
Don Draper se levanta tumbado en el suelo castigado por una resca de espanto. Lo que empieza como placer acaba como tortura. Los principales personajes de la serie “Mad Men” son adictos al alcohol, al tabaco, al sexo, al trabajo, a la heroína, al dinero.
El creativo Freddy Rumssey bebe demasiado. Todo el mundo lo sabe. Pero una mañana, cuando está preparando con Pete y Peggy y Salvatore la presentación de la campaña para Samsonite, se mea encima sin darse cuenta, y cae en una inconsciencia alcohólica. Pete Cambell no lo quiere de creativo en sus cuentas. Y gracias a la caída de Freedy, Peggy asciende laboralmente e incluso consigue ocupar su despacho.
Lo que empezó como un placer, unas copas en la oficina en un negocio en el que el alcohol forma parte del trabajo, acaba como la puntilla laboral que le supone a Freddy el despido.
Pero “Mad Men” no tendría tanto éxito si no viéramos, con complacencia y afinidad, sus placeres y consumos adictivos. No tendría la misma gracia ni semejante sofisticado glamour.
Cómo ha cambiado el hábito de fumar en nuestra sociedad en los últimos 80 años esá muy bien retratado en la serie creada por Matthew Weiner. El ginecólogo fuma al examinar a una Peggy despatarrada, la gente fuma en el ascensor y en el cine, en las oficinas, en los restaurantes y cafeterías, incluso Betty Draper embarazada de ocho meses se bebe una generosa copa de vino y fuma como una carretera. “Está mal visto no fumar en el trabajo”, le dice Peggy a un chico del barrio con el que queda a cenar.
Su padre, Gene, le dice a Betty durante un desayuno familiar, que no fume como una chimenea, pero al observar la tensión de su hija, ataja:
-Venga, fúmate tu cigarro.
El tabaco es americano y está por todas partes. La cuenta más importante de Sterling and Cooper es la marca Lucky Strike, que vale 25 millones en facturación. Lee Garner Jr. hace y deshace a su antojo como un niño mimado e insoportable. Obliga a Sterling y a Don a despedir a Salvatore Romano porque se resiste a su acoso sexual, hace que todo el mundo le ría las gracias, impone a Sterling a vestirse de Papá Noel y a repartir regalos en la oficina durante la fiesta de Navidad aunque es obvio que el ejecutivo no quiere, le regaña a Don por no hacer una campaña para Lucky Strike como la de BlueGoat, anuncio por el cual Draper se ha hecho famoso, ha sido reconocido y ha conseguido importantes premios, filrtea con Joan descaradmente pero todo se le consiente porque es el dueño de Lucky Strike.
La adicción se despliega en “Mad Men” en toda su crudeza. Desde el coqueteo inconsciente, a las toneladas de placer y momentos gratificantes que da, desde los hábitos que se van cogiendo e incorporando a la rutina diaria hasta la cárcel psicológica que conlleva.
Don Draper siempre ha bebido en el trabajo, en su casa, en los restaurantes a los que va cenar ya sea por negocios o por placer. Lo primero que hace el creativo al llegar a casa es servirse un buen copazo de whisky de centeno, su bebida favorita.
Don cada vez bebe más temprano y más cantidad porque ha creado tolerancia como nos pasa a todos los adictos. Las borracheras son mayores, y la caída a los infiernos de la resaca más alta y profunda. Por ejemplo, cuando teme hacer la llamada a Stephanie porque sabe que le va a decir que Anna ha muerto de cáncer, Don se embarca en una de las mayores borracheras de su vida, con vómito y pérdida de control incluídos. Después empieza una auto-cura.
El alcohol le afecta en su trabajo. En una presentación sobre el chocolate Hershey, Draper mete la pata contando intimidades que desagradan al clientes, y a Roger y a Campbell. Los jefes le piden al jefe de creativos que se tome un descanso y se vaya a casa, que es una manera encubierta de pedirle que se desintoxique de su adicción al alcohol.
Por cierto, el propio actor que interpreta a Don Draper, Jon Hamm, ha sido alcohólico y ha tenido que pasar varias estancia en clínicas de desintoxicación para currase de su dependencia.
Don Draper pierde su identidad al no trabajar. No sabe quién es, se siente desconectado del mundo real al verse despojado de su papel profesional.
Pero Don tiene también otra adicción, al sexo. Es incapaz de mantenerse fiel en sus matrimonios, y engaña a sus dos mujeres casi desde el inicio, tanto a Betty como a Megan. A Betty le pone los cuernos, con Mitch, su amante oficial en Nueva York, pero también con Rachel Mencken, con Bobbie, la agente y mujer de Jimmy, un cómico patoso, con la profesora de Sally, con una chica de alta sociedad a la que conoce en Los Ángeles y se encapricha de él.
De todas sus relaciones extramatrimoniales la que llega a historia de amor, “tú me conoces mejor que nadie”, “tú me ves”, es la que Don mantiene con Rachel Mencken.
Pero la vergüenza planea sobre el adicto y cae a plomo sobre el alma de Don cunado su hija, Sally, le pilla fornicando con su vecina italiana cuando está casado con Megan. La chica se horroriza al descubrir a su padre desnudo en la cama mantiendo relaciones sexuales con esa mujer, y el padre deberá recomponer la relación con su vástaga con sumo trabajo y delicadeza.
Duck Phillips, el jefe de ejecutivos de cuentas, también es alcohólico. El alcohol y una aventura con una mujer a la que conoció en el Museo Británico, le ha costado su matrimonio y el alejamiento de sus hijos.
Hay una escena muy sutil y fina en la que Duck Phillips recae en la bebida. Pero antes abandona a su perro, un precioso Setter irlandés, fuera del edificio de oficinas, rompiendo su último lazo afectivo.

Las recaídas en la adicción, la vergüenza, el abuso, el ridículo, la caída están presente en la vida de todos los personajes adictos de “Mad Men”. La serie tiene un indiscutible talento para desnudar la verdad de la naturaleza humana, y no es nada complaciente con el comportamiento de sus protagonistas. No edulcora sino que muestra a unos personajes que tienen doble personalidad y son capaces de lo peor y lo mejor como seres humanos.
Hay que tener en cuenta que la acción de las tramas se mueve por el comportamiento de los personajes, no por acciones mafiosas con en el caso de “Los Soprano”, u operaciones policiales como en el ejemplo de “The Wire”, En ese sentido, “Mad Men” es única a la hora de darnos un mundo: Madison Avenue en Nueva York, el negocio de la publicidad, y una época: los conservadores 50, Camelot en los 60 hasta el asesinato de John Kennedy tras el cual se abre la negrura de los 70.
Pero también está retratada la crisis de los misiles en Cuba y la amenaza de una guerra nuclear, la Guerra de Vietnam, la llegada del hombre a la luna, la Guerra Fría, la tensión constante entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Así mismo en las tramas también se plantan las semillas de la Gran Depresión, la lucha por los derechos civiles de la población negra, el movimiento de liberación de la mujer, y la influencia de la televisión y el consumismo.

¿Dónde puedes ver “Mad Men”?: En Amazon Prime Video.
Lo mejor: Su verdad y su sutileza psicológica.
Lo peor: Nada.
¿Con quién verla?: A solas.

Tienes algunas de mis novelas en Wattpad.

Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro “Cómo crear una serie de televisión” (Ediciones T&B) y “El verdadero tercer hombre” (Ediciones del Viento) “Los crímenes de Atapuerca” (Caligrama)
Periodista de RTVE.