Asisto a un milagro en una sala de cine medio vacía con aire acondicionaado y calma envasada al vacío en los Renoir Plaza de España. Me emociono al ver una película llena de significado, cargada de futuro. Participo en la emocionante liturgia del buen cine, y para mí, es sinónimo de cine emocionante. Inesperadamente, sin pretenderlo, sin grandes alaracas de la crítica, sin ir con unas expectativas brutales, vivo una epifanía en un día anodino en el que la rutina me asfixia, y mi propia sensación de limitación humana me cerca como un león ronda las llamas de una hoguera.

La humilde y modesta Ma y el tímido Cao han sido desechados por sus familias y forzados a un matrimonio concertado. Tienen que combinar sus fuerzas y adaptarse a la nueva realidad y construir un hogar para sobrevivir. Ante la adversidad y la más absoluta pobreza, un vínculo inesperado se arraiga y florece. ma y cao se unen entre ellos y se funden con los ciclos de la Tierra, creando un refugio para ellos mismos en que que pueden vivir vivir mejor. Una historia de amor muy emotiva, contra viento y marea.

Sincero humanismo al estilo de Kurosawa, transmite un respeto y una dignidad que no estamos acostumbrados a ver en el cine. Es la prueba palpable de que el amor puede geminar incluso en la tierra más estéril y más difícil.

La imagen me recuerda a los cuadros de Van Gogh, la mirada de respeto y cuidado con la que mira a los campesinos en su obra, pero también me recuerda a Vermeer, a su misterio, a su representación de la luz, una luz delicada, cuando se rasga el velo de la belleza, y de la intimidad auténtica, me estremece.

Una amiga me contó que las mujeres que trabajan en los chinos de Madrid, donde compro habitualmente, proceden de zonas rurales de china pobrísimas, que es la primera vez que salen de su pueblo, y que se sienten desarraigadas. Me acuerdo de ellas mientras veo “El regreso de las golondrinas”.

Pero ¿quién es Li Ruijun, que me ha tocado el corazón de esa mnanera? ¿Quién es ese hombre capaz de hablar con esa hondura y sensibilidad de dos seres humanos al margen de la sociedad, ejemplo de los desheredados de la Tierra? ¿Quién es capaz de contar a estas alturas de la película del siglo XIX, con toda su carga de cinismo y de descreimiento, una historia de amor tan de verdad, con el reto difícil pero no decir imposible, que eso supone.

Para eso nos tenemos que salir de marco, irnos al campo chino, a su despoblación y empobrecimiento, a la explotación de los más débiles por los más fuertes, el gobierno comunista queda a escurrir porque potencia a una mafia local que explota a los campesionos con la venta de sangre rh negativo limpia y por otra parte paga 15.000 yuanes por la demolición de las casas del pueblo porque no le interesa el campesinado ni sus ancentrales formas de vida.

Las historia de amor entre Cao y Ma se basa en el mutuo cuidado, en el respeto, y en la comunicación que se forja entre ellos

Li Riujin se alzó con La espiga de Oro a la mejor película en la Seminci con “El regreso de las golondrinas”, que sobre todo es una historia de encuentro, de complicidad, de hacer equipo, de lograr una unión más allá de las salvajadas hostiles y violentas que haya sufrido cada miembro de la pareja.

Claro, que la historia de amor no encaja dentro del canon occidental. Y a muchos les sonará a chino (ja, ja, ja) nunca mejor dicho, esta delicada y sensible mampostería de afecto y cuidado.

Pero también nos abismamos a una radiografía de la sociedad china en el campo, donde se ha impuesto el criterio del dinero, donde el gobierno desarraiga a la gente con una displicencia brutal, donde el débil no tiene hueco en un sistema cruel y explotador.

Hay muchas metáforas visuales y de guion relacionados con el cultivo de la tierra, de extraer al suelo la cosecha como la semilla que no germina, el burro y su liberación, y el ideograma chino que representa la palabra “matrimonio”.

“Se dice que el cine es el arte del tiempo. En este sentido, nuestro trabajo es esencialmente el mismo que el que hacen los agricultores. En la realización de películas, nos enfrentamos constantemente a cuestiones relacionadas con el tiempo y con la vida”,dice Li Riujin, director y guionista de “El regreso de las golondrinas”

“Los agricultores confían en la tierra y el el tiempo con sus cultivosy su sustento, también nosotros tenemos que confiar en el tiempo y en la tierra con nuestras películas”, añade.

Metida en el cine recé para que la pelicula fuera buena, despues de haberme dado una paseata bajo la chicharrina madrileña, pagar mi pastita, y vuelta a casa enmedio de una explosión de gente y terrazas en plaza de España patrocinadas por la cerveza El Águila.

Y sí, la epifanía se produce, y el cine me sigue pareciendo ese ritual impresionante y telúrico que me remueve por dentro en la oscuridad fría de una sala con la compañía silenciosa de otros seres humanos en íntima y anínima comunión.

No me extraña que “El regreso de las golondrinas”, estuviera censurada en China por el gobierno comunista porque la realidad que narra es tan demoledora y pinta un retrato tan nefasto de las autoridades, gerifaltes que al gobierno le parecería un guión subversivo e insumiso.

El legado de Li Riujin permenece dentro de mí en los días posteriores a ver la película. ” Las palabras en papel como semillas creciendo en una cosecha, se transforman en instantes que recordamos a traves de la cámara en nuestro memoria a largo plazo.

Wu Rentin y hai Qing son los maravillosos interpretes de la película del director chino.

¿Dónde puedes ver “El regreso de las golondrinas”? En el cine.

Lo mejor: La sensibilidad y la mirada humanista que dignifica a unos personajes al margen de Li Ruijun, el director y guionista.

Lo peor: Nada.

Para ver: Con quien quieras, yo disfrute mucho de “El regreso de las golondrinas” a solas.

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