Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año.

Capítulo 13

Margarita era una jugadora de balonmano fantástica. Se movía con agilidad por el campo, se elevaba en el aire, y suspendida en un momento de gracia infinita, tiraba a puerta. Gol. Gol. Y más Gol. Era la Messi del balonmano en el León XIII. Además era una jugadora fuerte, que se fajaba en las situaciones más complicadas del juego. No rehuía el contacto. Margarita se fajaba con las jugadoras más duras, sin ningún miedo. Yo la miraba con una baba fascinada cayéndome por la barbilla. Era maravillosa. Mi corazón me dolía nada más verla porque su mera presencia cambiaba la calidad del ambiente.

Para jugar, Margarita se recogía su preciosa melena rizada en una coleta y corría arriba y abajo por la cancha de cemento granuloso color granate y verde oliva.

Al colegio León XIII, al principio, la obra del polideportivo le había salido mal, había intentado abaratar costes y en el solado se habían abierto unas inmensas grietas. Antonio aka El jardinero siniestro, con ayuda de unos obreros, habían levantado los grandes bloques reventados y los habían tirado al barranco que daba al monte, una cuesta terrosa café con leche muy empinaba que desembocaba a una ladera seca salpicada de jaramago, cardos borriqueros y olivos centenarios. En 1982 no existía el concepto de reciclaje o puntos limpios. La gente hacía lo que le daba la gana.

Cuando salíamos a correr a campo a través-la única actividad de gimnasia que me molaba, saltar al potro, al plinto, al caballo me contraía el estómago de nervios y me daba ganas de potar, en el balonmano era una inútil con patas, cero coordinación y cero recepción de pelota, lo de dar pases adelantados para que la otra jugadora no interrumpiese su carrera se me daba como el culo, yo daba el paso atrasado y ella perdía la pelota y llegó un momento en la que las otras jugadoras dejaron de pasarme la pelota, y yo me sentía una desazón cósmica, una rabia ante el vacío existencial y mi propio fracaso-me gustaba seguir a Margarita y desgajarnos del grupo, adelantándonos camino del colegio de Las Esclavas. Me daba la sensación de que corríamos solas, lejos de la manada, Llegábamos al pretil del patio jadeantes, exhaustas, con los pies cansados por el cansancio, y nos mirábamos y nos sonreíamos. El resto ´del tiempo se resumía en una panoplia de momentos aburridos y sórdidos en el León XIII, hastío y controles sorpresa y estudiar el Bienio liberal, la década ominosa con el gilipollas de Fernando VII.

Me jodió, que Cayetana, una de las jugadoras estrellas del nuestro equipo de balonmano -jugábamos la clase A contra la B, yo por mi apellido, Rojas, siempre caía en el saco de la clase B, me daba igual porque me habían sentado en la misma mesa que Margarita y era feliz, gracias papá por apellidarte Rojas y no Cañizares, por ejemplo, ja, ja, ja- me despreciara cuando pasó lo del penalti.

Cayetana era una chica cetrina, de piel olivácea, larga melena morena que llevaba recogida en una coleta y rara vez se la dejaba suelta. También era una de las estrellas del equipo de balonmano. En el último partido que disputamos contra primero de BUP A, a Cayetana le había hecho un penalti. Había decidido tirar ella a puerta la pena máxima. Falló.

Cayetana cayó en una barrena de culpabilidad y tristeza abisales. Iba preguntando por la ruta del Burro a Yolanda, María Ángeles, Natalia, si la perdonaban por haber fallado el penalti.

-¿Me perdonáis?

Las chicas la miraban y alguna guardó un ominoso y acusador silencio como si ese puto partido fuese más importante que la cura contra el cáncer. Venga, hombre.

Cayetana me dio pena y rompí el silencio.

-No pasa nada.

Ella se volvió hacia mí, furiosa y rápida.

-Tú no me importas.

Me quedé helada.

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Enamorada de la jugadora de balonmano

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Nuria Verde

Nací en Madrid, en 1971. Soy licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense. Trabajo como periodista en Televisión Española. También he trabajado como guionista en diferentes series de televisión (Cuatro, Canal +, Telecinco). Asimismo, soy autora del libro Cómo crear una serie de televisión (T&B Editores, 2007) y de la novela El verdadero tercer hombre (Ediciones del Viento).

En 2010 dirigí un corto, Terapia, que fue nominado a los Premios Goya.

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