
Estoy enganchada a las series finesas. Me pregunto qué me atrae de una sociedad que me pilla tan lejana, que me acerca a sus personajes atormentados, pasados candentes y cargados por el lastre infinito de la culpa y el dolor.
La última serie que he maratoneado ha sido “Helsinki: Unidad de menores”. Merece la pena. Me ha causado una honda impresión y me ha conmovido, ah, el lejano Helsinki, de repente tan cercano.
El personaje potente y complejo de Rita
La serie es fascinante. Te envuelve en una membrana tensa, te pinza el corazón con sus ardientes dedos, te atrapa con su entramado de niños perdidos, adolescentes extraviados, chicas que no importan a sus padres, prostitución, embarazo, drogas y violencia. Sin emabargo no es la pobreza el factor desencadenante de todos esos problemas sino una sociedad enferma en la que los niños cada vez importan menos…excepto para Rita y Laura que se dejan la piel para cuidarlos. Sí, estoy enganchada a las serie finesas.
Rita vuelve a su trabajo en la Unidad de Protección de Menores de Bienestar Social tras ser suspendida durante una investigación policial. Un niño ha desaparecido y se culpa a Rita de la situación. Un nuevo director, Jyrki, ha ocupado su lugar.
Rita bebe, fuma, tiene un pasado doloroso, un hermano muerto, una historia de amor con uno de sus ‘usuario’ como los llaman en la Unidad de Bienestar Social, un padre ex drogadicto, del que Rita se enamora, un hombre con aspecto de Jesucristo nórdico. Además Rita también ama a su hija, que es autista.

Un trozo de mi corazón
El título original de la serie de Sundance TV es “Un trozo de mi corazón” y eso es precisamento lo que nos entrega la ficción finesa: un trozo del corazón de Rita, un trozo del corazón de Laura, un trozo del corazón de cada niño y adolescente desamparados a los que esta pareja tan peculiar y compenetrada tienen que proteger. No es raro que esté enganchada a las serie finesas.
Sigmund Freud decía que la mejor garantía para la felicidad es haber sido el hijo predilecto de tu madre. Bueno, pues Jasmine, una adolescente de 16 años, no es la hija predilecta de su madre, que tiene problemas mentales ni la hija predilecta de su segunda madre, la nueva esposa de su padre, quien tiene hijos propios pequeños y no la quiere en casa, dejándoselo muy claro.
Jasmine es uno de los personajes más conmovedores de “Helsinki: unidad de mejores”. Todavía es inmadura y una niña, y se ve rechazada por su propia familia. Vive una situación de manipulación emocional a manos de un hombre mucho mayor que ella, que está casado y que la deja embrazada, desapareciendo en cuanto se entera.
Enganchada a las series finesas
Lo que me ha pasado con “Helsinki: Unidad de menores” es que, durante esta última semana, en la que llegaba agotada de trabajar en Televisión Española, arrastrándome como un chucho apaleado, con una calorina del quince, me tumbaba en mi sofá de Ikea blanco que se me pegaba a la espalda y me dejaba marcas, sobre todo al quedarme dormida, y me ponía esta serie finesa que me acompañaba en mi silente soledad y vacío existencial, desconectándome de todos los problemas del día.
Una de las razones por las que me ha atrapado tanto “Helsinki: Unidad de menores” es que cada vez me interesan más los dramas humanos en sus contextos humanos que los vericuetos y giros policiales que han acabo agotándome.

Mujeres nada convencionales y reales
Ni Rita ni Laura son mujeres convencionales. Rita es una rebelde con causa, con mucho carácter, que no le importa enfrentarse a la jerarquía si eso supone proteger a los menores.

Problemas de pareja muy cotidianos
La directora de Helsinki: Unidad de menores es Hanna Maylett. Se nota su perspectiva de género en la serie, que te picotea el corazón, con consuelo y melancolía, y te abisma en las vidas de los sin suerte, de los mansos desheredados que nunca herederán la Tierra.
Así mismo, con los problemas de pareja de Laura nos es muy fácil identificarnos. Laura está tan abosorbida por su trabajo, que no ve mucho a su hija, la carga recae en su marido. La ausencia de Laura en casa amenaza con romper su matrimonio. Sin embargo el caso contrario, el marido ausente, se hubiera visto como lo más normal del mundo.
Ahora: qué maravillla es Finlandia en cuanto a condiciones laborales se refiere. A Laura le hacen fija en la Unidad de Asuntos Sociales a la semana de trabajar ahí, y encima descarta otros trabajos que le habían ofrecida porque “quiere marcar la diferencia”, según ella misma cuenta a su marido, que prefiere que trabaje en Estadística.
Las tramas nos recuerdan a casos de desapariciones que se han vivido en España, los casos nos resultan cercanos, madres toxicómanas que desatienden a sus hijos, jóvenes que salen de un centro de menores y se sienten a disgusto en su piel, en el mundo, sin ganas de hacer nada, sumidos en la anhedonia y el vacío existencial. Ah, qué enganchada estoy a las series finesas.

Una estructura eficaz en su guion
Los episodios no son excesivamente largos, duran 45 minutos. La estructura está muy bien, y funciona como un tiro. Por un lado tenemos la trama de continuidad de la desaparición de Julie, la niña tutelada por Rita, que le causan angustia personal y graves consecuencias de descrédito y discriminación en el trabajo.
La estructura de guión es compleja y a la vez eficaz. Hay una trama de continuación en la que los guionistasd nos cuentan la historia de la desaparición de Julie, y la angustia de Rita. También hay tramas pequeñas autoconclusivas de un capítulo o dos de duración que narran las historias de los casos de niños y adolescentes en apuros.
Pero tamnién nos encontramos con la trama de continuidad dfe Jasmin y sus problemas en la vida. Su madre está enferma y ha caído en la pobreza más extrema, la mujer de su padre no la quiere en casa, ejerce una prostitución de ‘sugar baby’.
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Estoy enganchada a las series finesas.
Puedes ver “Helsinki: unidad de menores” en Sundance TV.

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Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro “Cómo crear una serie de televisión” (Ediciones T&B) y “El verdadero tercer hombre” (Ediciones del Viento) “Los crímenes de Atapuerca” (Caligrama)
Periodista de RTVE.