«Envidia sana»: el mal rollo de los amigos cuando se tiene éxito

Daniel Cohen, el director de «Envidia Sana», quería explorar lo que pasa en un grupo de amigos cuando uno de ellos tiene éxito profesional. Es el llamado «Schadenfreude», ese palabro aleman que significa que nos alegramos de la adversidad ajena e implica que queremos más a nuestros amigos cuando fracasan, nos alivia y nos hace disfrutar cuando les va mal pero, en cambio, nos hace sufrir que triunfen y su talento se vea premiado. Son nuestros amigos, ¿eh? pero a la vez este estado de ánimo es muy humano. Una idea filosófica que explora Cohen en «Envidia sana» porque que levante la mano quien no haya sufrido «Schandenfreude» alguna vez en su vida.

En «Envidia sana», un grupo de amigos ve alterada su dinámica emocional cuando Lea, una mujer tímida y sensible que trabaja en una tienda de un centro comercial de París, anuncia que está escribiendo una novela, y encima se la publican obteniendo un premio importante, lo cual destruye su matrimonio con Marc, un insufrible ejecutivo narcisista y su relación de amistad con una pareja de amigos, Karine y Francis (el único que se salva de la ‘melée’ celosa)

Karine y Francis en pleno éxtasis creativo

Nada molesta pero es machacona

Hay una secuencia de arranque insoportable por lo larga que se hace cuando el grupo decide qué postre tomar en un restaurante. Los guionistas, Daniel Dohen y Olivier Dazat, quieren presentar a los personajes pero se les va la mano con el ‘leit motif’ de las isla flotantes. El gran defecto de la película es la machaconería, la repetición de un tema: la envidia hace que odiemos a los amigos que triunfan creativamente y revela nuestra mezquindad. Ya lo pillamos con tres secuencias pero, por desgracia, se repite en veinte a lo largo de «Envidia sana». Ay, Daniel, coño que ya me he enterado, que no me lo repitas más. Que ya sabemos que Karine es una celosa patética y Marc, un narcista ignorante, y Lea, muy maja y paciente, sin apenas evolución como personaje.

Aún así nada molesta en esta película, la veo con interés. «Envidia sana» bucea en la puñeterera envidia insana que, sobre todo, Karine saca a relucir cuando Lea, la más discreta del grupo, publica su novela sobre la gente que visita su boutique en un centro comercial porque Karine sólo es amiga de Lea cuando esta última se encuentra en un plano de inferioridad. Mientras Lea trabaja en una tienda de ropa no representa una amenaza para Karine ni le quita ni un ápice de su protagonismo en el grupo. Karine mira a su amiga por encima del hombro. Su reacción al éxito de Lea destapa su rampante mediocridad, su exhibicionismo patético y su afán competitivo.

La película es un catálogo de miserias humanas. Es alucinante lo mal que trata Karine a su amiga Lea, y ella se deja, pasándole todas las pullas, quizás porque el personaje de Lea está idealizado. Aunque menos mal que Francis, el marido de Karine, le hace el contrapunto a su esposa quizás por eso sea el único que sabe sacarle partido a su recién descubierta vena creativa.

Francis es François Damiens, el padre sordo de «La familia Bélier» y Karine, Florence Foresti que salía en «Mes amis, mes amours».

Igual que adoramos ver a millonarios sufrir y ahí radica el triunfo de series como White Lotus, también nos encanta que a nuestros amigos les vaya mal en lo profesional, esa es la tesis de Cohen.

Cuando Lea triunfa, sus amigos cambian

Lo interesante del guion de «Envidia sana» es que no ahonda en la tópica premisa de que quien triunfa cambia y se vuelve insoportable, esa idea de que quien tiene éxito crece en arrogancia alimentando su ego, sino que son los demás, los amigos, el marido, los que revelan su peor parte por culpa de los celos y de la cochina envidia.

Marc, Vincent Cassel, con su mujer Lea, Bérenice Bejó, en su nuevo piso de París.

Con amigos como estos, ¿quién necesita enemigos?

La película tiene su origen en una obra de teatro. Realmente los dos pilares en los que se basa son los diálogos y la interpretación de los actores.

«Envidia sana» me interesa y, a la vez, me deja fría porque creo que los personajes no tienen evolución emocional ni contradicciones humanas. Al final del guion, hay un acelerón que no comprendo del todo.

La película de Daniel Cohen no es una comedia pura sino una historia ligera, con tintes morales, en la que los personajes son insufribles, salvo la perfecta Lea, oh vaya, parece sacada de una cuento de hadas. La comedia no vira hacia lo ácido ni hacia lo vitrólico y eso, en algún punto de la historia se echa de menos.

Lo mejor: Los actores y los diálogos. No es una comedia burracona.

Lo peor: La secuencia de arranque en la que los personajes eligen los postres. La linealidad de los personajes.

Para ver con: amigas y a solas.

Puedes ver «Envidia sana» en Movistar +.

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