“Gran libertad”: luz en la oscuridad de los amores prohibidos

Por la noche, en la calma envasada al vacío de mi salón con vistas a Torrespaña, me acurruco en el sofá para ver “Gran libertad”, una película que me llama poderosamente la atención y me roba el aliento y el corazón. La historia se asienta sobre fuertes pilares: es un drama basado en hechos reales que no elige la carta de la reconstrucción histórica ni de época sino que prefiere mostrarnos vidas inocentes en el infierno de la cárcel con muy pocos elementos, pero curiosamente no echo de menos nada. Todo me sabe a verdad, a vida sin adulterar. ¡Viva el minimalismo! ¡Viva la sencillez a la hora de contar cuando la historia está empapada de emoción! “Gran libertad” emana luz en la oscuridad de amor prohibidos.

“Gran libertad” nos narra el relato basado en hechos reales de Hans en tres momentos (1945, 1957 y 1969) de su relación con Viktor, un asesino convicto. Un amor carcelario, propiciado por las entradas y salidas de prisión de Hans a causa de la represión a la que fueron sometidas las personas homosexuales en la Alemania de posguerra.  Hans es enviado a un campo de concentración durante La Segunda Guerra Mundial por ser homosexual y luego a la cárcel. En ese último momento, nos metemos en la prisión dentro de la cabeza y el corazón de Hans Hoffman, compartimos su vida en las cloacas, cómo se habitúa a la penosidad, y cómo nos enseña un brutal Franz Rogowski que se puede tener dignidad también en las cloacas.

La película ahonda, sin red de seguridad, con increíble contención emocional, en qué hacer, en cómo no dejar de ser humano, ni dejar de amar cuando te despojan de todo bajo la bota de una de las mayores injusticias posibles.

No es una fantasía porque el guion de Sebastian Maisie y Thomas Reider está basado en hechos reales, históricos sobre la represión y encarcelamiento a los gays sólo por existir.

Sebastian Maise observa con atención a Hans Hoffman y a Viktor. Se pone contemplativo para captar su alma. Sin embargo, no hace aspavientos emocionales sino que se prende a su increíble contención y nos lleva, con un pellizco en el corazón, desde el principio al fin de la película que consiguió el Premio del Jurado en el Festival de Cannes en 2021, y el premio a la mejor interpretación para Roganowski y mejor Película en el Festival de Sevilla.

Franz Roganowski y Gieor Friedich componen una original historia de amor. Aunque “Gran libertad” sobre todo abarca las consecuencias psicológicas del encarcelamiento, las derivas mentales de estar un largo tiempo en la cárcel: cómo se olvidan los afectos, cómo se olvida la compasión, cómo se olvida la vida.

El director se acerca con pausa y cariño a los personajes, en un baile delicado con la cámara, que aprisiona el dolor y la penuria del encierro deshumanizado.

Hans Hoffman es un 155, es decir un preso encarcelado por tener relaciones ‘antinatura’ como le dice un juez que tiene la indiferencia de los que tienen el poder y siguen órdenes.

La soledad de Hans dentro de la cárcel es abrumadora y definitiva. Pero Hans es como esa cerilla que enciende en la oscuridad del ‘agujero’. Hans es capaz de rebelarse cuando un guardia maltrata a su amigo, y soporta el castigo con estoicismo.

Porque Hans es un verdadero estoico. Aprendemos mucho de él en “Gran libertad”

No olvidemos que la película cuenta la historia de un hombre que es inocente encarcelado injustamente y maltratado como un paria. No olvidemos que lo más conmvedor de “Gran libertad” es que a un hombre bueno, la gente lo tome como malvado.Un corazón tan blanco percibido como un corazón tan negro por los demás.

Hans Hoffman es como “El hombre elefante” de David Lynch. Ambos hombres sufren uno de los más tristes sinos del ser humano: ser bondadoso, y que, sin embargo, te juzguez malo.

Hay algo universal en las historias de la incomprensión.

“Gran libertad” es un ejemplo real y trágico.

La vida en sociedad está saturada del abismo que separa cómo es nuestra propia realidad y cómo nos perciben los otros. A Hans le acusan de pervertido, invertido, basura humana cuando solo es un hombre que ama a otro hombre. Su dignidad se ve como arrogancia. Su compasion se trata como estupidez. Sus encarnizados enemigos, reflejados en una autoridad ciega que causa terror cargan contra él.

Pero la historia nos anima a interpretar la impopularidad de Hans Hofmann en clave distinta a la mirada implacable de los jueces alemanes. Ahora vemos la vida como la veía él, como la sentía él.

Lo mejor: La contención emocional de una historia no contada y la interpretación de Franz Rogowski.

Lo peor: Tarda en arrancar. Pero no hay nada malo.

Para ver: Sola o con amigas.

Puedes ver “Gran libertad” en Movistar +.

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