“Blue Lights”: tenso drama policial de unos novatos en Belfast

“Hacemos lo que podemos. Luego el turno termina”-dice Stevie a Grace que se implica más de la cuenta en uno de su casos policiales.

Stevie hace un retrato preciso de su trabajo como patrullero policial en las calles conflictivas, desoladas, inhóspitas de Belfast: recojo la mierda que sale por la grieta de una piscina con un cubo y la vuelvo a meter dentro.

Pero el personaje más carismático, más tierno, más gracioso es Gerry, el veterano que enseña a brujulear en uniforme a Tommy, tímido, apocado, honrado. Un chaval que no está preparado para la violencia de las calles del norte de Irlanda. En realidad, nadie lo está.

Jen lo sabe perfectamento. No le gusta su trabajo y tiene miedo todo el tiempo. Está en la policía porque su madre, un alto mando policial, la presionó para meterse. Pero prefiere hacer el papeleo burocrático a sufrir el peligro de las calles.

A los novatos les queda dos meses más de prácticas, dos meses que se convertirán en una pesadilla en las calles de Belfast.

-Al menos intentad actuar como policías-les dice su sargento.

Les tiran botellas, les escuoen, les balean y les insultan. En los barrios católicos, nadie quiere a la policía.

Grace le oculta a su hijo Cal, sus penas y miserias. No quiere que el chaval sufra.

-¿Qué tal el día?

-Bien. Lo normal.

Lo normal ha sido un chorreo de estrés, humillación, y esfuerzos baldíos. Tensión y la posibilidad cercana de la muerte. Lo normal es llegar a casa hecha polvo, desazona, con una silente desesperación como una bomba en el corazón.

Hay barrios a los que a la policía les está prohibido entrar, porque los mandos ingleses tienen otras prioriddaes en su lucha contra el terrorismo del IRA.

Durante una ataque de ansiedad de una madre porque el mafioso de turno le ha robado a su hijo adolescente, empuña un cuchillo y sufre en uno de esos barrios prohibidos de Belfast.

-Tenemos que irnos-dice Stevie.

-Stevie. Esto es real-le contesta Grace.

-Mira, estaba contigo esta mañana sentada en tu cocina-le dice Grace a la desesperada madre.

-Échate atrás.

-No soy una amenaza. Te lo prometo.

Y no lo es.

Sólo al final, desinflada por la angustia y el desvalimiento, Jen le dice la verdad a Jonty, su jefe, con el que se ha liado:

-No significas nada para mí. He estado contigo porque me aburría y porque eres débil, David. Porque te podía utilizar. Porque no quería patrullar. No dejes a tu mujer y a tus hijos por mí. No me importas.

Como dice Rafael Chirbes, en sus diarios “A ratos perdidos”, una novela sólo tiene que emanar verdad, descubrirnos algo sobre la vida y el mundo. “Blue Lights” lo hace. Todas sus tramas huelen a verdad, a cosas vividas. Me creo a los personajes. Me creo lo que cuenta la serie.

No es poco.

¿Dónde ver “Blue Lights”?: En Movistar +

Lo mejor: La verdad que emana.

Lo peor: Nada.

¿Con quién verla? A solas.

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