nora entra en primaria y poco después descubre el acoso que sufre su hermano mayor, Abel. Nora se debate entre la necesidad de integrarse y ayudar a su hermano, que le pide que guarde silencio.

Nora marca la diferencia en esta historia tan cruda como real, tan dolorosa como triste y sangrante del acoso escolar a un chaval de diez años, Abel, hermano de Nora.

Lo mejor de la película son los protagonistas Nora y Abel, dos hermanos metidos en un infierno que se llama colegio, donde rige un mal banal.

Nora es nuestra pequeña heroína, llora y está nerviosa, es nueva en el cole, pero en cuanto se da cuenta de que unos matones pegan y humillan a su hermano, hace todo lo posible para salvar a su hermano, que no quiere ser salvado, que se ha dado por vencido, que se ha convencido de que no se puede hacer nada.

La vergüenza del maltratado

Pero Nora tambien sufre el conflicto interior de no querer ser tratada como una paria por sus compañeras al asociarla con su hermano, sus ganas de socializar y tener amigas, la zozobra, confusión y pena que le provocan el sufrimiento de Abel y su convicción a pesar de lo pequeña que es de que su hermano se ha paralizado.

-No te sabes defender, Abel-dice Nora a su hermano.

Nora atraviesa su propia tormenta interior y pasa dee defender a su hermano, a ignorarlo, a enrabietarse con él, a compadecerlo y guiarlo.

Los ojos de Nora son nuestro faro en un sistema escolar donde demasiados sufren en el silencio de la desesperación.

Las trincheras del sufrimiento de dos niños

Laura Wandel muestra el colegio como un campo de minas para los inocentes, el mal son los otros, y la crueldad sin límites, la indiferencia adulta.

Está genial el personaje del padre de Abel y Nora, aunque solo es marginal. Sus buenas intenciones, el cuidado a sus hijos, lo que pesa socialmente el estar parado, su preocupación.

Aunque en el albero del fango de la realidad desnuda y atroz, solo están Nora y Abel, encerrados en las trincheras del sufrimiento en un patio de recreo.

La cámara no rebasa sus miradas, y no muestra el contraplano de sus ojos, la agresión exterior, solo un plano corto sobre la cara. No se necesita más.

Los adultos aparecen muy pocas veces. Los niños están solos y los más fuertes agreden a los más débiles.

-Te pegan porque te ven débil-dice Nora a Abel, cuya indefensión aprendida nos taladra el corazón.

-Por tu culpa estoy sola-dice Nora a Abel cuando se da cuenta de que sus amigas le dan de lado.

Nora niega a su hermano como Pedro a Jesucristo porque no quiere que le arrastre en su desgracia.

¿Es “Un mundo pequeño” la mejor película que hay sobre el bullying? Sí.

Sin ninguna duda. Se tendría que poner en todos los colegios, en todos los institutos.

Hay muchas razones para conseguir tal logro, pero destacaré sólo dos: el punto de vista de la historia que reside en Nora, y no en el niño acosado, y el plano final que cierra la película, una maravilla.

Un alegato a favor del afecto y la solidaridad para no caer en el abisal oceáno negro de la indiferencia del mal.

Puedes ver “Un pequeño mundo en Movistar.

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