
Roger pierde la cuenta de Lucky Stricke y lo oculta por vergüenza. “En lo que nunca he querido pensar, por fin ha pasado”, dice Don Draper. Al jefe de creativos le investiga el gobierno por la cuenta con American Aviation y están a punto de descubrir su doble identidad, los agentes de Defensa están al borde saber que, realmente es Dick Whiteman y no Donald Draper, que ha desertado del ejército durante la Guerra de Corea. A Draper le da un ataque de ansiedad. No puede respirar. Se ahoga. Se derrumba delante de Faye, la socióloga y su amante. Esta se tumba a su lado y le abraza como a un niño vulnerable y frágil.
Pete Campbell, capaz de lo mejor y de lo peor, le echa un capote a Don, quien sale dejándose algún pelo en la gatera pero sale que es lo importante. Pero hay angustia, un apabullante desvalimiento, un desconsuelo absoluto y una insondable soledad en el pozo de Don Draper. “Estoy cansado de huir”, le dice Don a Faye.
-Os recomiendo lo que hacéis mejor:cigarrillos. Philip Morris está a punto de lanzar una nueva marca para chicas-dice un financiero que trabaja para la agencia.
-¿De qué hablamos?-pregunta Roger.
-De una cuenta de cinco millones de dólares.
-Habrá que reducir plantilla y subarrendar la oficina-dice Lane.
-Me caso en octubre. Será como “Descalzos en el parque”-apunta Cosgroove.
Faye le consigue a Don un reunión con Heinz que quiere reflotar su marca de judías.
Glenn y Sally van al psiquiatra e intiman en un sotobosque situado detrás de los chalets.
-¿Le hablas a tu madre de mí?-pregunta Glenn a Sally.
-No.
-No le gusto-dice Glenn.
-No le gustan los niños-responde Sally, con pasmosa naturalidad.
Un punto clave sobre Betty.
Los hijos la impacientan.
Sally está en consulta con la doctora Edna, su psiquiatra.
-No le importa si miento o no, mientras la haga caso-dice Sally refiriéndose a su madre.
-Cuesta controlarse cuando estás enfadada. Tu madre se comporta así porque está estresada.
-Vale.
-Estoy muy orgullosa de ti.
Midge es una adicta a la heroína que se hace la encontradiza con Don en su edificio.
Intenta venderle cuadros de su novio.
-Ven a casa.
-Tengo una reunión importante mañana. Déjame pensarlo.
-He perdido mi bolso. ¿Me acercas al centro?
-Si comprarás un cuadro haría lo que quisieras-le dice el marido de Midge a Don.
Midge ha tendido una trampa a Don.
-Podías haberme sacado mucho más.
-Yo sólo quería venderte un cuadro.
-¿Cómo se siente?-pregunta Don.
-Como beberte cien botellas de whisky mientras tu chico te chupa las tetas.
Comprendemos porqué Midge está muy enganchada a la heroína.
-No puedo dejarla.
Como única respuesta, Don le extiende un cheque de 300 dólares por un cuadro.
-¿Qué hago yo con un cheque?
Entonces, Don le da 120 dólares en metálico. Todo el dinero que lleva encima.
Flota una infinita tristeza entre ellos, por lo que tuvieron en el pasado y han perdido. Por la añoranza por su relación de cómplice y sexual.
Ya en la oficina, en el infierno del trabajo.
-Me temo que tengo malas noticias. Han cancelado su reunión. Se lo han dado a Leo Burnett-dice un financiero de Steerlin and Cooper.
-Estamos desesperados. Se nos huele a distancia.
-He estado con el banco. Nos extienden su línea de crédito pero quieren garantías.
-Cada socio tiene que dejar 50.000 dólares en depósito.
Pete no tiene ese dinero y está desesperado.
Peggy habla del negro futuro laboral con Draper.
-Peggy, no es tu problema.
-Tú lo dices: si no te gusta lo que dicen, cambia de conversación.
-Lo que dicen de nosotros es verdad.
Cuando Pete lo habla con Trudy.
-Me piden 50.000 euros. Solo tengo 22.000, contando lo del bebé.
-Es todo del bebé. Quiero que tenga un jardín donde correr.
-Central Park fue suficiente para mí-ataja Campbell.
Me encantan las discusiones de Pete y Trudy. Me troncho con ellos.
Dar la vuelta a la tortilla
Don mira el cuadro, abstraido. Escribe una carta al periódico “The New York Times” que es una bomba, más potente si la vemos con la perspectiva del tiempo, si nos ponemos en 2023.
“¿Por qué dejo el tabaco? Recientemente, mi agencia ha puesto fin a una relación de negocios con la marca de tabaco Lucky Strike. Estoy aliviado. Durante 25 años nos hemos dedicado a un producto cuyo beneficio para el ser humano es irrelevante. La gente no puede parar de comprarlo aunque el producto causa daño a la salud, provoca enfermedades. Pero había mucho dinero en juego. Demasiado dinero. Y no podíamos parar de publicitarlo. Cuando Lucky Strike se fue a otra agencia, vi la oportunidad de cambiar y dormir tranquilo. Porque ya no mato a más personas. Desde entonces, Steerling and Cooper Draper and Price ya no publicita marcas de tabaco. Lo harán otras agencias, pero no nosotros”.
-Es un suicidio. Es la ruina. Has puesto a la empresa en la picota-dice Cooper a Don.
-Tenía qué hacer algo.
-Pusiste la nombre de la empresa-añade Lane.
-He dormido por primera vez en un mes. No os explicaré lo que he hecho. Es un anuncio de la agencia.
-Has hecho lo que es mejor para ti-grita Roger.
Don está en shock.
¿A nadie le parece bien esto?-pregunta.
-Robert Kennedy quiere hablar con usted-dice Megan, de repente.
Don se lo cree y se emociona. Pete, Roger, y Pete lo imitan como colibríes ansioso a los que se les acelera el corazón.
Darle la vuelta a la tortilla. Así se llama en la vida y en el guion.
-Es Robert Kennedy. Admiro su fortaleza ante las amenazas contra la civilización.
-Gracias señor.
-¿Es representante de laxantes Seecor?
Sí, señor.
-Porque yo estoy en contra de los laxantes-dice la voz y se parte la caja.
Es una broma de Ted Chaough. Lo cual le jode un huevo a Don Draper.

-Hemos creado un monstruo-dice Bert Cooper.
Todo el mundo se opone a lo que ha hecho Don Draper contra el uso del tabaco excepto Megan:
-Me encantó la carta y que te comprometieras con algo.
-Yo no lo llamaría compromiso-responde Don.
-Me encantó la idea: No me dejó él. Le dejé yo. Todo ha cambiado por aqui.
-Gracias-responde Don.
Mientras tanto, en la sala de creativos, la amenza de la ruina llega como un tsunami:
-¿Quién ha llamado?
-Los que son nadie.
-Juanita Banana. Tia Jemmie.
-¿Va a dejar de fumar?-pregunta Danny.
-Eres idiota-dice Stan.
-Ya no hablan los clientes de Lucky Strike-dice Cosgroove.
-Esa era la idea-dice Peggy.
-Van a despedir a todo el mundo.
Don llama a Peggy a su despacho y le pide que haga una lista de despidos. Ella se queda aliviada porque creía que la iban a despedir a ella. Ha salvado el pellejo.
-Danny, obvio, aunque le he cogido cariño.
-Y a la gente que trabaja en la cuenta del tabaco.
Peggy se asusta.
-¿Nos estamos hundiendo?
-Claro que no.
-No has dicho nada de la carta.
-Creía que no te gustaban esos trucos-dice Peggy.
Betty ve a Sally escabullirse en un bosquecillo para encontrase con Glenn.
-¿Qué haces aquí?
Glenn sale pitando.
-Aléjate de ella. ¿Me oyes?-grita Betty.
-No volverás a usar tu bici-dice Betty mientras se enciende un cigarro.
-Ese chico es malo. Créeme. Lo conozco mejor que tú.
-No le conoces en absoluto-dice Sally.
Don ya se ha enamorado de Megan. Ahora queda decírselo a Faye. Ella dimite porque su empresa no quiere verse implicada en la campaña antitabaco de Don.
Betty hace una campaña contra Glenn. Sally se rebela y llora de pena y rabia en su cama, devastada.
-Lo superará-dice Bettuy mientras se bebe una copa de vino tinto.
En la oficina, Don, Joan, Pete, Roger y Cooper hacen una campaña contra el tabaco mientras todos fuman. La asociación contra el Cáncer les ha pedido una publi. Don no ha cogido la llamada creyendo que era una broma. Roger confirma que no lo era.

-A los del cáncer les gustó tu carta y les gustarás tú-dice Faye.
-Tengo una mala sensación en mi estómago-dice Don.
-Tal vez esa mala sensación desaparecería si te dejarás de torturar con el pasado.
-No es tan fácil.
Se besan en la cama.
-Te voy a echar de menos.
En medio del desastre, a Joan la ascienden a jefa de operaciones.
En una reunión, de los publicitarios con representantes de la Asociación Anti Cáncer:
-Mis razones se explican en mi carta. Pero fue un acto impulsivo.
-Podemos parar el consumo de tabaco si lo relacionamos con el cáncer del pulmón.
-Desde dentro le digo que el negocio de las tabacaleras es enganchar a los jóvenes.
-Los adolescentes son duros y no compran todo.
-No para las tabacaleras, juegan a dos bandas: la madurez y la rebeldía asociada al tabaco.
-La verdad es que están de luto más por su infancia que por su futuro.
-¿Cómo fue?-pregunta Roger, ya en la oficina.
-¿Ya tenemos cáncer?
-Comían de su mano-dice Pete.
Don está viendo el futuro aunque nadie en la serie se de cuenta. Sólo nosostras como espectadoras conocemos el futuro que es nuestro presente. Sabemos el movimiento abolicionista del tabaco que va a haber.
Gleen acude a casa de Sally para despedirse.
-No deberías haber venido-dice ella.
-Bueno. Por fin, os mudáis.
-A Rye.
-Podré ir a verte en coche cuando sea mayor.
-Te mandaré postales.
-¿Iréis a Dineyland?
-Sí.
Pero Betty le pilla a Gleen.
-Sólo porque estés triste no significa que todos lo tengamos que estar-suelta Gleen a Betty poniendo el dedo en la llaga.
Betty despide a Carla por dejar entrar a Glenn en casa.
-Alguien tiene cuidar de estos niños-dice Carla,
-¿De verdad? Los tuyos son médicos y abogados-dice Betty.
bogados.
Don necesita a alguien que cuide a los niños y ese alguien es Megan.
El capítulo se llama “Echando humo”.
“Mad Men”: cuando todo va mal en el trabajo

¿Dónde ver “Mad Men”? En Amazon Prime Video.
Lo mejor: La verdad que emana. Lo certera que es.
Lo peor: Nada.
¿Con quién verla? A solas.

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Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro “Cómo crear una serie de televisión” (Ediciones T&B) y “El verdadero tercer hombre” (Ediciones del Viento) “Los crímenes de Atapuerca” (Caligrama)
Periodista de RTVE.