Las dos caras de la justicia el trauma de Adéle

Últimamente no paro de ver a Adèle Exarchopoulos, una actriz que chifla, en todas las pantallas. Me la encuentro en “Pasages”, y ahora la vuelvo a ver, con interés, sí, me gusta mucho, en “Las dos caras de la justicia”. En ambas peliculas a Adèle le toca defender dos papeles difíciles. Agathe y Chloe. Pero ella es una de las principales razones para que vaya al cine a ver esas pelis. Desde “La vida de Adèle”, la actriz francesa está en estado de gracia -y aunque la historia no esté del todo cuajada- ella aporta algo muy valioso y eleva la calidad del ambiente cinematográfico.

No se cómo lo hace. Pero lo hace.

“Las dos caras de la justicia” es una película sencilla, y en cierto modo -salvo la trama protagonizada por Adéle Exarchopoulos- previsible. Pero el guion aporta un claro valor sociológico y se atreve a ir en contra del “espíritu de los tiempos”. Los actores hacen el resto. Confrontaciones verbales, conflictos interiores, un inestable equilibrio, crudeza emocional.

Desde 2014, en Francia, la justicia restauradora ofrece a las víctimas y perpetradores de delitos la oportunidad de diálogo a través de sistemas seguros, supervisados por profesionales y voluntarios como Judith, Fanny o Michel. Nassim, Issa y Thomas, sentenciados por robo con violencia, Gregoire, Nawelle y Sabine, víctimas de robo y bolso. También Chloe, víctima de una violación incestuosa, se involucra en medidas de justicia restauradora. En su viaje, hay ira y esperanza, silencio y palabras, alianzas y desamor, conciencia y confianza recuperada. Y al final del camino, a veces, reparación.

Jeanne Herry, la directora de “Las dos caras de la justicia”, es también actriz, guionista y autora de “Ella l’adore”, “En buenas manos”. En medio de una atmósfera de confrontación y crispación, en la que casi cualquier cosa es motivo de desencuentro y pelea, la cineasta Herry apuesta por el diálogo, por el entendimiento, por las reuniones, por hablarse cara a cara y por escucharse los unos a los otros.

La película me incomoda muchas veces pero barrunto que esa es, precisamente, la intención de la directora. Su historia sobre la llamada “justicia restaurativa” no es fácil. Se pone en contacto a víctimas con agresores y delincuentes condenados. Se expresa la ira, el miedo, las dudas, pero también esperanza y comprensión. También es verdad, que, en el guion, hábilmente, los agresores no son los responsables de los delitos de las víctimas en las reuniones (salvo en el caso de Chloé que es una trama aparte)

El guion de Herry también se centra en los profesionales que supervisan esas sesiones. En esta ficción, participan tres hombres que cumplen condenas de prisión por robos con violencia : Nassim, Thimas e Issa,con Grégoire, Nawelle y Sabine, interpretada epor la actriz francesa Miou Miou, por la que siento mucho cariño porque, a los 17 años, vi una película suya, “La lectora”, con amigos, en un año que pase en Aviñon, Francia, estudiando en un liceo. Recuerdo indeleble Miou Miou.

“La justicia reparativa ofrece a las personas que han sido víctimas de agresiones y a las que las cometieron la oportunidad de reunirse, hablar entre sí y repararse mutuamente. Cara a cara, víctimas y agresores pueden compartir sus emociones y experiencias, y forjar una nueva relación en la que, a veces, la empatía prima sobre el miedo. Esta reparación mediante la acción colectiva y la recreación tiene mucho en común con la plasticidad del cerebro, que permite repararse a sí mismo recreando conexiones”,explica la directora de la película.

El guión se sostiene sobre los hombros de actores increíbles como Éloie Bouchez, Jean Pierre Darrousin, Denis Podalydès, Gilles Lellouche.

Las dos caras de la justicia el trauma de Adéle

“Las dos caras de la justicia” me recuerda a “Maixabel” de Iciar Bollaín, que, con su cruda sencillez, logra emocionar. Desgarradora y prudente en la realización y puesta en escena.

“Realmente, los resultados son espectaculares. Cuando empecé a interesarme por los círculos de encuentros entre presos y víctimas, quería entender cómo la preparación de unos y otros, más las quince horas de reuniones, tres sesiones a la semana, podían provocar que los participantes acabaran abrazándose. ¿Por qué funcionaba?”, reflexiona Jeanne Herry.

Adéle Exarchopoulos se revela cómo la mejor actriz francesa de su generación porque es capaz llevar a su terreno y humanizar, sin caer en la sobreactuación, papeles muy complicados.

Las dos caras de la justicia el trauma de Adéle

Proceso doloroso contado con inteligencia, humanidad y sensibilidad. La guionista no tiene miedo de las emociones, pero trata cada situación vital con el respeto que se merece.

Las dos caras de la justicia el trauma de Adéle

¿Dónde ver Las dos caras de la justicia?

Lo mejor: Los actores.

Lo peor: Algo teatral y una tésis que me incomodan.

¿Con quien verla? Con quien quieras.

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