
“Leviatán” es una película poderosa e impresionante que se asienta sobre un tema clásico: la lucha de un hombre cargado de razones frente a un sistema cargado de corrupción. La descomposición de la Unión Soviética aparece por todas las rendijas en esta película, pero también pervive una solidaridad entre los trabajadores y amigos y un sentido muy arraigado de comunidad que celebra y llora junta.
Sin duda, el director, Andrey Zvyagintsev, da en el clavo al hablar sobre la malsana atmósfera en la Rusia actual, con Vladimir Putin en el poder, centrándose en una historia pequeña, y grande, a la vez, en un pueblo portuario del norte de Rusia, con un mar abandonado, donde ya no pesca nadie y, en el astillero, sonde no se contruye ya ningun barco
Kolya es un pequeño propietario de un taller mecánico y de una casa que él ha construido con sus propias manos pero sobre todo es un hombre arraigado a la tierra y a su tradición familiar. Por esa razón, cuando le expropian su propiedad, se resiste a dejar su hogar y a marcharse a Moscú. Es un ser humano unido a un lugar, y no se ve ni a sí mismo ni a su familia fuera de sus fronteras.
Dimitri es su amigo moscovita y su abogado en su litigio contra el alcalde. Un personaje muy alejado de Kolya, un hombre educado en la Facultad de Derecho, que lucha por conseguir una recompensa justa para su amigo Kolya y su mujer e hijo. Sin embargo, la ley está viciada por culpa de sus ejecutantes y representantes en un sistema descompuesto.
Las vistas a ese mar cuajado de barcos derruidos y varados en un vacío oscuro, que se pudren lentamente, en un lugar dejado de la mano de Dios, es la metáfora visual de “Leviatán”.
“Leviatán” es una de las películas que más conmocionó a los espectadores y jurados en el Festival de Cannes de 2015.
-Está muy claro que quiere la tierra para él-dice Kolya respecto al alcalde del pueblo está decidido a apropiarse de la casa y del taller de Kolia a toda costa. Primero intenta comprar el terreno, pero Kolia no está dispuesto a vender.
Porque la excusa es que el jefe del Ayuntamiento va a construir un parque eólico.
Rusia 2015. Un cielo cuajada de nubes oscuras , tierra baldía, y un mar azul marino en el que siempre hace frío.

En 2014, Leviatán ganó el Gobo de Oro a la película de habla no inglesa.
Vodka, tiros, trabajo con las manos, corrupción y un alcalde brutal. Una familia al borde del abismo. Una historia de ganadores y perdedores, de tradición y nuevo capitalismo, de viejo comunismo que son intercambiables en su injusticia y escabechinas. De noches blancas, favores, y celebraciones con exceso de testorona
Es difícil no empatizar con la mujer de Kolya que quiere escapar de su tierra natal de y de su trabajo en la fábrica conservera. Y ve, en el amigo moscovita abogado de Kolya, una salida a su asfixiante situación cuajada de violencia psicológica.
Las instituciones civiles no funcionan en la nueva Rusia como tampoco funcionaban en la antigua Unión Soviética.
–No tienes ningún derecho a estar aquí-dice Dimitri al alcalde, cuando se presenta en el patio de la casa de Kolya. Pero al gran corrupto se la suda.
-La orden de desalojo no es válida aún-continúa Dimitri.
Mientras tanta se fragua la tragedia.
El alcalde se tambalea porque tiene más vodka que sangre en su cuerpo. Monta un pollo. La ley no existe. La vida no vale nada en la Rusia actual. La ausencia de legalidad y limpieza se agarra como la carne al hueso.
-Tengo blancos más interesantes a los que disparar-dice Pasha, un policía local a Kolya.
Son los fotos enmarcadas de Lenin, y toda la patulea de dirigentes soviéticos. Qué curioso, no está Stalin pero sí Gorvachov.

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Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro “Cómo crear una serie de televisión” (Ediciones T&B) y “El verdadero tercer hombre” (Ediciones del Viento) “Los crímenes de Atapuerca” (Caligrama)
Periodista de RTVE.