Una buena persona el infierno en vida

“Hay un mundo en el que los vecinos son siempre amables, los amantes siempre acaban juntos y los trenes te llevan a esos lugares lejanos a los que siempre has querido ir”. Muy bien, pero no es nuestro mundo.

El elemento del azar de nuestra existencia que vuelca la balanza hacia las cosas buena o hacia las cosas malas siempre está presente en la vida humana sin embargo preferimos ignorarlo. La vida cambia en un sólo segundo, en un pestañeo, en un abrir y cerrar de ojos. Y en el caso de Allison, interpretada con emoción y verdad, por Florence Pugh. su vida deviene en tragedia.

Hay en “Una buena persona”, una querencia por los toriles del melodrama, que roza la fina línea del buenismo y la esquiva por poco, a la película le lastra un cierto afán moralizante pero, desde luego, gana gracias a una muy buena historia sobre el duelo, la pérdida y el odio hacia uno mismo cuando las cosas acaban en desastre.

-Me odio, me odio- se dice Allison dirigiéndose hacia sí misma frente al espejo del baño. Empatizo y siento cariño hacia un personaje tan roto y falible, tan tierno y herido. ¿Cómo no hacerlo? El dolor no sólo forma prte de la vida sino que también saca a la superficie nuestra común humanidad.

Allison, una extraordinaria Florence Pugh, lleva a la espectadora a donde quiere, en estado de gracia, vulnerable, abierta y desnuda en lo emocional en su retrato de una sufridora adicta a la Oxicontina, “la heroína vestida de seda” como dice un personaje de “Una buena persona”.

Pero lo mejor de la película es que no cae en un maniqueismo facilón y predecible de personas buenas a las que les pasan cosas malas, y despunta en un dibujo lleno de claroscuros y sombras que humanizan a los dos personajes principales, Daniel y Allison, interpretados con verdad y honestidad por Morgan Freeman y Florence Pugh.

Allison (Florence Pugh), una joven con un futuro brillante, y Daniel (Morgan Freeman), el padre de su prometido, sufren la misma pérdida trágica. En un momento de crisis, los dos protagonistas forjan una amistad que suscita la compasión y el perdón necesario para superar su culpa y encontrar la libertad.

Una buena persona el infierno en vida

Suspiro de alivio, cuando, después del trágico accidente que cambia la trayectoria del destino de los personajes, avanzamos un año y no me tengo que tragar el trauma hospitalario y de recuperación. Hay una elipsis tan necesaria como agradecida en la historia.

En realidad, la película va sobre cómo afrontamos el dolor o mejor dicho sobre cómo no afrontamos el dolor, y buscamos vías de escape para dejar de sentirnos tan mal: la mentira, el alcohol y las drogas.

“Una buena persona” es un melodrama de corte clásico, salpicado de humor, opción mejor al dramón puro y duro que me revolvería los ácidos del estómago al verla a las cuatro de la tarde en los cines Renoir Retiro.

Allison tenía un futuro prometedor por delante, y vivía una bonita historia de amor pero todo se torció. La culpa, el sufrimiento la persiguen y ella solo quiere escapar a través de unas pastillas azules hechas de opioides. Un sufrimiento que no sólo afecta a la protagonista sino también a Morgan Freeman, que está imperial, sólo hay que recordar la cara que pone, los ojos, cuando recibe la fatal noticia y se tiene que contener porque está Ryan, su nieta, al lado.

-Quiero recuperar a mi hija, quiero recuperar mi vida-grita Freeman.

Pero el pasado vuelve y vaya si vuelve, con todos sus fantasmas y demonios interiores, te derriba como una ola negra.

-¿Tú no estabas prometida con Nathan Adams? -le pregunta a Allison un vecino.

Pero también hay humor, un humor directo, q viene de la boca de la madre de Allison, una actriz como la copa de un pino que se llama Molly Shannon:

-Se puede saber que te has hecho en el pelo?

-Es lunes de cambio de imagen.

-Hoy es viernes.

Una buena persona el infierno en vida

Allison está tan perdida en su espiral autodestructiva, en su debacle psicológica, que sólo quiere huir del dolor a través de la droga. Florence Pugh sabe transmitir muy bien esa vulnerabilidad, esa debilidad emocional, ese hundirse en una piscina de negra desesperación.

Sin embargo la historia tiene un agujero de guion que traiciona su propio espíritu al querer dejar todo atado y bien atado en su final. Vuelve a la metáfora de la maqueta del tren y del pueblo creada por Morgan Freeman, donde un Deus ex machina controla lo que sucede y se aleja del realismo de la salvaje vida con su salvaje incertidumbre.

Un error que me quita el encanto de un buen sabor de boca. Lo edulcorado siempre me estraga.

Lástima, porque la película te mantiene dentro, te emociona con lo que les pasa a los personajes, no necesita revelar las costura de la ficción, de ese cuento de hadas que me aleja de una sensación de verdad.

Por supuesto, en la vida nada es tan limpio y ordenado-dice Morgan Freeman. ¿Por qué, entonces, el guionista, crea un final tan limpio y ordenado? Es querer rizar el rizo lo que, en el último momento, me distancia de un guoin que necesitaba acabar antes, sin caer en un pueril gesto manierista de telefilm o peli mainstream made in Hollywood.

¿Dónde puedes ver “Una buena persona”? En el cine.

Lo mejor: La interpretación de los actores y una buena historia.

Lo peor: Un final demasiado amarrado y poco realista.

Una buena persona el infierno en vida

Si quieres curiosear más sobre mí, échale un vistazo a mi Twitter.

Tienes algunas de mis novelas en Wattpad de forma gratuita.

Deja un comentario

WordPress.com.

A %d blogueros les gusta esto: