Lakewood más un timo que una pesadilla

En medio del bosque que rodea su hogar, a kilómetros de la ciudad y abrumada por el pánico, Amy Carr (Naomi Watts) recibe una llamada terrible: las autoridades están buscando al responsable de un tiroteo que ha tenido lugar en el instituto de su hijo adolescente, Noah. Amy se niega a sucumbir a la desesperación. Con la única ayuda de su móvil, buscará todos los recursos posibles para tratar de lograr la salvación de su hijo. Pero Lakewood más un timo que una pesadilla.

Hay algo de artificioso en “Lakewood” por el uso continuo y excesivo del móvil y del fuera de campo, pero también reverbera un eco realista y emocional al retratar el trauma de una generación de padres por culpa de los tiroteos que suceden en algunos institutos de Estados Unidos.

Precisamente, mientras escribo esta entrada, me entero de que se ha producido un tiroteo en el que un estudiante ha matado a 19 niños y dos adultos en una escuela de Texas. El atacante ha sido abatido por la policía.

Confieso que “Lakewood” no me gusta ni un pelo porque me da la sensación de que es una película falsa y tramposa, que juega con un tema muy sensible, al retratar la angustia de una madre con su hijo adolescente atrapado dentro de un instituto en el que un atacante tirotea a alumnos y profesores. Lakewood más un timo que una pesadilla.

No a la banalización de las tragedias.

Lakewood más un timo que una pesadilla

Es la falta de realismo lo que más me molesta de la película, que transcurre como un telefilm barato que busca los fuegos artificiales, ese abusivo uso de drones de los bosques por donde está corriendo Naomi Watts, esa ayuda desinteresada del empleado del garaje a esa madre que no conoce, con la que habla por teléfono, prácticamente el chico se pone a investigar todo lo que ella le pide y eso que el chaval está en medio de un tiroteo en un Instituto (vale, en el parking, pero ¿y se escapa una bala? Cero creíble. Y aún más increíbles y falsas son las conversaciones de Naomi Watts con la policía y la mujer amable del servicio de urgencias. Creo que no es así cómo sucedería en la realidad. Cero realismo. Esas conversaciones suelen ser nefastas y desagradables. Y aquí parecen sacadas de una película de Disney.

Lo único creíble es que Uber le diga a Noami Watts que su coche está a quince minutos y luego resulta que son cuarenta y no la localiza.

Disneyficación de la tragedia

Hay un tendencia en cierto cine ‘mainstream’ americano a la “disneyficación de la tragedia”, “la disneyficación del amor”, “la disneyficación de la maternidad”, “la disneyficación de la adolescencia y sus crueldades” que se plasman en esta película, “Lakewood”, dirigida por un director que no es santo de mi devoción: Phillip Noyce.

Aquí tiene lugar la “disneyficación de los tiroteos en institutos”.

Por favor. Vale ya con tanta chorrada y tomadura de pelo.

Basta ya.

El tema es jodidamente serio.

Fuera Disney.

Estoy harta de la banalización de la vida. No, un adolescente no está profundamente deprimido, dice que no se puede levantar de la cama, y luego se levanta sin más para ir al instituto, no, no pasa, la gente desconocida no es tan maja en un situacón de increíble tensión, ni te ayuda tan desinteresadamnente cuando la llamas por teléfono, y mucho menos, durante un tragedia como es un tiroteo indiscriminado y aterrorizador en un instituto, no, esos sucesos no tienen final feliz, no se salva tu hijo ni sus compañeros, el asesino no coge el teléfono a la madre de uno de sus rehenes y habla con ella como si tal cosa, acordaros de Columbine, acordaros de Newton, acordaros de Texas ¿realmente pasó así?

Ni de coña.

Lakewood más un timo que una pesadilla

Protesto, señoría. Protesto contra los guiones que banalizan el dolor y la inapelable dureza de la vida. En los tiroteos a estudiantes de un instituto, no hay finales felices, ni adolescentes que se salvan y salen incólumes y graban vídeos buenistas para su Instagram en plan “esto tiene que acabar”. Todo eso es la píldora roja fake que le ofrecía Morfeo a Neo. ¿O era la azul?

Lo que cuenta “Lakewood” es Matrix, no la vida real.

Y a mí, salvo cuando voy con mi hijo de 11 años al cine, sólo me interesa la verdad.

La verdad es la película “Utoya” sobre la masacre que perpetró Breivik en la isla noruega donde se habían reunido las juventudes socialistas el 22 de julio de 2011, mientras gritaba: ¡Tenéis que morir!

Murieron 77 personas.

El mal no habla con mamás desesperadas a través de su iphone, ni deja adolescentes a salvo, ni tiene finales encantadores y majos. Lo siento pero no es lo que sucede.

No a la disneyficación de la vida, de tragedias tan graves como la que cuenta “Lakewood”.

No se habla sobre la legislación de la posesión de armas (no es comercial) ni de que Estados Unidos es el único lugar donde matan a tiros a niños en el cole (todavía menos comercial)

Y sí, Phillipp Noyce es muy habilidoso utilizando recursos narrativos como el fuera de campo que nos hace imaginarnos con mayor angustia el horror que está pasando en el insti sin verlo, y empleando planos cenitales con drones, buscando nuestra complicidad con guiños al enganche que tenemos a los móviles y a la cantidad de cosas que se pueden hacer con un iphone en la mano.

Por cierto ¿ha puesto iphone pasta en la peli? Porque menuda publi hace “Lakewood” de iphone.

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Lakewood más un timo que una pesadilla.

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