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«Crímenes». Anna Permanyer

La banalidad del mal. Esa reflexión horrorizada y perturbadora queda tras ver un crimen de una crueldad extrema como el asesinato de Anna Permanyer, una psicóloga y madre de cuatro hijos barcelonesa, a manos de su inquilina, Carmen Badía, en 2004. Esa frase acuñada por la filosofa alemana y judía, Hannah Arendt, durante el juicio al jerarca nazi, Eichmann, en Jerusalen, me cruza el pensamiento tras ver los tres capítulos de «Anna Permanyer» en la serie «Crímenes» de Movistar.

«Crímenes». Anna Permanyer

Crímenes. Anna Permanyer

De abril a junio de 1961, Arendt asistió como reportera de la revista «The New Yorker» al proceso contra Adolf Eichmann. De ahí surgieron inicialmente algunos artículos y después su libro más conocido y más discutido hasta el presente: «Eichmann en Jerusalén, un informe sobre la banalidad del mal». Se publicó primero en 1963 en EE. UU. y poco después en Alemania Occidental.

Pero la tesis de la Arendt sigue estando vigente cuando veo el caso Anna Permanyer en la serie documental «Crímenes» de Carles Porta. También reflexiono el peligro de la psicopatía, en Carmen Badía, condenada por el asesinato de su casera sólo por una razón: el dinero.

«Crímenes» adopta el estilo Netflix del True Crime.

En realidad, el marido de Anna Permanyer, lo explica muy bien, devastado, cuando habla de la pérdida de su mujer, un persona buena, madre, esposa, que no había hecho mal a nadie, a quien Carmen Badía engañó, asesinó con una cruedad atroz. «Siento rabia, injusticia. Esa persona tiene rasgos psicopáticos muy peligrosos».

Sin embargo Carmen Badía estaba plenamente asimiliada a la sociedad, tenía una hija pequeña, y, aparentemente, llevaba una vida normal.

Pero quiso salirse con la suya y quedarse con el piso de Anna Permanyer. Esa fue su perdición como asesina.

La serie se basa en los detalles de la crueldad.

En la Barcelona que pretendía ser moderna tras el boom de 1992, en una ciudad abierta que se llenaba de turistas y estaba de moda, sucede el crimen de Anna Permanyer. Con su crimen y el de las dos policías, una de ellas en prácticas, a manos de un psicópata ex convicto en su casa, Barcelona volvía a retrotraerse a la oscuridad de los años 70, un ciudad franca, donde la crueldad y el mal campaban a sus anchas.

Porque es el mal el tema de la serie «Crímenes».

«True Crime» renovado

Movistar con el formato de «Crímenes» de Carles Porta juega a una apuesta que le ha funcionado a la perfección a Netflix: El True Crime renovado.

Sin duda Netflix ha sabido innovar en nuevas formas narrativas de guión y audiovisual para contarnos historias de True Crime de forma diferente, por ejemplo, con «La escalera», o con «Elize Matsunaga: Érase una vez un crimen». En España ya se había hecho «Muerte en León» que tuvo mucho éxito, y «Nevenka».

Sin embargo el formado creado por Carles Porta, que tiene su origen en su programa de radio, va un paso más allá porque cuenta con una colaboración excepcional de la policía en crimenes ya juzgados y condenados, y sigue la factura americana aún más allá.

Pura televisión

Claro que «Crímenes» es televisión, pura televisión, y de alguna manera, explora un nuevo territorio diferente al de una crónica negra al uso.

El uso de las imágenes que presta la policía, son casos sentenciados y condenados judicialmente, las entrevistas de ambas partes hilvanan bien el relato. Además una voz en off muy sugerente, Luis Tosar, hace el resto para que los capítulos funcionen e impelan al espectador a pulsar la opción de: ¿quiere ver el siguiente capítulo?

La familia de Anna Permanyer, devastada.

El dron se utiliza para planos cenitales de la ciudad, sus edificios, calles, carreteras serpeteantes e intrincadas iluminadas por la luz vainilla de las farolas mientras la oscuridad fagocita Barcelona. Luego hay planos interiores medios de las entrevistas que consiguen contar bien la historia, hay un trabajo periodístico potente, y por supuesto, las fotos, cintas, audios, que proporciona la policía tambien estructuran el relato que va más allá de los titulares de los periódicos y los reportajes corrientes que vemos en la tele.

La factura visual de «Crímenes» es buena, al estilo Netflix, y eso se agradece. También el guión es sólido, bien documentado. Sin duda la cantidad de imagen y lo relevante de dicha imagen sorprende en esta serie documental.

«Crímenes». Anna Permanyer.

Carles Porta consigue enganchar.
La acusada y condenada durante el juicio.

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«Crímenes»: el pacto diabólico de Brito y Picatoste

Ya se han estrenado los nuevos capítulos de la serie documental de «True Crime», «Crímenes» de Carles Porta. Dos de ellos tratan la fuga de Brito y Picatoste, un preso y su cómplice, un ex preso, amigos, quienes tuvieron en vilo a toda Cataluña, con disparos a mossos de esquadra (a uno lo dejan en una silla de ruedas) asesinato de una chico y violación de una chica. Brito y Picastote: un pacto diabólico

El inicio es escalofriante, más propio de la ficción que de un caso real: dos Mossos d’Esquadra custudian a un preso de Ponent en el hospital de Vilanau. De repente aparece un individuo, Picatoste, que los dispara liberando a su amigo. Con un coche robado huyen a los bosques de Cendanyola y se atrincheran allí poniendo en jaque a los cuerpos de seguridad del Estado.

Brito y Picatoste se han conocido y hecho amigos en la cárcel. Sobre Brito pesa una condena larga, 30 años, por robo con homicidio. Sin embargo Picatoste está libre, ex toxicómano, tiene SIDA, ya ha cumplido su condena por robo para pagarse su adicción a las drogas. Resulta incomprensible que se metiese en una movida semejante, sólo para sacar a su amigo de la cárcel.

La serie documental mantiene su identidad: poca reconstrucción, solo cuando es necesaria, plano fijo de presentador sobre los entrevistados que saben hablar bien y construyen el relato, ambiente minimalista, planos cenitales de dron, y archivos de la policía: cámaras en la calle, audio telefónicos, fotos y vídeos. Hay que recordar que son casos condenados y el colofón son siempre las imágenes reales del juicio a los acusados.

Tras la huida hacia adelante de Brito y Piactoste, se crea una alarma social. Dos hombres muy peligrosos están libres y mantienen en vilo a Mossos d’Esquadra. Además se da la circunstancia de que el cuerpo. recién creado se ve cuestionado porque esta fuga se une a otras fugas de presos, y los Mossos tienen un ratio más elevado que el resto de España.

Brito y Picatoste se emboscan en la montaña y ponen un jaque a la policía. La gran pregunta es: ¿Cómo un preso que ya está libre ayuda a otro preso a fugarse y se condena a sí mismo?

Mientras que Brito es un psicópata, Picatoste es una persona vulnerable, perdida en la vida, que se metió en las drogas y se arruinó la vida.

Picatoste está enamorado de Brito. En la cárcel, Brito le enseñó artes marciales, y según él, le sacó de la depresión y la soledad. Lo hace por su amigo.

«Crimenes» no amarillea y mantiene el rigor periodístico, un respeto por las víctimas y una capacidad para contar bien una historia de la crónica negra española, sin buscar el morbo y la cloaca a toda costa.

A veces a los episodios les sobran minutos, como en el caso de los tres capitulos de la huida de Brito y Picatoste. Hay una clara línea roja a la hora de escoger los contenidos para desarrollarlos audiovisualmente: son casos ya juzgados y condenados, no se escogen casos abiertos ni en investigación, no se especula con lo que pasó.


Brito y Picatoste, un pacto diabólico.

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«Crímenes» de Carles Porta

Las que me conocéis sabéis que me encanta el género negro, la novela policiaca, las películas thriller y ese género en sí mismo que es el True Crime. Pues bien, os quiero contar en este post mi último descubrimiento: «Crímenes» del periodista Carles Porta. «La vida son detalles y sin ellos sólo tienes titulares», dice. Creo que ha innovado en el género por varias razones que analizaré a continuación. «Crímenes» de Carles Porta.

Orígenes

Descubrí a Porta en su podcast de Audible «¿Por qué matamos?». Recreaba los crímenes más mediáticos y crueles de la crónica negra de España: los asesinatos de Isabel Segura y Diana Quer, el caso de la asesina de Estremeras que mató a sus hijos para vengarse de su marido, el caso de El Solitario, el atracador más búscado de España, que durante 14 años mantuvo en jaque a la Guardia Civil.

Me enganché al podcast por su rigor,sus nuevas técnicas narrativas, y también su perspectiva sociológica y psicológica infrecuente en el género. La voz profunda, hermosa de Porta hizo el resto.

«¿Por qué matamos?» había sido un éxito en Cataluña donde Carles Porta es muy conocido y pronto se convirtió en uno de los podcasts más escuchados en la plataforma de Audible. Cuando mi chico me dijo que se había hecho una serie documental para Movistar +, en realidad se había estrenado primero en TV3, dudé. Lo que funciona en la radio no siempre funciona en la televisión y viceversa.

Pero al ver el caso de «La Guardia Urbana de Barcelona», flipé. No sólo estaba bien hecho, sino que gracias a la colaboración de la policía teníamos acceso a las imágenes, mensajes de audio, localización de los móviles durante el crimen de los implicados en el crimen, y junto a una excelente factura audiovisual de drones sobrevolando y filmando imágenes de edificios, noches y carreteras, y un sentido cinematográfico que va más allá de las limitaciones de la realización habituales del género, hacían el milagro: te enganchaban a la historia. Había algo hipnótico en la narración.

La serie documental ya se había estrenado en TV3, y había logrado atraer a la audiencia. Vamos a reflexionar sobre los motivos del triunfo del formato y el por qué resulta diferente a otros del mismo género.

El periodista Carles Porta se ha especializado en nuestra crónica negra.

Crimen de la Guardia Urbana

El crimen de la Guardia Urbana de Barcelona ha sido uno de los más mediáticos de la historia negra de España. La tarde del 4 de mayo de 2017, un ciclista encuentra un coche quemado en uno de los caminos del pantano de Foix. Los mossos se acercan al lugar, y en maletero del vehículo, descubren los restos del cadáver carbonizado de una persona.

Pedro Rodríguez y Rosa Peral en tiempos más felices.

Gracias a la matrícula, los mossos pueden averiguar que el coche pertenece a Pedro Rodríguez, un agente de la Guardia Urbana de Barcelona. Oficiamente, no hay denuncia por desaparición pero desde hace dos días falta de su casa y nadie lo ha visto.

En la investigación policial se descubrirá que están implicados en el asesinato, la novia de Pedro, Rosa Peral, con la que convivía junto a las dos hijas de Rosa de su primer matrimonio, y Albert, otro agente de la Guardia Urbana de Barcelona, con el que Rosa había mantenido una relación sentimental en el pasado.

Innovaciones

Sin duda lo que sorprende de «Crímenes» es que la historia se narre con la boca de los dos protagonistas, Rosa y Albert, a través de los mensajes de audio y fotos de sus móviles, (hay muchísimos) y sus publicaciones en redes sociales. Luego son claves la colaboración de la policía y el fiscal del caso, que estructura muy bien la narración del caso en entrevistas mirando a cámara -no suele ser lo habitual-siempre con el mismo fondo, una pared gris deslavazada. Además el estilo narrativo, con el uso y abuso del dron imita la narrativa norteamericana del género, y al recrear las escenas del crimen dentro de la casa de Rosa Peral (esa bombilla bamboleante, esas escaleras y sótanos oscuros) son más cine que documental o reportaje periodístico.

Una crítica

Cuando acabé de ver los cuatro episodios de la primera tempora a de «Crímenes», tuve la sensación de que sobraba, al menos, un episodio. Que algunas cosas se repetían o se alargaban inncesariamente. Pero aún así me tragué «Crímenes»en dos sentadas y funcionó. Sin duda.

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«Crímenes» de Carles Porta.