Chuck Lorre es el creador de El método Kominsky. También es autor de Dos hombres y medio y Big Bang Theory.

Reconozco que con la madurez he cambiado de gustos en lo que a comedia se refiere. Yo antes era de Friends, de Modern Family, de Big Bang Theory, y de los hermanos Farreley, Algo pasa con Mary, genial, palos y platillos, ja, ja, ja, qué pringado era Ben Stiller, también era muy de Briget Jones, la primera porque luego en cuanto se hizo marca degeneró, y sobretodo era una loca de The Office. Y luego nada. Hacía mucho tiempo que no veía comedia. Me enganché a After Life, que al principio me gustaba. Rick Gervais mola pero también me parecía deprimente, yonkis y esposas muertas, y su frustración periodística era demasiado parecida a la mía cuando trabajaba en mi anterior programa ‘Cáscara Vacía’. No, lo que yo quería era ver una comedia que no me provocase acidez de estómago tras la cena, y todos los rollos adolescentes de bromas sexuales de Netflix no los puedo soportar. Pero, de repente, me acordé de que mi amiga Graci Olayo, magnífica actriz y mejor persona, quien en Estados Unidos ya tendría su serie junto a su hermana gemela Sole, me había recomendado El método Kominsky. Y me dije, una día que estaba muy agotada mental y físicamente, sin ganas de abismarme en un documental bueno pero de abisales oscuridades: voy a darle una oportunidad. Y acerté porque El método Kominsky es una serie genial, brillante, original, y muy muy bien escrita.

El método Kominsky no hace bromas de pajas sino de próstatas agrandadas, lo cual ya es un soplo de aire freso, tiene a viejales que están estupendos y no han perdido el ingenio ni la ironía ni la ambilidad tarambana como Michael Douglas -yo firmo con llegar a mis 70 y muchos y estar como Michael Douglas- pero que ya son viejales que se mean tras darle un beso en la boca a mujer que les gusta, y no, no es una jovencita, viejales que se ríen de si mismos, compinches, diálogos inteligentes, cascarrabias, juegos lingüísticos y de ingenio, sobre aquello que los hombres no hacen chistes como tener la próstata agrandada o algo peor, mearse en cada esquina, mear con cuenta gotas y tardar mil años, que sus mejores años, sobre todo profesionales, haya pasado y sobre todo que ya tienen más años que la cuesta de la Vega y su juventud se ha esfumado por el callejón de los sueños olvidados.

Fascinante mundo de actores

Luego me pasa que me encanta el mundo de los actores. Me encanta cómo los actores se lo creen, se abren con vulnerabilidad, se entregan, se apasionan incluso cuando ensayan, cuando preparan sus papeles, y también me chifla ver el lado cómico de los actores, con su vanidad, arrogancia y artisteo.

El método Kominsky te da eso y mucho más, con un Michael Douglas, que en el pasado ha sido un actor de cierto éxito pero ahora es un profesor de interpretación que tiene su propio método, el famoso método Kominsky, que el tío ha sido un fucking winner, y ahora está de capa caída, y su amistad cómplice y cascarrabias y pulla va y pulla viene, con Norman, su agente, interpretado por Alan Arkin.

Arkin en estado de gracia

La serie rezuma una ironía deliciosa, y claro, Michael no es un hijo puta, será un tarambana bon vivant, pero es un tío amable, y Norman, también es un tío amable aunque gruñón. La pareja me recuerda a Walter Matthau y Jack Lemmon. La extraña pareja es una de las películas con las que más me he reído con mi chico Gonzalo, y pertenece a una época de mi vida en la que fui muy feliz.

Hay una bonhomía en ambos amigos que me recuerda a mi padre que murió hace tres años y era tan amable y tan sainetesco como Michael Douglas en El método Kominsky.

Douglas me recuerda a papá

Además tenía sus mismos problemas de próstata. Era cómico, siempre buscando un lugar donde mear aunque acabara de mear.

Os presento a mi padre, de joven, con Graham Greene, de quien era amigo.

Mi padre con Graham Greene dándole a la ginebra durante un viaje por España en los años 80.

Como Michael Douglas, papá tenía encanto y mucha labia, no estaba en tan buena forma como Michael, es verdad, porque al final tuvo Parkinson pero, aunque fue profesor, también tenía una vena de actor (había hecho teatro en la Universidad) que utilizaba para la vida. Era un caradura con un encanto que desplegaba con todas las féminas del planeta tierra. Era un tipo con mucha fantasía, y una buena dosis de locura, a veces graciosa, a veces menos, siempre buen conversador. Le encantaba hablar, contar historias y batallas y tener a un público que la mayoría de las veces se reducía a mí.

Guion de comedia

¿Qué hay que saber sobre el guion de comedia? La mejor definición sobre la comedia la dio John Vorhaus y a mí me parece un descubrimiento.

La comedia es verdad más dolor.

Ahí cabe mucho. Pero fíjate en lo que te hace gracia y verás que tiene mucho que ver con eso.

También el autor del libro Cómo orquestar una comedia dijo:

No hace falta estar loco para escribir una comedia pero ayuda.

El arte de envejecer

El método Kominsky es verdad más dolor, pero qué maravillosa forma tiene Chuck Lorre, su creador, de venderte la historia, qué humanidad, y que tierna ironía.

El método Kominsky es el mejor método para envejecer, riéndonos de nuestra propia sombra y sobre todo de nuestras pequeñas indignidades que todos, tarde o temprano, tendremos.

Volviendo a Vorhause, también la risa, duele. Como dice Norman en la serie:

-Ser humano duele.

Joder si duele Norman, tigre.

Una palabra muy de mi padre: tigre.

Todos los días echo de menos de mi padre, quien también era un viejo cascarrabias, a veces difícil, con quien me he reído no sé las veces para no llorar.

La muerte es tan vertiginosa, viene tan callando, la vida es tan frágil que no nos tiene que dar miedo escribir porque en cualquier momento moriremos, y frente a la inminente muerte cualquier pánico escénico creativo es ridículo.

Te recomiendo El método Kominsky de todo corazón.

estrenar la tercera temporada en Netflix.

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Nuria Verde

Nací en Madrid, en 1971. Soy licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense. Trabajo como periodista en Televisión Española. También he trabajado como guionista en diferentes series de televisión (Cuatro, Canal +, Telecinco). Asimismo, soy autora del libro Cómo crear una serie de televisión (T&B Editores, 2007) y de la novela El verdadero tercer hombre (Ediciones del Viento).

En 2010 dirigí un corto, Terapia, que fue nominado a los Premios Goya.

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