En la serie “Vivir sin permiso” Carlos y Alejandro forman una pareja gay y protagonizan la historia de amor más intensa e interesante de la serie.
“Vivir sin permiso” empieza con fuerza y los capítulos son potentes gracias al buen hacer de José Coronado y Luis Zahera pero luego se desinfla y deriva al culebrón como “Dinastía” en clave gallega, donde algunos personajes hablan con acento galleguiño, y el resto con acento madrileño. En fin, un jaleo cojonudo.
Pero a mí me encantan Alejandro y Carlos, los personajes más auténticos de la serie, que, con sus requiebros y peleas, sus idas y venidas le dan un poco de de sal a ese páramo folletinesco (Leonor Watling haciendo de mala mejicana, ese acento, me parto) que se alarga más que un día sin pan. Vamos a lo nuestro.
Alejandro es profesor de matemáticas en el Instituto de Oeste, un pueblo de Galicia. Carlos es el hijo de Nemo Bandeira, el patriarca y amo del villorrio, un narcotraficante de cocaína, que ha abandonado el negocio, para traspasar Open Sea, su empresa tapadera legal, a sus hijos porque sufre Alzheimer. Toda la trama está cogida con pinzas, pero se acepta pulpo como animal compañía.
Carlos y Alejandro no pueden ser más diferentes. Alejandro Lamas está interpretado por el actor Ricardo Gómez, ojo, ojete, lo surrealista es ver cómo Carlitos Alcántara y la voz en off de Carlitos Alcántara son padre e hijo en la serie ya que Carlos Hipólito interpreta a su progenitor. Alejandro es inteligente y sensible, prudente y modesto, ligado a la tierra y a su vocación de profesor.
Carlos es divertido y diletante, ex drogadicto con recaídas, irónico y ocioso, de su clínica de desintoxicación para niños ricos le quedó un gran amor por los caballos, y él quiere tener una cuadra de caballos, dar clases de equitación a niños, salir a montar con sus equinos. Por supuesto, su madre (Pilar Castro) tiene otros planes para él.
Alex Móner, que ya dejó el pabellón bien alto en “Se quién eres”, en “Vivir sin permiso” se mete en el papel de un gay con pluma. A ver, sobre este punto ha habido una mansalva de críticas acerbas y ácidas en Twitter de los ofendiditos. Pero a mí me parece que la interpretación de Alex está muy bien, refleja una parte de la realidad, y la verdad es que no me molesta ni lo más mínimo. ¿Exagerada? Para gustos, los colores. Pero son jartibles los ofendiditos, la verdad. Compro la actuación sin rechistar y le agradezco a Alex Móner que se arriesgue.
Carlos y Alejandro se enfrentan a muchos conflictos en su relación. Los principales son la familia de Carlos y el hecho de que Nemo Bandeira haya matado al padre de Alejandro.
Alejandro ayuda a Carlos en todo: a desintoxicarse, a ganar autoestima, a ganar seguridad en su trabajo (le hace de su padre ensayando una presentación de proyecto con Carlos) a construir un presente, a centrarse en la vida. Ejerce muy buena influencia sobre el hijo de Nemo Bandeira.
En una discusión de pareja, Alejandro le suelta las verdades del barquero a Carlos:
-Estás enganchado a muchas cosas pero la peor es a tu familia.
Pilar Castro interpreta a Chon, una madre absorbente, frustrada, ambiciosa que quiere un hijo a medida y que desea que Carlos dirija la empresa “Open Sea”.
En una discusión entre madre e hijo, se revelan los sentimientos puros de Carlos hacia Alejandro.
-La persona que más me ha ayudado en mi vida es Alejandro-dice Carlos.
-Tú puedes aspirar a algo mejor-responde Chon.
-Alejandro es el hombre de mi vida. A ver cuándo se te mete eso en la cabeza.
Sin embargo, su madre sigue obstaculizando la relación de amor de ambos chicos. Llega un momento en el que Carlos estalla contra su progenitora:
-Yo sigo siendo el maricón drogadicto que no hace nada con su vida.
Me encanta la pareja de Carlos y Alejandro. Su historia de amor me ha hecho disfrutar mientras desgastaba las piernas en la bicicleta del gimnasio.
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Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro “Cómo crear una serie de televisión” (Ediciones T&B) y “El verdadero tercer hombre” (Ediciones del Viento) “Los crímenes de Atapuerca” (Caligrama)
Periodista de RTVE.