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Bloodline o cómo las familia disfuncionales funcionan en la ficción

Las personas mueren, los secretos no. Padres disfuncionales e hijos aún más disfuncionales. Mentiras, peleas, conflictos desgarradores en una familia enfrentada y disfuncional: los Rayburn. Con un hermano conflictivo, Danny, interpretado con tanta vulnerabilidad y verdad por Ben Mendelsohn que le valió un Emmy y para mí, es lo mejor de la serie. Este personaje atormentado, luchando con sus demonios interiores perdido y dolido, roto por su pasado y su mala relación con su padre que de niño le pegó una paliza y le rompió el hombro tras una tragedia familiar que nos la cuentan y repiten a lo largo de la primera temporada de Bloodline. Lo malo de la serie: no es muy original. Lo bueno de la serie: los actores y los personajes que interpretan. Desde Sam Sephard a Sissy Spacek.

¿Qué cuenta Bloodline? La historia de una familia, los Rayburn, que tienen problemas y de los gordos, no son mala gente, pero hacen cosas malas, todo narrado en un entorno paradisiaco: los cayos de Florida, donde los Rayburn tienen un hotel.

Los creadores de Bloodline son los mismos que crearon Damages.
Ben Mendelsohn expresa tanto dolor reprimido que empatizamos con él. A la derecha, en la imagen.

Danny es la oveja negra de la familia, un descastado que vuelve a casa con el motivo de la celebración del aniversario del hotel que han levantado sus padres. Pero la presencia del hermano mayor generará muchos problemas en la familia que lucha por enterrar un pasado doloroso, con la pesada mochila de la muerte de una de las hermanas, Sarah.

Lo mejor de la serie son sus personajes complejos, llenos de contradicciones y lucha interior, y los actores de primer nivel que los encarnan. La experiencia de ver Bloodline es tensa y claustrofóbica, y a veces se aleja del thriller para acercarse más al culebrón y al drama familiar sin paliativos.

El paraíso es oscuro, y nadie querría vivir en ese infierno soleado, de cálida arena y palmeras gigantes.

Puedes ver Bloodline en Netflix. Padres disfuncionales e hijos aún más disfuncionales

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Cómo escribir los giros de guion para que sean eficaces narrativamente. «Bloodline»

«Bloodline» es una serie más interesante de lo que parece a primera vista y tiene a la familia como oscuro, infinito material para escribir. Atención spoiler. Voy a hablar de cómo se prepara un giro de guion para que sea eficaz en la progresión dramática de la historia y tenga un impacto narrativo potente.

En la primera temporada de «Bloodline», vemos la secuencia brutal en la que Sam Shepard, quien interpreta a Robert Rayburn, padre de la familia protagonista de la serie, pide a su hijo Danny, que se largue de casa porque es lo mejor para todos, y se lo pide porque «quiere proteger a su familia».

-Soy tu hijo-dice Danny.

Pero el lado mezquino de Robert sale a la superficie y expulsa a su hijo del paraíso de los Cayos de Florida porque le sigue culpando de la muerte de su hija Sarah hace un porrón de años.

Sam Shepard (Robert Rayburn) and Ben Mendelsohn (Danny Rayburn) protagonizan una secuencia clave en «Bloodline», que prepara la importancia del giro de guion que va a suceder.

Bueno, es un poco raro. Porque precisamente Danny acaba de salvar a su padre cuando sufrió un derrame cerebral mientras estaba navegando en canoa por los Cayos, y su padre no estaba seguro de qué hacer con el testamento, si desheredar a su hijo o no, y parece que su relación había mejorado. Pero, obviamente, era un impresión falsa.

Esta secuencia prepara el terreno para el giro de guion que viene poco después: Robert Rayburn muere. Danny decide quedarse en la casa familiar, con la perturbación que su decisión acarrea para su familia.

Los guionistas han preparado el terreno para que la muerte de Robert tenga un efecto aún más dramático en la historia. Ahora Danny oculta la decisión de su padre y se queda en casa sí o sí. La muerte de Robert es inapelable en el guion de «Bloodline». No queda otra opción.

El problema de Bloodline

El problema y gordo de Bloodline es que las tramas avanzan con mucha lentitud, hay muchas secuencias de relleno, el misterio de la chica hispana muerta, por ejemplo, se mueve a paso de tortuga, el único personaje que se hace interesante es el de Danny Rayburn interpretado por Ben Mendelsohn, porque es al único al que le pasan cosas dramáticas de verdad y tiene un conflicto tenso con su padre, sus hermanos, y también, aunque en menor medida, con su madre.

Los showrunners de «Bloodline» son los mismo creadores de la serie «Damages» y eso conlleva un sello de prestigio y éxito. Pero la fuerza dramática que poseía «Damages» se diluye en «Bloodline» a medida que la serie avanza, y se colapsa en su segunda y tercera temporada.

La historia del hijo pródigo se resuelve en una miniserie de seis episodios como mucho. Aquí se marea la perdiz demasiado, perdiendo de vista la progresión dramática, una vez que se acaba la primera temporada. Lo que pasa es que los actores están tan geniales que sigues viendo la serie porque ellos te enganchan, y dices, venga, un poco más. Se echa de menos a un personaje tan potente como Gleen Close en «Damages».

Danny tiene que responder al tercer grado al que le somete su hermano John.

Puedes ver «Bloodline» en Netflix.

El poni de Danny en «Bloodline»

No es fácil ser Danny Rayburn. Al personaje de la serie «Bloodline» lo interpreta el actor australiano Ben Mendelsohn, con increíble vulnerabilidad y empatía. Danny ha hecho algo terrible en el pasado que nadie en su familia parece perdonarle, sin embargo, es el personaje con quien más me identifico en la serie «Bloodline», una joya escondida en el cofre revuelto y lleno de altibajos de Netflix, a la que me he enganchado.

Hoy voy a hablaros de un recurso narrativo muy utilizado y eficaz en guion: el poni. ¿Qué es el poni? El poni es el trauma de un personaje, aquel hecho desgraciado que lastra su personalidad y su psique y determina su comportamiento como personaje. Los ponis tienen que ser graves, el de Danny es haber matado por accidente en el mar a su hermana Sarah, cuando eran niños. Sarah era el ojito derecho de su padre. Su madre ha perdonado a Danny. Su padre, no. Esa es la base de «Bloodline». Sin el poni de Danny, no existiría Danny ni la serie.

La segunda temporada de «Bloodline» no está a la altura de la primera.

El poni de Danny

En «Bloodline», el padre no perdona a su hijo Danny. Cuando Sarah muere, le da una paliza a su primogénito y le fractura el hombro, años más tarde, Robert Rayburn le pide a Meg, su hija abogada, que cambie el testamento y desherede a Danny. Guau. La familia da el mejor material para escribir ficción.

Como espectadora no puedes evitar ponerte del lado de Danny, por muchos problemas y torturas mentales y una adicción a los analgésicos que arrastre el hombre, ya que sus hermanas lo tratan como a un paria, como a un intruso al que interrogan, aprietan las tuercas, un tipo que siempre tiene que dar explicaciones a su propia familia.

Es cierto que Ben Mendelsohn interpreta a su personaje, con una incomodidad física y mental, un agobio psíquico tan doloroso que traspasan la pantalla. Pese a que Danny es un desastre, lo entiendes. Entiendes que quiera volver a casa, entiendes que esté cansado y vacío, entiendes que se ha hecho mayor, entiendes, a la vez, su miedo a volver a casa, y entiendes esa cansada paciencia con el rechazo de sus hermanos, y la cerrazón de su padre. De hecho, solo su madre le tiende una mano y le ofrece un trabajo en las excursiones de buceo con los clientes del hotel.

-Sigue siendo mi hijo-dice Sissy Spacek.

Sus ojos son sus mejores armas de interpretación.

Brutal elenco de actores: Linda Cardellini, Sam Shepard, Kyle Chandler y Ben Mendelsohn.

El poni en Danny es tan importante porque el tema de la serie es que las tragedias del pasado no se pueden reparar, ni borrar, porque el pasado no se puede rebobinar ni cambiar un accidente: la muerte de la dulce niña Sarah, y seguir adelante como si no hubiera pasado nada.

El slogan de la serie es: «No somos mala gente, aunque hayamos hecho algo malo».

La frontera entre el bien y el mal, el límite ético borroso entre la culpa y la fatalidad, el no querer hacer daño y hacer daño, están muy bien contados en la primera temporada de la serie.

Puedes ver «Bloodline» en Netflix.

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