En la película “La tormenta de hielo” todo parece estar congelado. En la urbanización en la que viven los personajes hace mucho frío. El hielo para el tren en el que va el hijo mayor de vuelta a casa por Acción de Gracias, el hielo recubre los coches y los caminos, el hielo con el que Kevin Kline se sirve su whisky está ultracongelado. Es más los propios personajes están congelados, ateridos en su propia infelicidad. Hoy analizamos el poder de los símbolos visuales.

Los personajes de “La tormenta de hielo” están congelados, solo se muestran humanos cuando tienen relaciones sexuales. Pero bajo su frialdad e infelicidad, bajo su parálisis y depresión soterradas bajo una apariencia de normalidad, laten sus sueños, deseos, sentimientos, anhelos, quimeras.
El hielo, los colores fríos de la fotografía de la película, los árboles desnudos y deshojados del bosque, los carámbanos que penden de los bajos de los coches son un símbolo de la incomunicación que afecta a las dos familias protagonistas del guion de “La Tormenta de hielo”.

James Schamus, el guionista, adaptó la novela homónima de Rick Moody. Captó la locura, la tristeza, la crisis existencial, el vacío interior de dos familias americanas, los Hood y Los Carver, en las afueras de Connecticut a principios de los 70, en pleno auge de la revolución de la liberación sexual.
La historia trascurre en un breve periodo de tiempo en el que una tormenta cae sobre la urbanización en la que viven. Ambas familias se desintegran por las infidelidades, el alcoholismo de los padres, el desarraigo y la incomunicación de los hijos.
Cambiando de tercio, en la serie “Shitsel”, también hay potentes símbolos visuales. En la primera temporada Akiva planea vender estufas en plena ola de frío en Jerusalem. Se crea un malentendido y se propaga el rumor de que Akiva en realidad da estufas gratis a quienes lo necesitan.
Los pobres del barrio se presentan para que les de estufas, y él, con su corazón de oro, es incapaz de decir que no. Pero también se presenta ante su puerta, la viuda Elisheva, la mujer de la que Akiva está enamorado hasta las trancas para pedirle un estufa, hecho que les acerca románticamente. Por supuesto Akiva se la da.

Cuando su amor se desbarata, y simbólicamente Elisheva le devuelve la estufa a Akiva. En una secuencia posterior, Akiva se consuela de su mal de amores encendiendo dicha estufa y calentándose con el calor que irradia.

Los símbolos visuales pueden ser detalles muy pequeños, sirven para expresar estados de ánimo, el interior de los personajes, situaciones psicológicas: ánimo, desánimo, alegría, tristeza, moral, desmoralización.
Por ejemplo, en un capítulo de la primera temporada de Shitsel, Akiva espera a Elisheva en la cafetería del hotel. Está parece que le da plantón. Akiva fuma y, de repente, tira su cigarrillo en el vaso de agua que tiene sobre la mesa, un acto diminuto que refleja su estado de ánimo de decepción.

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El poder de los símbolos visuales.
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Nuria Verde
Nací en Madrid, en 1971. Soy licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense. Trabajo como periodista en Televisión Española. También he trabajado como guionista en diferentes series de televisión (Cuatro, Canal +, Telecinco). Asimismo, soy autora del libro Cómo crear una serie de televisión (T&B Editores, 2007) y de la novela El verdadero tercer hombre (Ediciones del Viento).
En 2010 dirigí un corto, Terapia, que fue nominado a los Premios Goya.

Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro “Cómo crear una serie de televisión” (Ediciones T&B) y “El verdadero tercer hombre” (Ediciones del Viento) “Los crímenes de Atapuerca” (Caligrama)
Periodista de RTVE.