Eusebio Poncela contra Carlos Larrañaga en Los gozos

Vale más la serie que la novela. Hablo de “Los gozos y las sombras”. La trilogía homónima de Gonzalo Torrente Ballester es plúmbea y olvidable. La musica inconfundible, que me llena de añoranza de Nemesio Garcia Carril, me envuelve como las llamaradas de la hoguera en el evocador pazo de Carlos Deza en “Los gozos y las sombras”.

Carlos es amable y educado, se desgarra de ternura, es bondadoso y culto, no alardea de nada y a todos trata bien. Sin embargo Cayetano encarna al mismo diablo. Sus duelos son épicos.

A mamá no le sale la actriz que interpreta a Inés.

-Isabel Mestre-digo con tono triunfal.

50 puntos para mí.

Carlos se esfuerza en mostrar amabilidad y tratar bien a personajes pesados y plomo como doña Lucía, la mujer de Baldomero, el boticario, la pobre tísica. Carlos teme desairarla si rechaza su propuesta peregrina y lunática de que él vaya al baile del casino y la saque a bailar.

-Y si mi enfermedad no le causa repugnancia-dice doña Lucía.

-Bien, haré todo lo posible por ir aunque no se lo aseguro.

Doña Lucía se le echa en sus brazos.

Carlos y Cayetano no pueden ser hombres más distintos. Son el ying y el yang. Mientras que Cayetano es déspota, violento y cruel, Carlos es un dechado de afabilidad y buen trato.

Los choques entre Carlos y Cayetano se producen desde el primer capítulo de la serie, titulado “El señor llega”. Con la venida de Carlos Deza, se genera una expectativa de que haya un cambio de poder en Pueblanueva. Aunque él no tiene ningún interés en jugar a ese turbio y sórdido juego.

Juanito Aldán, amigo de niñez y juegos en el castillo semiderruido, alberga la esperanza:

-Carlas es un hombre culto, avanzado. Las cosas van a cambiar en Pueblanueva.

Eusebio Poncela contra Carlos Larrañaga en Los gozos

Carlos va a buscar a Clara al mercado. Ella le dice que hace mucho que no lo ve.

-He estado con muchas cosas-contesta él.

-Si no te lo reprocho. No tenías ninguna obligación de andar conmigo. Pero yo no te lo pedí. No me hubieras hecho esperarte.

-¿Lo hiciste?

-Sí, todos los días. Algunos bajé a comprar pescado sin necesidad, sólo por si se te ocurría venir.

-De veras, que lo siento.

-No tienes porqué justificarte y menos con mentiras.

Un silencio de pesar.

-Dejemos las cosas claras. Nos veremos cuando caiga y sin ninguna obligación-dice Clara.

Carlos le propone a Clara ir al baile del casino, pero ella se niega espantada.

-Que esa panda de zorras baje por la cabeza cuando yo pase, por ahí no entro. Sé de otras que han hecho cosas mucho peores que yo.

Clara está celosa de la Galana. Así se lo manifiesta a Carlos.

-Si no encuentras mejor forma de darle en las narices a Cayetano que quitándole a la amiga, allá tú… Me había hecho ilusiones. Creía que habías venido para algo que mereciera la pena.

-Para algo que te mereciera la pena a ti.

Tras un silencio.

-Se que en algún momento te gusté. Siento no haber aprovechado este momento. Es la única cosa buena que he hecho en mi vida-sentencia Clara.

La humillación de Cayetano a doña Lucía

Luego viene el momentazo, en el que Cayetano aka “El gavilán” saca a bailar un tango turbio y sensual a doña Lucía en el casino.

Ella se queda patidifusa, al borde del desmayo más telúrico y abisal.

Mientras bailan el tango.

-Quiero verla a solas-le pìde Cayetano.

-Es usted un exagerado, Cayetano.

-Respóndame, ¿quiere verse conmigo?

-Soy una mujer casada.

-Mañana en Santiago, cuando salga de ver al médico.

-No iré.

-En el hotel Compostela.

Por otra parte, tras hacer el amor, Rosario y Carlos, en la paz tierna al lado del fuego de la chimenea, ella le pregunta:

-Señor ¿y si me quedo embarazada?

-Me caso contigo-responde Carlos mientras le acaricia el brazo.

-No diga eso.

-¿Por qué?

-Ya se lo dije señor, pasaría por tener en su cama un plato de segunda mesa.

-Bueno, si no quieres casarte, te vienes a vivir aquí conmigo.

Que añoranza me da esta serie por la adolescencia gastada, por las ilusiones perdidas, por el tiempo que nos devora y nos mata, por las horas que se desvanecen en el aire y se llevan la inocencia como el viento las pavesas del fuego.

La quedada del zorro Cayetano con doña Lucía en el hotel no es más que una celada del cacique del pueblo, una emboscada que emboza aviesas intenciones:

– ¿Cómo esta?-pregunta Cayetano a doña Lucía.

-Casi muerta. Duraré poco. Pida por mí, Cayetano.

-Le sentará bien un coñac-dice el muy golfo.

Y añade:

-Luego ¿puedo llevarla a dar un paseo en coche?

-Por favor, todo el mundo me conoce

-Un paseo en coche es algo inocente.

-Soy una mujer honrada y una buena esposa.

-Pero se aburre y no es feliz.

-Lo que usted me propone es un pecado.

Doña Lucía y Cayenao van en coche por la carretera del bosque.

-Voy a morir y perderé mi alma.

-Vea si la compensa.

-Cayetano, es usted un monstruo.

-Alabado sea Dios.

-Es usted cruel.

-Le ofrezco ser feliz. En lo demás no me meto.

Cunado él le va a besar los pechos, ella se resiste.

-Respeta mi pudor.

-Con pudor, no hay felicidad posible-dice El gavilán.

Recordaba el final tan cruel del capítulo, el pitorreo de Cayetano contra el marido cornudo, la burla sobre la falta de pechos de doña Lucía que había rellenado sus sujetadores, y es más plana que una tabla y el hondo impacto que me causó de niña, adivinando un mundo adulto cubierto de oscuridades, maldades y telarañas viscosas.

¿Dónde puedes ver “Los gozos y las sombras”? En Rtve Play. Es gratis.

Eusebio Poncela contra Carlos Larrañaga en Los gozos

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