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Tips de guion de Terence Winter

Terence Winter firma algunos de los mejores guiones de los Soprano y es el creador de la serie Boardwalk Empire. Estuvo nominado al Oscar por su guion de El lobo de Wall Street.

Terence se levantaba a las tres y media de la mañana para trabajar en una escritura que le permitiera entrar en Los Soprano mientras trabajaba como guionista en otra serie.

Tengo que admitirlo, Terence, eso es ser muy muy perseverante. Eso es tenerlo muy muy claro, Terence.

-Lo haría otra vez-dice Terence Winter.

Terence Winter quería trabajar en Los Soprano. Para conseguirlo se levantaba a las tres y media de la mañana para escribir.

Terence Winter cree en la ética del esfuerzo y del trabajo duro.

Ética del trabajo, escribir de lo que sabes y la importancia de dormir pequeñas siestas a lo largo de tu jornada laboral son algunos de sus consejos.

Terence Winter firma algunos de los mejores guiones de Los Soprano

También creó Boardwalk Empire.

5 tips para escribir

  1. Saber de interpretación es importante para poder escribir mejores personajes. «Cuando empecé a escribir, alguien me recomendó que me apuntara a una clase de interpretación, no porque yo quisiera ser actor sino para que me pusiera en la piel de un actor y entendiera lo que le estba pidiendo. También me di cuenta de que no sabía actuar». Pero le dio ideas para Los Soprano. «David Chase y yo hablamos de la posibilidad de que Christopher se apuntara a una clase de interpretación. Y luego fue parte del primer capítulo que escribí para Los Soprano».
  2. Deja que tu pasado, tus orígenes, tu vida de forma a lo que escribes. Aterrizar en Los Soprano le costó, pero él conocía el mundo de Los Soprano, se había criado con gente parecida. «Tienes que replicar el mundo de la serie que estás escribiendo. Eso es una habilidad importante a lo hora de escribir guiones de series. «Por ósmosis entendía la psicología de esa gente, lo que hacían, cómo hablaban y cómo pensaban». Sin embargo cuando escribió para la serie Flippers, Terence no tenía ni idea de cómo hablaba un biólogo marino. «Fue un desafío escribir para esa serie».
  3. Entrénate para escribir en cualquier parte. Terence Winter dice que el lugar donde escribe tiene que ser silencioso, no escucha música y evita las distracciones. Pero, con el tiempo se entrenó a si mismo para escribir en cualquier parte: en una escalera, en el set del rodaje, en una cafetería, en el coche, donde fuera. «Si me enfrento a un plazo de entrega, dejo a mi hijo en el tenis, me voy al aparcamiento, entro en mi coche y escribo allí».
  4. Cree en el poder de la siesta. «Cuando estoy cansado, no puedo trabajar». Claro que tiene una solución para ese problema: las siestas. Ser guionista le da la oportunidad de dormir una siestecita a media mañana, la siesta del carnero o siesta del cura, o después de comer, tipo las siestas que se echaba Camilo José Cela. «Le digo a mis compis: necesito 30 minutos para echarme un poco, vosotros haced lo que os de la gana». A Terence no le importaba lo que hiciera el resto del equipo, que hiciera una pausa para echarse un cigarro, para tomar un café, para comer, «yo solo necesitaba una siesta». Para él no tenía sentido forzar las palabras para que fluyeran, cuando no lo hacían.
  5. Abrirse y ser vulnerable. Los secretos para tener éxito escribiendo. Cuando trabajó en Los Soprano, Winter se dio cuenta de que clase de gente contrataba David Chase como guionistas. «A aquellos dispuestos a abrirse psicológicamente y compartir, a abrirse las venas, literalmente, y contar cosas íntimas de su propia vida, y contar cosas que les habían pasado de verdad delante de los otros guionistas». Ese era uno de los mantras de David Chase: que te confesases psicológicamente cuando se estaban preparando los guiones en la sala de escritura que, en realidad, se convertía en una sala de terapia. «Eso lo aprendí de David Chase. Sí, se lo debo a él. Sí, lo que hago es crear un entorno seguro donde el guionista pueda contar la peor cosa que le ha pasado en la vida, o la peor cosa que le ha hecho a alguien, o el pensamiento más mezquino que ha tenido en su vida y luego escribimos sobre ello», dice Winter.
Steve Buscemi era el protagonista de Boardwalk Empire.

Bueno, eso es todo amigos. Mañana más historias, consejos sobre guion, series, y diversión y risas.

Engaño. Cuando la alumna te coge manía

El punto de arranque de la serie Engaño, de Sundance TV, tiene un retazo original. Se toma su tiempo para respirar antes de dar caña. La historia pasa en Cambridge, en el paisaje del río Cam, las bateas, los campaniles y las fachadas góticas de las Universidades, con sus claustros interiores, residencias de estudiantes, y personal vestido con chaleco y corbata. Todo empieza cuando una alumna, Rose, entrega un trabajo que no es suyo a su profesora de sociología Leah.

Leah cada vez más de los nervios

Rose es la típica alumna que temes como profesora. Mediocre, manipuladora y encima de las que se obsesionan y acosan al profesora. En la serie se da vuelta al tópico, arrancando con la premisa: ¿qué pasa si un alumno te coge manía y te busca las vueltas y además su padre ha donado un importante suma de dinero a la Universidad?

Engaño es un thriller psicológico en el que se enfrentan Katherine Kelly (la profesora) y Molly Windsor (la alumna). Gaby Hull es la creadora de la serie en la que dos mujeres se enfrentan psicológicamente, con consecuencias fatales.

Rose y Leah llevarán su enfrentamiento al extremo

La presentación del personaje de Leah nos muestra a una mujer que intenta quedarse embarazada de su marido y está con los tratamientos in vitro, con tensión de pareja. Es profesora de Sociología en Cambridge y está a punto de conseguir una plaza fija. Rose es alumna de último año e hija de un importante donante de la universidad. Cuando Rose le presenta un trabajo de Sociología demasiado bueno para ella, Leah cuestiona su autoría. Y a partir de ahí Rose se enloquece, se lo toma como un desafío a su narcisismo y como afrenta personal, minando la estabilidad de su profesora.

Como punto de arranque es inquietante. Sobretodo por el detalle extra de que Leah está colgada de un colega, un profesor negro, y después de hablar con él, se mete en los baños de chicas y se masturbaa pensando en él. Rose, su alumna, la pilla. Vergüenza. Aunque nos tenemos que creer, acepto pulpo como animal de compañía, que un profesora se meta en los baños de la facultad a jugar con su clitoris y alcanzar el clímax.

Rose y Leah tienen un mal rollo increíble.

Sin embargo más allá del punto de arranque, Leah es interesante por su incandescente frustración. Su marido, Adam, no le hace caso ni la escucha, absorto en su portátil sobre sus rodillas, así que no me extraña que Leah se masturbe pensando en su colega afroamericano. Pero Adam también tiene su corazoncito y le pregunta a Leah:

-Quieres tener un hijo conmigo?

Los roles se invierten. Es Adam el más interesado en tener hijos, y no Leah. Y cuando ella acepta el compartir genes con él, cede y se lee el trabajo de Rose: «El escándalo como criterio de poder en la sociedad actual.»

-Esta chica es un genio-dice Adam.

-Y tan genio como que no lo ha escrito ella-dice Leah.

Miniserie de cuatro capítulos. Veremos lo que da de sí.

Los momentos cocinillas. Shtisel

Tengo una amiga, Carmen, que es guionista. Ahora trabaja en la serie Acacias, de RTVE. Qué pena que la acaben de quitar, una serie que hacía feliz y acompañaba a tanta gente. Pues bien a mi amiga Carmen le encantan «los momentos cocinillas» en los guiones. En la serie Shtisel, hay a porrón.

Shtisel, una serie donde abundan «los momentos cocinillas»

Los momentos cocinillas en guion son esos instantes donde los personajes hacen cosas muy cotidianas y familiares, como cocinar, preparar la cena, planchar, doblar la ropa limpia.

En esos momentos afloran las conversaciones normales e íntimas, las conversaciones más relajadas entre un padre y un hijo, entre un matrimonio, con los hijos.

En Schtisel abundan los momentos cocinillas. Me encanta ver a Akiva cocinar comida kosher para su padre. Me encanta ver a Giti doblar la ropa limpia mientras habla con Lippe. Me encanta ver a Akiva y Shulem cenar con esas tazas de tés. Me encanta asomarme a la vida cotidiana, casera e íntima de los personajes de la serie que estoy viendo. Para mí resulta imprescindible contar con momentos cocinillas.

Momento cocinilla por excelencia

En Shtisel también he descubierto «los momentos terraza». Se producen cuando Akiva sale a la terraza de su casa, se sienta en un sillón y contempla el viejo barrio ultraortodoxo. Son momentos de gran belleza. Akiva sale a su balcón a fumar, a relajarse, a pasar su tristeza y melancolía, a solas consigo mismo, y la noche, los balcones iluminados crean una atmósfera llena de encanto y delicadeza.

La vida pasa delante de una terraza.