Una niña vulnerable y sensible a la que sus padres no hacen caso. No por maldad sino porque están centrados en criar a las dos bebés, entre peleas y frustraciones que la niña escucha. Una niña introvertida que se esconde, que no es vista, que no recibe cariño ni atenciones pero no se queja. Su desesperación interior está enterrada en capas y capas de silencio. Su vivencia de soledad sólo la conoce ella misma.

En especial, su padre es un desastre. Cuando surge la idea de mandar a Cáit con unos primos de la madre que marchan mejor, el padre, en el coche, es un poema. El tío lleva a su hija como un fardo mientras fuma y oye el fútbol en la radio, sin hablar con ella como si no existiera.

Cuando el padre se vuelve a casa, ni siquiera se despide de Cáit, encima se lleva su maleta por pura falta de atención hacia su hija y hacia su bienestar.

-Yo nunca dejaría a mi hija en la casa de unos desconocidos-dice la tía de Cáit, una mujer delicada y maja.

Cáit se da cuenta de que a sus padres, las personas que se supone que la quieren más, no les importa demasiado. Pero Cáit observa y calla. Se empapa en tristeza hasta que arriba a la granja de sus tíos, donde la tratan mucho mejor, y ella crece por dentro.

Un entorno más amable para una nueva vida menos melancólica.

Cáit también se da cuenta de que el silencio es como un escudo que la protege. Aunque intuye que hay un doloroso secreto en su nuevo hogar.

La Irlanda rural, 1981. Cáit es una reservada niña de nueve años que está desatendida por parte de su pobre, disfuncional y demasiado numerosa familia. Se enfrenta en silencio con dificultades en la escuela y en casa, y ha aprendido a pasar desapercibida para cuantos la rodean. Cuando llega el verano y se acerca la fecha del parto de su madre, Cáit es enviada a vivir con unos parientes lejanos. Sin saber cuándo volverá a casa, se queda en el hogar de unos desconocidos sin más pertenencias que la ropa que lleva puesta. Poco a poco, y gracias a los cuidados de la familia Kinsella, Cáit realiza notables progresos y descubre una nueva forma de vivir. Pero en esta casa donde reina el afecto y no parece haber secretos, ella descubre una dolorosa verdad.

The Quiet Girl” me pone un nudo en la garganta porque es una peli muy triste, muy delicada, muy de las tragedias de la vida que pasan sin explicación, una historia sobre los que sobreviven, gente buena, que siguen viviendo a duras penas con su carga interior.

En mitad de la noche, Cáit escucha hablar a sus padres de ella y se siente más sola que nunca:

-¿Cuanto se la van a quedar? ¿Hasta que nazca el bebé?

-Claro, se la pueden quedar tanto como quieran-contesta el padre.

En realidad, el personaje más negativo en “The Quite Gird” es el padre de Cáit. La desgana, la indiferenciaa y la frialdad que muestra hacia Cáit y hacia el resto de la familia es lacerante. Por esa razón y otras muchas, el final es tan emocionante y hace que me duela el corazón.

Es una historia muy paciente, que administra sus pausas, sus silencios, su música, su ausencia de música. Me sereno viéndola, con un pellizco en el pecho.

Me conmueve el matrimonio de los tíos que forman los actores Carrie Crowley y Andrew Bennett

Me impacta cómo Bairéad retrata la miserable y devastada vida de la pequeña protagonista, sin énfasis, sin subrayados, sin forzar las cosas. Me atenaza la sensación de que estoy allí con Cáit, dentro de un cuadro sintiendo lo que siente, con el corazón encogido por la melancolía que impregna la atmósfera cotidiana.

Es un guion sensible y desagarrador sobre un tema que me importa mucho: la crianza. Esta basado en una novela de la escritora irlandesa, Claire Keegan, que se llama “Foster”.

-Nos quedamos a la niña, muy contentos-dice la tía que cuida a Cáit como nunca la han cuidado sus propios progenitores.

Súper recomendable.

En una entrevista a Colm Bairéad, el director de “The Quiet Girl” afirmaba que “había leído un artículo en “The Irish Times” en 2018, sobre una lista de las diez mejores novelas escritas por escritoras irlandesas. “Foster” estaba en esa lista. No la había leído. Así que salí y me compré el libro. Es un relato largo y así es como a Claire le gusta calificarlo. Lo leí en 40 minutos, y me deslumbró. Me puse a llorar cuando leí el final. Me conmovió tanto la historia. Me encantó que el punto de vista fuera el de esa niña”.

“Sus ojos filtran la historia, sus oidos, su corazón de niña, y es tan inmersivo y compasivo. Había sido padre hacía un año y Cleona, que es la productora de la película y mi mujer, estaba embarazada de nuestro segundo hijo, así que estábamos conectados con el tema padres. Como padre primerizo, soy muy consciente de lo que un niño necesita y del amor que sientes por el pequeño. Y encontrarme a esta niña que anhela todas esas cosas y no las recibe, sentí una responsabilidad paternal hacia el personaje y, de cierta manera, quería cuidarla”.

¿Dónde puedes ver “The Quite Girl?

Lo mejor: Que ciertas partes del guion permanezcan ocultas, implícitas. La mirada sensible. La increíble interpretación de Catherine Clinch.

Lo peor: Nada

¿Con quién verla?: Con hijos y sobrinos, con tu madre.

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Sentirme bien Impaciente desazón

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