Cómo escribir los giros de guion para que sean eficaces narrativamente. «Bloodline»

«Bloodline» es una serie más interesante de lo que parece a primera vista y tiene a la familia como oscuro, infinito material para escribir. Atención spoiler. Voy a hablar de cómo se prepara un giro de guion para que sea eficaz en la progresión dramática de la historia y tenga un impacto narrativo potente.

En la primera temporada de «Bloodline», vemos la secuencia brutal en la que Sam Shepard, quien interpreta a Robert Rayburn, padre de la familia protagonista de la serie, pide a su hijo Danny, que se largue de casa porque es lo mejor para todos, y se lo pide porque «quiere proteger a su familia».

-Soy tu hijo-dice Danny.

Pero el lado mezquino de Robert sale a la superficie y expulsa a su hijo del paraíso de los Cayos de Florida porque le sigue culpando de la muerte de su hija Sarah hace un porrón de años.

Cómo escribir los giros de guion
Sam Shepard (Robert Rayburn) and Ben Mendelsohn (Danny Rayburn) protagonizan una secuencia clave en «Bloodline», que prepara la importancia del giro de guion que va a suceder.

Bueno, es un poco raro. Porque precisamente Danny acaba de salvar a su padre cuando sufrió un derrame cerebral mientras estaba navegando en canoa por los Cayos, y su padre no estaba seguro de qué hacer con el testamento, si desheredar a su hijo o no, y parece que su relación había mejorado. Pero, obviamente, era un impresión falsa.

Esta secuencia prepara el terreno para el giro de guion que viene poco después: Robert Rayburn muere. Danny decide quedarse en la casa familiar, con la perturbación que su decisión acarrea para su familia.

Los guionistas han preparado el terreno para que la muerte de Robert tenga un efecto aún más dramático en la historia. Ahora Danny oculta la decisión de su padre y se queda en casa sí o sí. La muerte de Robert es inapelable en el guion de «Bloodline». No queda otra opción.

El problema de Bloodline

El problema y gordo de Bloodline es que las tramas avanzan con mucha lentitud, hay muchas secuencias de relleno, el misterio de la chica hispana muerta, por ejemplo, se mueve a paso de tortuga, el único personaje que se hace interesante es el de Danny Rayburn interpretado por Ben Mendelsohn, porque es al único al que le pasan cosas dramáticas de verdad y tiene un conflicto tenso con su padre, sus hermanos, y también, aunque en menor medida, con su madre.

Los showrunners de «Bloodline» son los mismo creadores de la serie «Damages» y eso conlleva un sello de prestigio y éxito. Pero la fuerza dramática que poseía «Damages» se diluye en «Bloodline» a medida que la serie avanza, y se colapsa en su segunda y tercera temporada.

La historia del hijo pródigo se resuelve en una miniserie de seis episodios como mucho. Aquí se marea la perdiz demasiado, perdiendo de vista la progresión dramática, una vez que se acaba la primera temporada. Lo que pasa es que los actores están tan geniales que sigues viendo la serie porque ellos te enganchan, y dices, venga, un poco más. Se echa de menos a un personaje tan potente como Gleen Close en «Damages».

Danny tiene que responder al tercer grado al que le somete su hermano John.

Puedes ver «Bloodline» en Netflix.

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