
Sandy Kominsky da una lección de cómo escribir comedia en la serie “El método Kominsky” de Chuck Lorre delante de sus alumnos millenials, entre sus pupilos también está Martin, el novio añoso, ¡Dios me van a acusar de edadismo! de su hija Mindy, cuando dice: no interpretas el chiste, interpretas la realidad del momento.
Esa naturalidad a la hora de escribir e interpretar comedia en El método Kominsky hace que el guión no esté sobre escrito aunque tenga su buena tanda de chistes ni los actores sobre actuados.
Contra las expectativas del espectador
Chuck Lorre es muy hábil a la hora de escribir los guiones de El método Kominsky, no solo por la fina ironía, ni por las toneladas de ingenio que rezuman sus diálogos sino también por saber ir contra las expectativas del espectador.

Lorre lo hace una y otra vez, alcanzando una técnica perfecta. El creador de El método Kominsky sabe de sobra que el espectador ya ha visto toneladas de series y se las sabe todas. Ya no es el espectador ingenuo de los 80 y los 90. Ni de coña. Ahora el espectador es un avezado cazaguionistas que detecta e intuye lo que va a pasar. Por eso Lorre siempre arriesga, y la jugada le sale bien.

Vamos a poner un ejemplo y en seguida nos damos cuenta de cómo es esa técnica de ir en contra de las expectativas del espectador sistemáticamente. Es El método Lorre. Y va desde el mínimo detalle como, por ejemplo, cuando Sandy y Norman van en el coche y Norman habla con Madeline y le propone cenar juntos porque la señora le gusta de verdad y está arrepentido del ataque de ira que ha tenido que presenciar en su casa con su hija Phoebe como víctima, pero Norman aka multitasking, a la vez, está preocupado por la salud de su amigo Sandy (atención spoiler) al que han diagnosticado un cáncer, y se despista conduciendo (que el tema son las limitaciones de la vejez y como nos cuesta aceptarlas, más a los hombres que a las mujeres) y de repente Norman se come un 4 por 4 que tiene delante y frena y vemos en nuestra imaginación que se choca, es lo que escribiría cualquier guionista, pero Lorre no es cualquier guionista, nenes.
Pero El método Lorre se desarrolla también en las tramas de la serie: esperamos que Phoebe, la hija de Norman, salga de desintoxicación, regrese a casa y se ponga otra vez hasta las trancas de pastillamen, vendiendo los bolsos que robará a su mamerta muerta. Aunque eso es lo que esperamos nosotros y, Lorre, chico listo, nos da justo lo contrario.

En otro episodio de la segunda temporada de El método Kominsky, Chuk, con su método guionístico El método Lorre, afina ese sistema suyo de ir en contra de las expectativas del espectador. La trama es la siguiente: a Martin, el novio abuelo de Mindy, le da un infarto mientras come con su suegro en el restaurante de siempre, Sandy con su sempiterna Doctor Peppers con Jack Daniels, Norman, con su martini con vodka, y Martin pobre pringado por poco la espicha. De repente a Martin le entra la pájara de la depre y no quiere salir de casa, rumiando su vida desperdiciada. Mindy se ha echado de amante a un mirlo blanco. El hija de Sandy apunta a Martin a clases de interpretación en la escuela de Sandy. Nosotros avistamos conflicto y problemas. Ah, ahora van a chocar Martin y Sandy por fin. Pero Lorre es perro viejo, y un guionista con olfato. Giro de guion.

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Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro “Cómo crear una serie de televisión” (Ediciones T&B) y “El verdadero tercer hombre” (Ediciones del Viento) “Los crímenes de Atapuerca” (Caligrama)
Periodista de RTVE.