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«La asistenta»: el arte del guion

En la serie, «La asistenta», el capítulo 6 titulado «El ladrón» marca un hito en el arte del guion por poderosas razones y también es un buen ejemplo sobre lo que hablo, una y otra vez, en mi blog: de escribir en contra de las expectativas del espectador. El episodio empieza de la forma más normal, cotidiana, y familiar del mundo de cualquier madre que trabaje: su hija pequeña (casi tres años) está enferma y ella tiene que ir a trabajar. En el caso de Alex, el conflicto es más radical porque no puede contar ni con su marido (Sean, del que esta separada) ni con su madre, y no puede faltar al el trabajo porque la despedirían. Cómo escribir un buen guion.

El guionista es Colin McKeena.

La estructura del guion del episodio «El ladrón» es la siguiente: Maddy, la hija pequeña de Alex, se levanta muy acatarrada pero no tiene fiebre (si tiene fiebre no admitirían a la niña en la guardería, y al guionista no les interesa eso como ya veremos más adelante) Alex se pone en marcha y viene la secuencia de intentos fallidos: primero llama al trabajo para pedirse el día pero su jefa no se lo permite, luego recurre a a su madre, Paula, pero ésta no le coge el teléfono a su hija, a continuación Alex le pide a su ex marido, Sean, que se quede con Maddy pero éste trabaja un doble turno y le dice que no.

Andie McDowell interpreta a la madre bipolar de Alex Russell, la protagonista de «La asistenta»

Progresión dramática

Esta secuencia de hechos supone la progresión dramática de la historia: Alex lleva a la guardería a Maddy, y allí le dicen que no ha pagado la parte que le corresponde, Alex logra negociar un aplazamiento. y una de las cuidadoras coge a Maddy , advirtiendo a Alex que si la niña tiene fiebre, se tendrá que llevar a su hija.

En cuanto Alex llega a la casa que tiene que limpiar, un chalet destartalado que se encuentra al lado del bosque, su jefa le dice que pertenecía a Billy alias «Pies descalzos», un adolescente problemático que solía robar en las casas vecinas, arrestado varias veces por la policía, y que había pasado varias temporadas en un reformatorio para delincuentes juveniles.

Margaret Qualley interpreta con mucha verdad a Alex Russell.

Conexión emocional

La madre de Billy ha muerto y Alex y su compañera tienen que limpiar su casa para que la inmobiliaria la ponga a la venta en condiciones. Mientras realizan la limpieza a fondo del inmueble, Alex descubre que la madre de Billy era una maltratadora que no solo encerraba a su hijo Billy en un agujero a oscuras sino que además también tenía algunos elementos decorativos nazis.

Lo importante para el guionista es establecer la conexión entre Alex y el chico Billy alias «Pies descalzos». Alex sueña y avanza por el bosque creyendo que es Billy, esos sueños se repiten de forma obsesiva, va descalza como Billy, se acerca a su casa, vive en el bosque como «Pies descalzos». Es él. Esos sueños obsesivos se repiten una y otra vez a lo largo del episodio. Alex es Billy.

La historia avanza en su progresión dramática, cuando Alex descubre un escondrijo en la cocina, donde la madre de Billy encerraba a su hijo y se mete dentro, la puerta se cierra y Alex sufre un ataque de pánico, tiene un flashback volviendo a su infancia en la que ella es una niña encerrada en un armarito debajo del fregadero en la cocina de su casa mientras sus padres se pelean. La niña interior sufre, está asustada, y secuestra emocionalmente a la adulta que es Alex. Su madre también encerraba a la chica cuando era niña, esa madre pirada, irresponsable, que se largó a Alaska a las primeras de cambio, con ella, abandonando a su padre. Alex le pregunta a su padre por qué su madre la cogió a ella de cría y se marchó a Alaska, abandonándole, y su padre responde que Paula, su madre, iría detrás de algún hombre del que se habría colgado. Esa es la historia que se cree Alex.

Es tan profundo este episodio, tan importante y tan vital que me dan ganas de celebrarlo escribiendo este post.

Colin McKeena es un guionista genial porque nos va llevando, suavemente, con mano delicada, al trasfondo de una historia que no es lo que parece.

Una historia de superación y amor a sí misma de Alex Russell.

Maddy tiene fiebre y no puede quedarse en la guardería. Al único que le queda por pedir ayuda a Alex es a su padre con el que no se relaciona. Esperamos que su padre la rechace. Son nuestras expectativas como espectador. Cómo escribir un buen guion.

El padre de Alex se ha vuelto a casar, tiene una nueva familia, dos hijas nuevas y se ha convertido en cristiano fundamentalista. Tenemos un mal de recuerdo de él porque al principio de la serie cuando Alex tiene el accidente de coche, con Maddy dentro, y llama a su padre para pedirle ayuda este viendo que su hija y su nieta están desamparadas no les ofrece refugio en su propia casa y las deja en plena noche en la estación del ferry, donde Alex tiene que pasar toda la noche con Maddy.

Sin embargo, cuando Alex llama a su puerta esta vez, su padre se muestra amable, dispuesto a ayudar a su hija cuidando de su hija mientras Alex limpia la casa de la madre de Billy «Pies descalzos» y además ofrece su casa como refugio para su hija y nieta se queden el tiempo que necesiten.

Escribir en contra de las expectativas del espectador.

Padre e hija se unen, su padre tiene la decencia de pedir perdón a Alex por haberla dejado esa noche, en la estación del ferry, Alex lo perdona. Ambos hablan del pasado, porqué él y su madre se divorciaron. El padre confiesa que la madre de Alex le asustaba, y su hija le comprende.

Este es una secuencia clave porque establece una versión de la historia de la vida de Alex que Alex se cree porque su padre es dulce y comprensivo y su madre no es fiable por su inestabilidad mental. Además ella nunca le ha contado nada a su hija de porqué abandonó a su padre, la cogió a ella y se marcharon

Como espectadores también esperamos que Billy «Pies descalzos» vuelva a su casa ahora que su madre ha muerto, y robe en su propia casa como ha hecho en tantas otras casas en la localidad, como esperamos que Alex lo pille con las manos en la masa y Billy se enfrente a ella.

Nada de lo que esperamos sucede en la historia. Y eso está muy bien. Los tiros no van por ahí. Y ese es el arte del guion.

Alex ve movimientos de arbustos en el bosque y sabemos que ahí está escondido, Billy, acechando su propia casa en la que no puede entrar sino es de extranjis. Alex incluso coge un paquete de Doritos, que sabe que a Billy le gustan mucho, y los deja cerca de los helechos que ella ve moverse desde la ventana de la casa

El círculo cerrado de la violencia machista

Su padre se porta bien con Alex, le ofrece su casa para que se quede con Maddy, es amable y dulce con ella, cuida de su nieta con cariño, y su mujer es amable también. Hay ambiente de hogar y Alex se siente bien. Por fin tiene un refugio en la vida: la casa de su padre.

Pero durante los muchos flashbacks a su infancia en los que Alex revive su terrible momento de terror: ella de niña encerrándose en el armario de la cocina, a oscuras, mientras sus padres tienen un violenta discusión, y la niña Alex tiembla de miedo, descubrimos la atroz verdad.

De repente, la puerta del armarito se abre y aparece su madre con la cara ensangrentada y hecha polvo. Su padre la ha pegado. Paula tranquiliza a su hija y la calma.

Su padre maltrataba a su madre. Se cierra el círculo de la violencia machista que pasa de abuelas a madres, de madres a hijas, de hijas a nietas.

Alex corre a casa de su padre y se lleva a Maddy con ella. Rompe relaciones con su progenitor.

Su madre no se fue a Alaska con su hija, persiguiendo a un nuevo novio como le contó papá, su madre se marchó porque él la maltrataba.

Bueno, pongámosle cara al guionista que escribió el capítulo de «El ladrón»: Colin McKeena.

Colin es autor de interesantes obras
de teatro y vive en Nueva York.

Puedes ver «La asistenta» en Netflix. Es una obra maestra.

Cómo escribir un buen guion.

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«The Office»: la crueldad surrealista en el trabajo

Le tengo mucho cariño a la serie «The Office». Quizás porque me la descubrió mi marido Gonzalo, y juntos pasamos alegres noches en nuestro antiguo apartamento, riéndonos con las salvajes locuras realistas de Michael Scott y sus empleados. Gonzalo y yo nunca nos cansábamos de ver episodio tras episodio, y disfrutábamos como locos de cada cosa que decía y hacía nuestro personaje de la ofi favorito: Dwigth. «The office» es tan real como el trabajo mismo. Una serie sobre el surrealismo del curro.

El humor era en ocasiones cruel, políticamente incorrecto siempre, no hay mas que degustar el capítulo segundo de la primera temporada titulado «Dia de la diversidad» en la que Michael Scott humilla a su empleada india imitando al dueño de un super indio, y ella le da una bofetada, o cuando propone el taller de sensibilidad sobre la diversidad racial haciendo bromas sobre los negros, y ordenando un juego de rol donde al empleado negro le toca hacer de negro y donde la pregunta que plantea Michael Scott a sus desconcertados empleados es: ¿qué raza os atrae más sexualmente?

El formato que adopta la serie es el de falso documental, no tan utilizado como hoy en día hace una década, especialmente en el género de la comedia.

Michael Scott está ‘tronao’ como la mayoría de los jefes.
La serie es surrealista y, a la vez, realista por lo absurdo que resulta la mayoría de los trabajos en los que escuchamos tantas gilipolleces de jefes y empleados que nos estalla la cabeza.

Michael Scott se cree el mejor jefe del mundo, pero no se da cuenta de que maltrata psicológicamente a sus empleados, quienes lo desprecian y odian, excepto el fiel y loquísimo Dwigth, quien estaría dispuesto a morir por su jefe y su margen de beneficios en su empresa de material de oficina.

De izquierda a derecha: Dwigth, Pam y Jim, sentado, el inigualable y trastornado Michael Scott.

Michael Scott también se cree que es la hostia de gracioso cuando al único que hace gracia es a si mismo, se cree súper motivador como si se hubiera metido en vena todos los libros de cómo liderar de Stephen Covey, e intenta animar chuscamente a sus empleados que cada vez están más deprimidos bajo su demencial mando. Lo peor es que Michael Scott se lo cree.

Michael Scott dice cosas como que para él, las personas son la prioridad en el trabajo, y añade que le dio su primer empleo a un guatemalteco que no sabía ni una palabra de inglés, y el tipo le pidió a Michael que fuera su padrino, y ese fue el mejor día de su carrera. Aunque luego tuvo que despedir al guatemalteco.

«The Office» fue la serie más vista en las plataformas digitales en 2020. Con la matraca aterradora de la pandemia machacándonos, es una serie que sirve como necesaria y descacharrante vía de escape. ¿Quién no ha trabajado en una oficina tan patética como la que aparece en «The Office»?

Puedes ver «The Office» en Netflix.

«The office» es tan real como el trabajo mismo.

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La labia de Saul Goodman. Cómo construir un personaje

La serie Better call Saul cuenta con cinco temporadas y 50 episodios.

De todos los personajes de Breaking Bad, los dos mejores para hacer un spin off eran Saul Goodman, el abogado trilero y mafioso que se encarga de lavar el dinero de la droga de Walter White, y el cuñado de la DEA de White, conservador y cervecero, pero cariñoso con su mujer cleptómana. Sin embargo el primer personaje tenía una mayor progresión dramática y arco del personaje que el segundo. No hay que olvidar que Vince Gilligan, el creador de Breaking Bad y Better Call Saul, es un especialista en contarnos la historia de cómo un personaje bueno se vuelve malo, sin perder su humanidad. Así lo hizo con Walter White y así lo hace también con James MacGill.

Better Call Saul no es una serie fácil. Hay que tener mucha paciencia con esas secuencias tan largas que abren cada capítulo, pero a mi me fascina cómo los guionistas han construido el personaje de Jimmy-Saul, un metepatas trilero, un perdedor entrañable, un tipo cuestionable pero empático que se sirve de su labia para sobrevivir en un mundo cruel. Bob Odenkirk lo interpreta a la perfección y no te puedes imaginar a otro actor encarnando al mismo personaje.

La serie es un spin off de Breaking Bad protagonizada por Bob Odenkirk
Los creadores de Better call Saul son Vince Gilligan y Peter Gould.

El lado tierno de un fracasado

El personaje de Jimmy McGill se construye sobre la base de sus contradicciones. Por una lado es un tipo perdedor, por otro quiere salir adelante y prosperar, con métodos nada claros, por un lado es un estafador trilero, que se sirve de su piquito de oro para conseguir lo que quiere, por otro, sobre todo al principio de la serie, representa a los parias de esta tierra arrojados a su mala suerte y al turno de oficio. Por un lado es un tipo turbio que mete la pata, por otro es un novio cariñoso y romántico con Kim, la abogada de la que está enamorado. Empatizo con la angustia y frustración de Jim McGill, y me mola infinitamente más que los abogados triunfadores, unos perfectos canallas en esta serie, arrogantes y cabrones, sin el glamour falso de otras ficciones televisivas.

Jimmy McGill es un buen tío que se envilece pero nunca pierde su lado tierno. Además, su perfil humano destaca por el resto de personajes que le rodea: Hamlin, socio del bufete, un Robocop frío, su hermano Chuck, abogado de éxito, triunfador, envidioso de Jimmy y del mayor amor que su madre sentía por él, con una enfermedad mental que es la fobia a la electricidad, los mafiosos mejicanos, Tuco Salamanca and Company que ya conocíamos de Breaking Bad, psicópatas, aunque con su propio código de honor tan particular. El único personaje que está a la altura de Jimmy McGill es Jonathan Banks quien interpreta al ex policía Mike y quien también salía en Breaking Bad.

Si tuviera que confiar en un abogado, confiaría en Jimmy McGill.

Podéis ver la serie «Better Call Saul» en Netflix.

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Puntos de arranque traumáticos. «Cómo crear una serie» de Gonzalo Toledano y Nuria Verde

Buscamos la provocación y shock de tal manera que una situación perfectamente normal muta a una entropía caótica, un desequilibrio absoluto que descoloca al espectador y lo deja sin aliento.

¿Qué demonios está pasando? ¿A dónde quiere ir a parar esta serie?

El objetivo de los guionistas es crear emociones fuertes y giros sorpresivos, vueltas de tuerca inesperadas. Nuestra intención es romper por completo las expectativas del espectador.

Por ejemplo, la serie alemana Dark.

Baran Bo Odar y Jantje Friese crearon Dark. La serie explora las implicaciones existenciales del tiempo y sus efectos sobre los seres humanos.

Un niño desaparece en una cueva de un bosque. Agujeros en el tiempo, viaje a través de tres épocas de la Historia, venganzas, y apocalipsis con una fecha muy concreta: 27 de junio de 2020.

El arranque de Dark merece mucho la pena. No así su segunda temporada que no sabe adónde quieren ir.

Otras dimensiones, teorías científicas, dos familias conectadas a través del tiempo: la de Michael Kannwald con la de Ulrich Nielsen. Pero ¿qué papel juegan la central nuclear, las cuevas, el búnker, la partícula de Dios, la máquina del tiempo, la tabla esmeralda? Un caos de puro desconcierto que genera millones de interrogantes.

Accidente de avión

Otra serie cuyo punto de arranque es traumático es Perdidos. Un avión que se dirige a Estados Unidos cae en barrena en una isla desierta.

La serie explora la vida anterior de los pasajeros que han tomado el avión accidentado y están perdidos en la vida, sin ser conscientes de ello.

Los superviviente se encuentran en mitad del océano, sin comunicación con tierra, sin saber qué hacer y rodeados de cadáveres por todos lados. Si eso no te provoca un trauma es que estás hecha de hielo.

La competencia actual entre las cadenas y plataformas digitales ha provocado un hecho crucial respecto al desarrollo de un piloto de una serie. Hablo de los dobles y triples arranques. Ahora se busca tener un piloto, con dos o tres arranques impactantes.

En Perdidos no solo se estrella un avión en una isla desierta sino que, en ese remoto paraje, hay un terrible monstruo, una especie de oso polar que parece que se va a comer a los supervivientes, con patatas, y no va a dejar ni las raspas.

Con semejante alarde de medios, no es de sorprender que dicho piloto sea uno de los más caros de la historia de la televisión. Costó once millones de dólares. Pero el piloto de The Pacific lo supera, con 27 millones de dólares. Esta serie narra la intervención de las tropas norteamericanas en el Pacífico durante la II Guerra Mundial.

Terra Nova y Broadwalk Empire, con 20 millones de dolares por capítulo, la primera serie y 18 millones de dólares, la segunda, siguen a The Pacific.

En los próximos posts hablaré de los arranques más manidos. Hay que tener mucho cuidado con ellos. Se han explotado hasta la extenuación.

Extracto del libro «Cómo crear una serie de televisión» de Gonzalo Toledano y Nuria Verde (Ediciones T&B)

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El sufrimiento es comedia

La comedia es igual a verdad más dolor. El sufrimiento de los personajes, cuando se encuentran con la horma de su zapato y les pasa lo peor que les puede pasar, provoca risa. Por ejemplo, Sandy Kominsky cuando se entera de que su hija Mindy sale con un tío de su misma edad, la de Sandy.

Por ejemplo, Sam Malone en «Cheers». Nuestro hombre, un ex alcoholico, debe luchar todos los días contra su adiccion a su barra de bar. Se trata del colmo de los colmos. Es como poner al zorro a cuidar del gallinero.

Otro ejemplo: Phoebe Waller Brigde en «Fleabag». Un hombre que está muy buenorro, despues de darle por culo, le dice que en realidad está muy enamorado de otra chica. Qué sensibilidad, colega.

O como Ross en «Friends» tan pulcro y ordenado quien cuando se enamora de una chica desordenada y desastrosa, se desespera hasta el extremo.

¿Queréis más ejemplos?

Larry David es un guionista a punto de jubilarse en «Curb Your Enthusiasm». Un día va al cine con su mujer y una amiga de su mujer. El pantalón le hace una bolsa a la altura del paquete y la amiga de su mujer cree que Larry ha tenido una erección delante suya.

Premio gordo. Botella de lejía vacía con devolucción de casco.

Cagada. El sufrimiento es comedia. No hay que perder jamás esa idea de vista cuando escribáis comedia.

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Bloodline o cómo las familia disfuncionales funcionan en la ficción

Las personas mueren, los secretos no. Padres disfuncionales e hijos aún más disfuncionales. Mentiras, peleas, conflictos desgarradores en una familia enfrentada y disfuncional: los Rayburn. Con un hermano conflictivo, Danny, interpretado con tanta vulnerabilidad y verdad por Ben Mendelsohn que le valió un Emmy y para mí, es lo mejor de la serie. Este personaje atormentado, luchando con sus demonios interiores perdido y dolido, roto por su pasado y su mala relación con su padre que de niño le pegó una paliza y le rompió el hombro tras una tragedia familiar que nos la cuentan y repiten a lo largo de la primera temporada de Bloodline. Lo malo de la serie: no es muy original. Lo bueno de la serie: los actores y los personajes que interpretan. Desde Sam Sephard a Sissy Spacek.

¿Qué cuenta Bloodline? La historia de una familia, los Rayburn, que tienen problemas y de los gordos, no son mala gente, pero hacen cosas malas, todo narrado en un entorno paradisiaco: los cayos de Florida, donde los Rayburn tienen un hotel.

Los creadores de Bloodline son los mismos que crearon Damages.
Ben Mendelsohn expresa tanto dolor reprimido que empatizamos con él. A la derecha, en la imagen.

Danny es la oveja negra de la familia, un descastado que vuelve a casa con el motivo de la celebración del aniversario del hotel que han levantado sus padres. Pero la presencia del hermano mayor generará muchos problemas en la familia que lucha por enterrar un pasado doloroso, con la pesada mochila de la muerte de una de las hermanas, Sarah.

Lo mejor de la serie son sus personajes complejos, llenos de contradicciones y lucha interior, y los actores de primer nivel que los encarnan. La experiencia de ver Bloodline es tensa y claustrofóbica, y a veces se aleja del thriller para acercarse más al culebrón y al drama familiar sin paliativos.

El paraíso es oscuro, y nadie querría vivir en ese infierno soleado, de cálida arena y palmeras gigantes.

Puedes ver Bloodline en Netflix. Padres disfuncionales e hijos aún más disfuncionales

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«Collateral»: la crónica de una sociedad desintegrada

«Collateral» es una serie dramática, que tiene cuatro episodios, producida por BBC Two, creada y escrita por David Hare y dirigida por S.J. Clarksson. Hare nos cuenta la historia del asesinato de un repartidor de pizzas iraquí en el Londres actual, y cómo ese suceso afecta a los múltiples personajes de la serie. Carey Mulligan es Kip Glaspie, la inspectora que investiga el asesinato que es representativo de lo que pasa en la sociedad inglesa actual.

Hablar de David Hare son palabras mayores. Hare es un reputado dramaturgo desde la década de los 60, pertenece a la generación de los jóvenes airados que cuestionaron las costumbres sociales de la Inglaterra de esa época. En el National Theatre se han puesto en escena 16 obras suyas, incluyendo una trilogía sobre la Ley, la Iglesia y el Partido Laborista. Casi nadie al aparato. En cine Hare es conocido por ser el autor del guion de la película «Las horas», que a mí me pareció brutal. El libro homónimo de Michael Cunningham era muy literario, muy difícil de adaptar a la gran pantalla, con esas tres historias cruzadas de tres personajes: su madre, Virginia Woolf y Miss Dalloway en la actualidad en Nueva York pero Hare supo sacarle todo el jugo a la historia, sin perder su evocación melancólica sobre la cantidad de horas que hay que pasar en la vida, el tiempo que hay que remar, el peso de las horas, eso es lo más difícil al vivir. Hare también habla de depresión, creación y suicidio en un guion maravilloso que hila tres momentos diferentes del siglo XX. .

En «Collateral», David Hare retrata Londres y una sociedad inglesa desintegrada e inquietante, donde las instituciones (El Ejército, sobre todo) están corrompidas por intereses espurios y económicos, una sociedad infeliz, donde los refugiados se buscan la vida como pueden, asustados y con miedo, mientras mandos del ejército hacen negocio con ellos, con personajes en crisis: la jefa de la pizzeria, con una madre enferma, una joven capitán con estrés postraumático después de ver morir a su compañera por una bomba, un político laborista que no supera un divorcio desgraciado, y una cura mujer lesbiana que tiene como novia a una inmigrante china, con peligro de repatriación. El asesinato del repartido de pizzas expande su onda explosiva y liga a todos los personajes en una urdida conspiración que demuestra la enfermedad de la sociedad británica.

David Hare empezó a hacerse un nombre como dramaturgo en 1970, con su obra de teatro Slag.
Carey Mulligan interpreta a la inspectora Glaspie encarga de investigar el asesinato de un repartido de pizzas.

«Collateral» es desasosegante, inquietante, oscura, y nos habla de una sociedad desestructurada, familias disfuncionales, instituciones corruptas (cómo es la violación del mando a la joven capitana y cómo no puede pararla ni denunciarla) en un ambiente de desolación moral que gravita sobre las dos mujeres protagonistas más honestas: la inspectora Glaspie y la capitana Sandrine, interpretada por la excelente Jeany Spark.

Un tapiz de historias en torno a un asesinato cuya historia no se basa en responder a la pregunta: ¿quién lo hizo? porque desde el primer episodio de 50 minutos ya sabemos quién lo hizo, sino que se basa en urdir un tratado sobre el estado de la nación, en este caso, Gran Bretaña y sus conflictos intestinos.

«Collateral» no tendrá una segunda temporada. Una pena.

La serie no está obsesionada con los elementos del thriller, muy al contrario, al estilo de Hare, es más bien una reflexión sobre la Gran Bretaña de hoy en día, de un interés y complejidad superiores al de otras series de televisión más convencionales.

Puedes ver «Collateral» en Netflix.

En «Downton Abbey», Maggie Smith: mi apellido es ironía

Me encanta Maggie Smith, disfruto con Maggie Smith, me aflora una sonrisa de puro goce y deleite cuando entra en el plano Maggie Smith, me hace feliz ver a Maggie Smith en acción en mi serie lorazepam que me relaja cuerpo y mente: «Downton Abbey». Es una serie que engancha.

Descubrí a Maggie Smith en la película «Una habitación con vistas». ¿Os acordáis de ese peliculón? Yo la vi en Málaga en los años 80 y me emocionó. Fue una experiencia de puro éxtasis y descubrimiento y volví a mi casa del Paseo Marítimo, corriendo y trotando y saltando y bailando por la experiencia de pura magia que acababa de vivir dentro de la sala íntima y oscura, acogedor útero materno donde me pasé la mejor parte de mi adolescencia, en el América Multicines.

Ay, ay, qué flipe. Qué actorazos tan extraordinarios, qué cantidad de sensaciones sentí a mis tiernos quince años viendo la peli de James Ivory. «Una habitación con vistas» es una novela de 1908 del escritor inglés E.M. Forster sobre las primeras experiencias sentimentales de una joven mujer inglesa de la época eduardiana. Ambientada en Italia e Inglaterra, la historia es tanto un romance como una crítica a la sociedad inglesa de principio del siglo XX.

El guion es de Ruth Prawer Jhabvala.

Siempre he creído que las películas de Ivory basadas en las novelas de E.M. Foster son mejores que las propias novelas de E.M. Foster.

Bueno, pues la alucinante actriz Maggie Smith interpretaba a la tía de Lucy, Charlotte Bartlett. Y fue amor a primera vista., Desde entonces no hay película o serie en la que salga Maggie Smith que no vea solo porque sale Maggie Smith.

En Downton Abbey, Maggie está magistral como Lady Grantham, supurando ironía y fino sarcasmo mientras paladea una copa de jerez (la serie puso de moda tomar sherry entre los más jóvenes en Inglaterra) y se resiste a los cambios de un mundo que desapareció para siempre en 1914, cuando empezó La Primera Guerra Mundial.

Debe ser un gozo místico para un guionista escribir frases que sabes que luego van a salir de la boca de Maggie Smith.

Aquí he elegido una selección de lo más trufado e irónico de su repertorio:

-No seas tan derrotista querida. Es tan clase media. (A lady Edith)

-El matrimonio es un negocio a largo plazo. Para la gente como nosotros no hay vía de escape. Asegúrate de elegir bien. (A lady Mary)

-¿Qué es el fin de semana?

-No hay nada más fácil que evitar a la gente que no te gusta. La prueba definitiva es evitar a los amigos.

-Los principios son como las oraciones. Nobles, por supuesto, pero muy incómodos en una fiesta.

-Ningún inglés debería soñar con morir en casa de otra persona.

-¿Cuál es el problema? Tengo muchos amigos que no me gustan.

-Supongo que no podemos asesinarle. (Al embajador turco)

-¿Qué es esto? ¿Un instrumento de comunicación o una tortura? (sobre el teléfono)

Es una serie que engancha.

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Nuria Verde

Nací en Madrid, en 1971. Soy licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense. Trabajo como periodista en Televisión Española. También he trabajado como guionista en diferentes series de televisión (Cuatro, Canal +, Telecinco). Asimismo, soy autora del libro Cómo crear una serie de televisión (T&B Editores, 2007) y de la novela El verdadero tercer hombre (Ediciones del Viento).

En 2010 dirigí un corto, Terapia, que fue nominado a los Premios Goya.

Los mejores finales de series

El mejor final de series. Hablo con mi madre del final de «Mad Men»:

-No se si lo he entendido. Pero es fantástico. Es el mejor final que he visto de una serie.

Mamá me lo explica.

-Sí, lo has entendido-digo.

Luego mamá se enrolla sobre la cantidad de folleteo que hay en «Mad Men», que es increíble. El Don Draper recién casado con la Megan, y ya está retozando en la cama con la vecina.

-Pero si se acaba de casar con Megan-grita mamá.

-Ya ves mamá. Este Don…

-No para.

-Es una vía de escape, el sexo, el alcohol, lo hace para no afrontar sus problemas.

No me gusta la deriva que ha tomado la conversación con mi madre.

-Y es increíble cuando lleva a los niños al prostíbulo en el que se crio. Pobre hombre…

-Hmmmm

-Menuda infancia. ¡Y tú te quejas de tu infancia!

-No me quejo.

-Sí te quejas…

-Megan…

-Ah no soporto a esa mujer ni a su familia. Me caen mal-remata mi madre.

Mi madre no soporta a Megan.

-Bueno, a mí tampoco me cae bien Megan.

-Qué tía más desagradable.

-Y al final Joan pasa de los hombres.

-Es que qué mal han tratado los hombres a Joan. Como para no pasar de ellos.

Mamá y yo hablamos de finales de series. Pero pronto me siento muy frustrada. Mamá no tiene HBO, de hecho «Mad Men» se la ve en DVD’s que compra por Amazon, flípalo, lorito.

Con mamá, no puedo hablar del final de «Los Soprano» ni de los de otras series que me han chiflado.

El final de «Los Soprano» es un final abierto, y me encantan los finales abiertos. David Chase se arriesgó al poner el punto final a su serie, además el creador de «los Soprano» tenía muchas presión encima. Lo cual siempre es una carga para un guionista.

¿Qué final de serie me ha gustado mucho últimamente?

El final de «Mare of Easttown» me encantó. Por favor, Brad Ingelsby que sea una miniserie cerrada, que no haya segunda temporada.

Odio que las miniseries se alargan en un bucle de temporadas.

Y a vosotros, ¿qué finales de series os han gustado? Se admiten apuestas.

Puedes ver «Mare of Easttown» en HBO.

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Nuria Verde

Nací en Madrid, en 1971. Soy licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense. Trabajo como periodista en Televisión Española. También he trabajado como guionista en diferentes series de televisión (Cuatro, Canal +, Telecinco). Asimismo, soy autora del libro Cómo crear una serie de televisión (T&B Editores, 2007) y de la novela El verdadero tercer hombre (Ediciones del Viento).

En 2010 dirigí un corto, Terapia, que fue nominado a los Premios Goya.