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¿Dónde comería Peggy de «Mad Men» en Málaga?

Peggy cuenta la historia de la incorporación de la mujer al trabajo y el ascenso de su carrera profesional. Es una publicista muy buena, destaca por su creatividad y su olfato profesional. Es disciplinada y maja. Siente un vacío en su vida personal, y a veces, al llegar a casa se pone a llorar. Cosa que yo también he hecho un huevo de veces, quemada por los sinsabores y disgustos de la oficina.

Su peor apuesta fue quedarse embarazada de Pete Campbell al perder la virginidad, tener al bebé y luego darlo en adopción a su propia hermana

Si Peggy estuviera en Málaga comería en «El merendero de Antonio Martín». Tiene unas vistas alucinantes a la playa de La Malagueta. Se pediría un arroz meloso mar y monte, unas croquetas que son caseras y espectaculares y me recuerdan a las que hacía mi abuela Manola. Para culminar, almejas con vino blanco, aceite y perejil, y para beber, vino rosado.

Un diez.

Peggy saldría de las trapacerías, intrigas y emboscadas de Madison Avenue y se relajaría a solas. Luego podría visitarla Stan, su amor. Pero me imagino a Peggy sola en Málaga, deambulando a su aire por las callejuelas del centro, y alquilando un apartamento cerca de la catedral.

El merendero de Antonio Martín ha sustituido al tradicional restaurante Antonio Martín. Cuando era niña me echaron de la entrada mientras esperaba la ruta para el colegio León XIII con mi amiga Mónica. El portero nos dijo que hacíamos mal efecto de cara al negocio.

Pero pelillos a la mar.

«Mad Men» trata de la mentira, de la falsa la apariencia, del ego y de la vida. Es una de las series que irradia más verdad de toda la historia de la televisión.

Su creador Matthew Weiner nació en 1956. No es tan mayor como para recordar la época que evoca con tanta maestría «Mad Men». Su oficina es tal y como una esperaría del creador de la serie. Rezuma estilo vintage y tiene un mueble bar de caoba con todo tipo de licores. Pero el mobiliario venía con el edificio que es de 1955, y las botellas son regalos, una pena porque Weiner casi no bebe.

Para captar la sensibilidad de Weiner necesitas una buena dosis de introspección. Una foto de los actores de la serie en el set. Hay una tarjeta casera de uno de sus cuatro hijos en la que se lee: «Dad Men» en pastel rojo y negro.

Su biblioteca está abarrotada con novelas, ensayos y poesía. Desde «Diaries of Old Manhattan» a «Moby Dick».

Fue campeón de «Jeopardy». Antes que ponerle notas en el guipn se puso a bailar «Zou Bisou Bisou» para enseñarle lo que quería a Jessica Paré (Megan Draper) Weiner da la impresión de que nunca duerme. Escribió «Mad Men» los fines de semana y por la noche mientras trabajaba doce horas en una comedia que le alimentaba y le daba para pagar las facturas. Le gusta escribir por la noche.

Weiner empieza cada temporada de «Mad Men» leyendo el prefacio de «Collected Stories» de John Cheever: «A un escritor se le ve andar con torpeza, atarse la corbata con torpeza, hacer el amor con torpeza. Casi siempre está solo. Se enseña a sí mismo».

¿Dónde está «El merendero de Antonio Martín»? Plaza de la Malagueta, 4.

¿Dónde puedes ver «Mad Men»? En Amazon Prime Video.

¿De qué va? Aclamada serie dramática que narra los comienzos de una de las más prestigiosas agencias de publicidad de los años sesenta, y centrada en uno de los más misteriosos ejecutivos de la firma, Donald Draper, un hombre con un gran talento. «Mad Men» es la mirada a los hombres que dieron forma a las esperanzas y sueños diarios de los americanos de la época. En 1960 la publicidad era considerada una de las profesiones con más glamour. Era un momento de gran ebullición en todos los sentidos; la manipulación profesional y el acoso sexual son parte del trabajo y de los negocios. Sterling Cooper Advertising diseñaba mejor que nadie las campañas de publicidad. Su lema era: «No importa lo que seas. Lo importante es cómo lo vendas..

Lo mejor: Su verdad.

Lo peor: Nada.

¿Con quién verla? Con compañeras de trabajo.

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«El hijo»: la depresión juvenil y el suicidio

Me pasa algo extraño con esta película. Creo que se adopta el punto de vista equivocado, el punto de vista de «El padre» era el del padre, y aquí en «El hijo» también es el del padre, Hugh Jackman, lo cual,desde elpunto de vista del guion, es un error. Zeller no profundiza en la depresión que está atravesando Nicholas (Zen McGrath), y se centra en el incordio que representa en la nueva vida de su papá y de su nueva familia. Pero se produce una equivocación con el punto de vista, que está demasiado distanciado.

Me siento identificada con Nicholas, el hijo de Hugh Jackman, un depresivo de libro. Por esa razón, veo «El hijo» hasta el final durante una lluviosa, gris y monónotona mañana de domingo. Cuando tenía 17 años, pasé por una depresión y no quería vivir. La vida me parecía una mierda, y no sólo eso, sino que sufría y no sabía lo que me estaba pasando, no se lo contaba a nadie. Pero mis padres me encontraban insoportable, alguien difícil e inaguantable. Me fui un año a estudiar a Francia. Con el paso de los años, me doy cuenta de que estaba deprimida y devastada emocionalmente. Pero entonces sólo me encontraba en un agujero sin salida.

En «El hijo» se nos cuenta una historia parecida, con la variante de la nueva familia del padre de Nicholas, el doloroso divorcio,el bebé con na mujer más joven, el abandono de Hugh Jackman.

La madre, interpretada por Laura Dern, le dice al padre:

-Me siento un fracaso total.

La culpa de Hugh Jackman emerge como un iceberg negro en su conciencia.

-No estuve allí para él.

En otro momento de «El hijo»:

-Antes había tanta alegría en nuestra familia.

Uno de los puntos fuertes de Zeller como guionista es que sabe crear muy buenos diálogos, pero se le escapa el punto de vista en esta película y la historia se diluye. Quiero saber de lo que le pasa a Nicholas. Quiero profundizar en su enfermedad mental como en «El padre» profundizábamos en el Alzheimer.

-He intentado estar ahí para ti. He intentado darte fuerza. ¿qué es lo que te pasa? ¿estás tomando drogas? ¡Crees que puedes hacer lo que te de la gana en la vida?

-No se lo que me pasa papá-llora, Nicholas.

En una entrevista con Vanity Fair, Florian Zeller, el director de «El hijo», aseguraba que «es tan difícil ser un buen padre o una buena madre y afrontar una situación en la ya no sabes qué hacer. Me doy cuenta de que hay mucha gente con problemas relacionados con la salud mental y la familia. Hay tanta vergüenza e ignorancia acerca de los problemas mentales. Esta película es una forma de compartir lo que he aprendido y abrir una conversación».

“Como público lo que realmente quiero es estar en una posición activa, no sólo sentarme y ver una historia que ya se ha escrito y dicho sino que quiero estar activo y ser parte de la narración. Es una manera de sacar el tema y no enterrar la cabeza porque se que lleva tiempo dar con las claves. Y muchas veces es un tiempo que no tenemos si queremos evitar la tragedia».

-¿Dónde puedes ver «El hijo»? En varias plataformas.

Lo mejor: La actuación de Zen McGrath. Defiende un papel muy difícil.

Lo peor: El punto de vista distanciado.

¿Con quién ver «El hijo»?: Con tus hijos adolescentes. La depresión es la principal enfermedad del siglo XXI.

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Crítica del documental Garnet’s Gold: en busca del sentido de la vida

El protagonista del documental «Garnet’s Gold» me ha recordado a mi padre. La historia me ha conmovido hasta el hondón porque es una loa a los seres que se atreven a soñar. Crítica del documental Garnet’s Gold: en busca del sentido de la vida.

No conviene ver este documental desde unos parámetros tradicionales, incluso lógicos: narrativa, acción, giros. Esa visión os decepcionaría. Pero si buscas belleza, lirismo, y poesía «Garnet’s Gold» es tu historia, saldrás satisfecha.

«Garnet’s Gold» es una mirada tierna y lírica a los soñadores, a los excéntricos, a los fantasiosos, a los que la realidad se les queda pequeña.

Armado de montones de viejos mapas, una barca en la que entra el agua y un corazón renqueante, ‘Garnet’s Gold’ sigue la temeraria, valiente y quijotesca aventura de un hombre extraordinario en busca de un tesoro escondido, en un tardío rito de iniciación para recuperar su alma y redescubrir el sentido de su existencia. De los productores de ‘Searching for Sugar Man’ y ‘Man on Wire’, el documental toca temas universales como los sueños, la inspiración y la fuerza inextinguible de la esperanza. 

Ed Perkins dirige «Garnet’s Gold» y te hace reflexionar sobre el sentido de la vida, te hace mirar dentro de ti y revisar tus propias quimeras, sueños fantásticos -que no se cumplieran es lo de menos, que casi se cumplieran es lo de más,-porque Perkins investiga la capacidad soñadora del ser humano, la mayoría de las veces destinada al fracaso.

Pero no hay tristeza en la historia sino pura poesía. Es un claro ejemplo del llamado de documental de personaje, en el que el guion se centra en un personaje potente y la trama es casi anecdótica, el elemento que menos importa

Garnet Frost es un excéntrico hombre inglés con muchas inquietudes, que se embarca en los mas curiosos proyectos mientras cuida de su enferma y encantadora madre.

El señor Frost no consulta a ningún experto ni se documenta demasiado antes de emprender la búsqueda de su tesoro, el barco hundido con un cargamento de oro, que creyó descubrir una vez cuando se perdió en las Highlands cuando era joven.

Pero el meollo del documental es que Mr. Frost no busca el oro sino el sentido de la vida. El acierto de la realización con imágenes bellas y melancólicas es absoluto.

«Me parece haber estado dormido todo mi vida», dice Mr.Frost como si fuera un personaje de La vida es sueño de Calderón de la Barca. Todos tenemos esa sensación, Mr. Frost.

Lo mejor: La poesía que destila el documental y el personaje excéntrico y dulce de Garnet Frost.

Lo peor: Nada. Es un documental sorprendente.

Dónde ver Garnet’s Gold: En Amazon Prime Video.

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Nuria Verde

Nací en Madrid, en 1971. Soy licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense. Trabajo como periodista en Televisión Española. También he trabajado como guionista en diferentes series de televisión (Cuatro, Canal +, Telecinco). Asimismo, soy autora del libro Cómo crear una serie de televisión (T&B Editores, 2007) y de la novela El verdadero tercer hombre (Ediciones del Viento).

En 2010 dirigí un corto, Terapia, que fue nominado a los Premios Goya.

«The Quiet Girl»: la cumbre de la sensibilidad cinematográfica

Una niña vulnerable y sensible a la que sus padres no hacen caso. No por maldad sino porque están centrados en criar a las dos bebés, entre peleas y frustraciones que la niña escucha. Una niña introvertida que se esconde, que no es vista, que no recibe cariño ni atenciones pero no se queja. Su desesperación interior está enterrada en capas y capas de silencio. Su vivencia de soledad sólo la conoce ella misma.

En especial, su padre es un desastre. Cuando surge la idea de mandar a Cáit con unos primos de la madre que marchan mejor, el padre, en el coche, es un poema. El tío lleva a su hija como un fardo mientras fuma y oye el fútbol en la radio, sin hablar con ella como si no existiera.

Cuando el padre se vuelve a casa, ni siquiera se despide de Cáit, encima se lleva su maleta por pura falta de atención hacia su hija y hacia su bienestar.

-Yo nunca dejaría a mi hija en la casa de unos desconocidos-dice la tía de Cáit, una mujer delicada y maja.

Cáit se da cuenta de que a sus padres, las personas que se supone que la quieren más, no les importa demasiado. Pero Cáit observa y calla. Se empapa en tristeza hasta que arriba a la granja de sus tíos, donde la tratan mucho mejor, y ella crece por dentro.

Un entorno más amable para una nueva vida menos melancólica.

Cáit también se da cuenta de que el silencio es como un escudo que la protege. Aunque intuye que hay un doloroso secreto en su nuevo hogar.

La Irlanda rural, 1981. Cáit es una reservada niña de nueve años que está desatendida por parte de su pobre, disfuncional y demasiado numerosa familia. Se enfrenta en silencio con dificultades en la escuela y en casa, y ha aprendido a pasar desapercibida para cuantos la rodean. Cuando llega el verano y se acerca la fecha del parto de su madre, Cáit es enviada a vivir con unos parientes lejanos. Sin saber cuándo volverá a casa, se queda en el hogar de unos desconocidos sin más pertenencias que la ropa que lleva puesta. Poco a poco, y gracias a los cuidados de la familia Kinsella, Cáit realiza notables progresos y descubre una nueva forma de vivir. Pero en esta casa donde reina el afecto y no parece haber secretos, ella descubre una dolorosa verdad.

«The Quiet Girl» me pone un nudo en la garganta porque es una peli muy triste, muy delicada, muy de las tragedias de la vida que pasan sin explicación, una historia sobre los que sobreviven, gente buena, que siguen viviendo a duras penas con su carga interior.

En mitad de la noche, Cáit escucha hablar a sus padres de ella y se siente más sola que nunca:

-¿Cuanto se la van a quedar? ¿Hasta que nazca el bebé?

-Claro, se la pueden quedar tanto como quieran-contesta el padre.

En realidad, el personaje más negativo en «The Quite Gird» es el padre de Cáit. La desgana, la indiferenciaa y la frialdad que muestra hacia Cáit y hacia el resto de la familia es lacerante. Por esa razón y otras muchas, el final es tan emocionante y hace que me duela el corazón.

Es una historia muy paciente, que administra sus pausas, sus silencios, su música, su ausencia de música. Me sereno viéndola, con un pellizco en el pecho.

Me conmueve el matrimonio de los tíos que forman los actores Carrie Crowley y Andrew Bennett

Me impacta cómo Bairéad retrata la miserable y devastada vida de la pequeña protagonista, sin énfasis, sin subrayados, sin forzar las cosas. Me atenaza la sensación de que estoy allí con Cáit, dentro de un cuadro sintiendo lo que siente, con el corazón encogido por la melancolía que impregna la atmósfera cotidiana.

Es un guion sensible y desagarrador sobre un tema que me importa mucho: la crianza. Esta basado en una novela de la escritora irlandesa, Claire Keegan, que se llama «Foster».

-Nos quedamos a la niña, muy contentos-dice la tía que cuida a Cáit como nunca la han cuidado sus propios progenitores.

Súper recomendable.

En una entrevista a Colm Bairéad, el director de «The Quiet Girl» afirmaba que «había leído un artículo en «The Irish Times» en 2018, sobre una lista de las diez mejores novelas escritas por escritoras irlandesas. «Foster» estaba en esa lista. No la había leído. Así que salí y me compré el libro. Es un relato largo y así es como a Claire le gusta calificarlo. Lo leí en 40 minutos, y me deslumbró. Me puse a llorar cuando leí el final. Me conmovió tanto la historia. Me encantó que el punto de vista fuera el de esa niña».

«Sus ojos filtran la historia, sus oidos, su corazón de niña, y es tan inmersivo y compasivo. Había sido padre hacía un año y Cleona, que es la productora de la película y mi mujer, estaba embarazada de nuestro segundo hijo, así que estábamos conectados con el tema padres. Como padre primerizo, soy muy consciente de lo que un niño necesita y del amor que sientes por el pequeño. Y encontrarme a esta niña que anhela todas esas cosas y no las recibe, sentí una responsabilidad paternal hacia el personaje y, de cierta manera, quería cuidarla».

¿Dónde puedes ver «The Quite Girl?

Lo mejor: Que ciertas partes del guion permanezcan ocultas, implícitas. La mirada sensible. La increíble interpretación de Catherine Clinch.

Lo peor: Nada

¿Con quién verla?: Con hijos y sobrinos, con tu madre.

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La estructura del guion de «Normal People»

Me he dado cuenta de que, aparte de que los diálogos de «Normal People» sean excelentes, la estructura del guion de algunos episodios de la serie sigue un patrón determinado, que funciona, realmente, bien. Por ejemplo, al principio del capítulo, hay un teaser, un anzuelo. Vemos a Marianne, hecha polvo por algo que ha pasado, algo que, obviamente, no sabemos. Marianne, muy depre, mira un fregadero con cristales rotos en el sumidero. Un rótulo nos informa de que nos encontramos «Seis semanas después» en la historia. Un flashforward en toda regla que nos deja con la intriga de lo que ha pasado, con el misterio de porqué Marianne ha acabado en esa situación desgraciada. A continuación, viene un flashback que nos desmadeja el hilo argumental de episodio.

Funciona.

Por otra parte, en «Normal People» hay una importancia tremenda de la mirada de los protagonistas, Connell y Marianne. La pareja se expresa su amor mirándose cuando están rodeados de otra gente, con una comunión mística, que deja a los demás al margen.

Recuerdo que, en 2004, me apunté a un curso de guion de largometraje que impartía la guinista y directora Daniela Fejerman en ALMA, el sindicato de guionistas. Daniela era conocida en el mundillo cinematográfico por haber escrito y dirigido, junto con Inés París, «A mi madre le gustan las mujeres» que partía de una experiencia autobiográfica de Fejerman con su madre.

Los cinco alumnos, incluido mi compañero de RTVE, César Vallejo , nos escapábamos con Daniela, nuestra profe de guion, al Starbucks que estaba en la calle Marqués de Valdeiglesias. La cafetería hacía chaflán.

Allí, hablábamos de esto y de aquello, de lo divino y de lo humano. Pero un día surgió la pregunta entre los alumnos de cómo se expresaba el enamoramiento en guión. ¿Con qué línea de diálogo?

Daniela nos dijo que la mejor forma de hacerlo era una mirada entre la pareja enamorada.

La serie «Normal People» nos da un máster sobre miradas cuajadas de amor. Los actores son buenos y funciona muy bien.

Cuando Connell y Marianne hacen el amor con otras personas, la experiencia resulta insatisfactoria y mecánica. Este hecho se contrapone a cuando ellos hacen el amor, y se fusionan, y se comunican, y sus almas tiemblan ante el abismo.

El mal sexo ocurre cuando Marianne se acuesta con Jamie, o cuando, borracho, Connell se magrea con la señora Leary.

En la excenas de sexo, un fenómeno curioso pasa con la forma de realizar la serie. El plano se abre mucho, y vemos culos bombeando, cuerpos rebotando, distancia, caras de Marianne con la cabeza en otra parte cuando se acuesta con alguien que no sea Connell. Sin embargo cuando Marianne y Connelll se acuestan, el plano se cierra y nos centramos en el dulce y salvaje erotismo, en la pura alegría que irradian sus rostros.

¿Dónde puedes ver «Normal People»? En Movistar +

¿De qué va? Marianne (Daisy Edgar-Jones) y Connell (Paul Mescal) son dos jóvenes que intentan madurar en la Irlanda sumergida por la crisis financiera del 2008. Adaptación de la novela de Sally Rooney, definida por The New York Times como la primera gran escritora ‘millennial’.

Lo mejor: Su autenticidad.

Lo peor: Que no haya más temporadas.

¿Con quién ver «Normal People»? A solas.

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La creatividad según Don Draper en «Mad Men»

Lucía Blázquez, mi compañera en el programa de RTVE en el que trabajo, «Objetivo Igualdad», lo podéis ver en RTVE Play, y yo estamos leyendo a la vez el libro «Libera tu magia» de Elizabeth Gilbert acerca de la creatividad. Luego lo comentamos. El otro día, en la comida de despedida de Andrés por su jubilación, al comentario de una compañera de que va a haber más escritores que lectores con un ramalazo de cierta inquina, Lucía respondió que hay que escribir por placer, por vivir, por expresar y rescatar los tesoros escondidos que llevamos dentro. Es la tesis de Gilbert. Y estoy muy de acuerdo. Ahora que estoy volviendo a ver la serie «Mad Men», de principio a fin, no puedo más que fijarme en cómo Don Draper y su grupo de creativos también «liberan su magia» a la hora de crear anuncios de publicidad ya sea para sujetadores Playtex o para Heinecken o para la cadena de hoteles Hilton.

Don anota las ideas que le asaltan la cabeza en servilletas de papel allí donde le pillen ora en un bar ora en una cafetería ora en un club. Elizabeth escribe en su libro que las musas nos asaltan allí donde nos cojan y nos susurran las ideas para que las agarremos al vuelo, las habitemos o sino buscan otras cabezas donde posarse para inspirarlas.

Don Draper y su grupo de creativos son escapistas. Don se marcha al cine porque se aburre en la oficina y «porque él ve todo» como dice Peggy, y se extraña cuando no ha visto la canción «Bye Bye Birdie» de Anne Margaret. Don pierde el tiempo y muchas veces desaparece de la oficina, sin dar explicaciones, porque necesita recargar las pilas. Durante la fusión de Sterling and Cooper con la agencia británica, por ejemplo, no está presente y todo el mundo se pregunta dónde se ha metido. Está en California, con Anna, la verdadera mujer de Don Draper, renaciendo, y metiéndose en el mar en una ceremonia de bautismo de nuevo hombre.

La creatividad también supone utilizar la propia vida, utilizar el material de construcción de su propia experiencia para nutrir sus presentaciones ante los clientes, como hace, por ejemplo, Don Draper con el carrousel de Kodak y las cervezas Heineken.

Por otra parte, a los creativos les gusta perder el tiempo, andar con coñas, dejar flotar la imaginación y decir tonterías, incluso fumar marihuana en un sábado en el que toca ir a trabajar a la agencia.

Cuando llega Lane, el ejecutivo británico de la empresa compradora de Sterling and Cooper, y quiere hacer ajustes y recortar los gastos de hoteles, comidas y bebidas de los viajes de los creativos, y también en los lápices y papeles que se utilizan en la agencia, Don llega tarde a la reunión, «un poco de Don Draper es mejor que nada de Don Draper», dice Lane. Aunque, cuando Don se sienta y se entera del tema de la reunión, se levanta y se va. «A lo creativos, no les quites los lápices, Lane».

Soy Peggy Olsson y quiero fumar marihuana

Pero mi secuencia favorita sobre la creatividad en «Mad Men» sucede en el capítulo en el que grupo de creativos -las abejas obreras, no los jefes, faltaría más-tienen que ir a trabajar durante un sábado a la agencia para crear cinco ideas sobre Ron Bacardi que no sea la principal que ya tienen. Ahí se ve muy bien cómo funciona la mente creativa. Se reúnen Peggy, Paul y Eddy en la oficina de Paul Kinsey, y empiezan a decir paridas, a soltar lo primero que se le ocurre, a mamarse con las botellas gratis que tienen de Bacardi, a fumar, y a quejarse de los jefes y a envidiarles por las cosas más ociosas, más placenteras que están haciendo en ese momento.

En un momento, a Eddy (aprovechando una salida de Peggy) se le ocurre que podrían comprar un poco de marihuana y colocarse.

-Nada me gusta más que colocarme-dice Paul.

Paul dice que conoce a un camello que era un antiguo compi-Universitatis y que puede llamarle. El tipo se planta en la oficina y les vende hierba. Entonces Paul y Eddy se ponen a fumar sus porros, y Peggy se huele que están haciendo algo divertido a sus espaldas y llama a la puerta, le abren y dice esa mítica frase:

-Soy Peggy Olsson y quiero fumar marihuana.

Ja, ja, ja. Flipante. Total que Peggy se pone la cabeza filpada de maría y echa humo por las pituitarias y las meninges que convierten Sterling y Cooper en la verdes praderas de Marihuanalandia, cuando Eddy le dice que podían subir a la azotea.

Entonces a Peggy se le ocurre la idea genial sobre Ron Barcardi. Se imagina a una pareja en la azotea de su oficina, con totalla, crema bronceadora, en bañador, unos palos y un sombrajo al lado de una botella de Ron Barcardi y un slogan que reza: Bacardi Beach.

La inspiración le llega a Peggy cuando se encuentra ‘trabajando’ y la pilla al vuelo. Coge a la musa de la cola y corre hacia su despacho para decirle a Olive, su secretaria, que le de un dictáfono y un vaso de agua fría para grabar la idea de la playa de Bacardi en la azotea.

La meditación convertida en anuncio

Precisamente, Don Draper convierte una experiencia espiritual, la práctica de la meditacion y la conexión con Dios, en un anuncio mítico de Coca Cola de los años 70 en el que personas de todas las razas se cogen de la mano y cantan a favor de la paz y de la unión de la humnidad.

Sin embargo, dentro del grupo de los creativos, donde Peggy es la única mujer, hay diferencias de trato y de salario, a Peggy siempre la mandan a por hielo para los copazos de whisky, y a por café. Encima, es la que cobra menos. En una secuencia de la tercera temporada de «Mad Men», Peggy le pide en un aumento de sueldo a su jefe Don, pero éste le dice que no es un buen momento en la empresa porque Lane les está quitando hasta los clips que usan. «Pero éste es mi momento. Y lo dejo claro», replica Peggy.

Peggy se queda mirando a Don y dice:

-Te miro y pienso: él tiene todo y de todo en abundancia.

El don de la siesta

Don se encierra en su despacho y se echa largas siestas después de mamarse muchísimo lo cual despierta mi envidia. La siesta es un tiempo de desconexión con el capitalismo como decía Miguel Ángel Hernández en su ensayo «El don de la siesta». El escritor hace una apología de la siesta como parte del tiempo bifásico en que está programado el ser humano genéticamente para dormir durante el que desconecta del impulso de hacer cosas y más cosas, un tiempo de nada, un tiempo de parar. Un tiempo bendito y quieto al margen de la carrera de ratas que se desarrolla fuera del oasis de la cama y del olvido del sueño.

Asociada a la pereza y al ocio, la siesta contraviene uno de los principales principios del mundo moderno: la pulsión e histeria productiva, el flujo de hacer cosas. Sin embargo, en la agencia Sterling and Cooper, la gente que idea los anuncios se suele echar una cabezadita y así trabajan mejor por la tarde. El hábito de dormir después de comer se convierte en un acto guay, consumible y vendible que mejora la productividad creativa.

La siesta como pilar de la creatividad, el oceáno de descanso en que bucea la mente como un bebé. La siesta es un parón capaz de transformar e interrumpir el ritmo trepidante del tráfago del presente. Es ina fuente de inpiración para abandonar la vigilia de la realidad y la presión laboral durante un intervalo de tiempo.

Cuando Don llega a casa del trabajo, siempre se echa un rato en la cama y respira el silencio mientras Betty se ocupa de todo lo doméstico y del cuidado de Sally y Bobby, sus hijos.

Libera tu magia

Elizabeth Gilbert nos dice en su libro «Libera tu magia» que todos somos creativos, que en el trabajo creativo te tienes que arriesgar a equivocarte, y sólo sufrirá tu ego, no tu alma, y que te tiene que gustar tanto ese ‘arte’ como para estar dipuesta a comerte el marrón porque los trabajos creativos no son sólo positivos sino que se asemejan al ying y al yang, hay una parte yang pesada y aburrida, el marrón, pero te compensa tanto la satisfacción de escribir, pintar, crear música, que lo necesitas y no puedes prescindir de ello. Por esa razón, una se come el marrón cuando escribe.

Cuando McCann absorbe al personal de Sterling & Cooper, Don se da cuenta, en una reunión, de que él ya no puede ejercer su creatividad, comprende que le han relegado a un puesto de ejecutivo, que no crea nada. Entonces, Draper se marcha de la reunión y de la agencia. Escapa en su coche rumbo a California por la carretera que serpentea la costa oeste. Pero donde vayas, allí te llevas. Don es incapaz de huir de sí mismo.

Una vida creativa más allá del miedo

Gilbert nos anima en su relato de inspiración a vencer al miedo, porque el miedo siempre acompaña cualquier acto creativo sea de la naturaleza que sea, pero no está al mando, al volante del coche de la creatividad estás tú, y al miedo lo aceptas y lo sientas en el asiento del copiloto mientras tú conduces.

En su libro, Elizabeth nos dice que los seres humanos tenemos una faceta creativa que casi nunca conseguimos o queremos desarrollar por motivos prácticos o personales. Gilbert defiende la necesidad de expresar el tesoro de la creatividad que llevamos dentro superando la verguenza, el miedo a hacer el ridículo, a perder el tiempo, a no valer, a no ser tomada en serio.

La autora de «Comer, amar, rezar» nos inspira para abrazar la parte mística e intangible del acto creativo. La escritora explica cómo tener una relación nutritiva con la inspiración, cómo ser disciplinada pero no tomárselo demasiado en serio, cómo seguir el instinto de la curiosidad, cómo no albergar demasiadas expectativas sin dejarse desanimar y como cada acción codiana (hacer un dibujo, patinar, escribir un poema, decorar la casa alimenta esa parte creativa que forma parte de nuestras vidas.

Elizabeth Gilbert desmitifica por completo la figura del artista maldito y atormentado, y defiende una actitud abierta, recepctiva, positiva, nutritiva en busca de la inspiración como fruto de una curiosidad sana, y una determinación que mantenga elego a raya y que también nos permita aceptar decepciones y fracasos.

La creatividad está en el aire

Por otra parte, Don Draper está abierto a dejarse empapar por ideas allí donde esté, recortando el anuncio de un anuncio de un coche mientras espera a que nazca su tercer hijo en la sala de espera de un hospital, cogiendo fotos familiares para la presentación de su aparato de diapositivas de Kodak, fijándose en el anuncio de un escarabajo Wolkswagen en el que el vacío es el elemento predominante mientras viaja en el tren.

Elizabeth Gilbert nos dice que todos nacemos creativos. Sólo hay que ver a los niños dibujar, inventar, crear, fantasear y obsesionarse con esas fantasías que, a veces, son fuentes de ansiedad y terrores nocturnos. Las niñas imaginativas, Antoñitas las fantásticas, son propensas a las pesadillas y a temer monstruos y horrores. Alguien tan creativa como Sally Draper sueña con fantasmas y se cree que su hermano bebé es una reencarnación de su abuelo Gene.

-Aun no sabemos quién es este bebé y tampoco sabemos quién va a ser. Y eso es maravilloso-le dice Don a su hija.

Esta cuestión se aprecia, muy claramente, también en la película de «Los Fabelman», en la que Sammy, un Steven Spielberg de niño, se impresiona con la escena de un tren que choca con un coche y descarrila y la reproduce una y otra vez con su tren de juguete. «Quiero tener control sobre lo que pasa», dice el pequeño Sammy. Su madre, Mitz, le dice que lo grabe en Super 8 y lo vea las veces que sean necesarias, a la vez, puede jugar con su ferrocarril sin provocar choques ni accidentes.

Sin embargo el creador tiene su ego, del que también deriva su creatividad. A Don le desazona cuando Joan se acuesta con un ejecutivo gordo y viejo, para vender la campaña de Jaguar. Y luego más tarde, en un flasforward muy inteligente, el jefe de creativos se planta en la casa de la jefa de secretarias para pedirle que no lo haga, para convencerla de que logrará vender la campaña por su propio talento. Pero ya es demasiado tarde. Por su parte, Harris consigue una participación en la empresa como socia.

El ego interfiere y, a la vez, es necesario en la creatividad. Don Draper tiene un pique de ideas con su creativo de origen judio, que nació en un campo de concentración en Europa, y al final impone su propuesta para realizar un anuncio de helados.

Cuando esperan la visita de los gerifaltes británicos, Cooper le confiesa a Don que «sus jefes quieren descifrar el genio americano» como creativo y le sugiere que le van a promocionar como director creativo de las oficinas de Londres y Nueva York. Don se lo deja caer a Betty, su mujere soñando juntos con su apoteósico futuro. Más tarde, descubrimos que el ascenso se queda en agua de borrajas para frustración de Draper.

En otra secuencia, Conrad Hilton muestra interes por el trabajo de Don. Le llega en un momento de bajón profesional y se ilusiona muchísimo. Pero Hilton es el ejecutivo y mandamás que no es creativo aunque le guste jugar con los creativos a su caprichoso antojo.

-Quiero que me des un consejo gratis.

-Creo que nadie le gusta pensar en un ratón en su hotel.

-La idea fue mía. ¿Se te ocurre algo mejor?

-Sí.

-¿Qué quieres?

-Una oprtunidad con tu empresa.

Como algunos ejectivos de televisión con los guionistas, que creen que saben escribir pero no saben hacer la o con un canuto, Hilton se muestra arrogante y chulesco, con Don. Pero al segundo cambia de actitud, y se muestra amable y paternal.

-Eres mi ángel, como un hijo para mí-le dice Connie Hilton a Don Draper cuando lo saca de su casa en mitad de la noche.

-¿Sabes lo que le mató a Krushev?-le pregunta el millonario al creativo.

-¿Qué?

-Que no podía ir a Dineylandia.

-Esa es buena.

-Pero no quiero política en mi campaña. Sólo quiero que haya bondad y confianza.

Sin embargo lo que Don Draper no sabe es que Connie Hilton es un caramelo envenenado. Dentro de su recubrimiento dorado, sólo hay oscuridad y ganas de humillarlo y dominarle.

-No me has dado lo que quería. Estoy decepcionado, Don.

Precisamente, en la agencia, se pasa del éxtasis al ocaso en un solo segundo cuando, durante una fiesta, una secretaria alocada le corta el pie con una segadora John Deere a la máxima promesa ejecutiva inglesa, Guy.

-Jesús, parece Iwo Jima ahí fuera. Pon una alfombra para que pase Cooper-dice Roger Steerling.

La serie se vuelve gore aunque como recuerda Sterling «no es la primera vez que pasa esto en este negocio».

En un alarde de creatividad, la pareja más guapa de la serie, Joan y Don, nunca tienen una relación sexual o sentimental.

-Así es la vida, un minuto estas en lo más alto de una montaña. Y después una loca secretaria te corta el pie con un cortacésped-dice Joan a Don sentados en la sala de espera del hospital mientras amputan un pie a Guy, quien ha firmado su muerte profesional.

El capítulo se titula: «Meter la pata en una agencia». Vaya mala leche.

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«True Detective» T4: el thriller polar que te hiela la sangre

Siempre me alegra ver a Jodie Foster en una pantalla. Es una actriz y directora que me encanta y que me ha regalado infinidad de momentos de emoción en el cine. Su presencia ilumina cualquier plano anodino y le dota de una verdad excepcional. Está especializada en hacer de mujeres obreras, de víctimas de un violación, de prostitutas y de madres desbordadas por la vida un hijo superdotado. Es una crack.

Veo, con intriga y con estimulante curiosidad, el primer episodio de la cuarta temporada de «True Detective». Ocho científicos investigan en una estación en el Ártico. De pronto, desaparecen misteriosamente.

Una canción de los Beatles suena a todo trapo mientras, en una gigantesca pantalla, Ferris Buller baila y canta durante el día en el que ha hecho pellas, en la estación vacía, donde ojito, guiño a David Lynch y a su peli «Terciopelo azul», Jodie Foster, agente de policía, encuentra la lengua arrancada de una mujer nativa.

Cinco años después de su última entrega, «True Detective» ha vuelto y busca mirarse en el espejo de su primera temporada creada por Nic Pizzolatto, lucha por reflejarse en la mítica primera parte de la saga en la que Matthew McConaughey nos quitaba las ganas de vivir, con su amargado nihilismo inspirado en la filosofía de Ligotti.

Y sorpresa, la cuarta temporada de la saga es adictiva, sorprendente, terrorífica, con grandes interpretaciones, giros de guion logrados y capaz de hipnotizarnos con su atmósfera helada.

Oscuridad, terror, y una trama detectivesca que te mantiene enganchada hasta el final, sin aliento, absorbida por su capacidad mesmerizante y lisérgica de hacernos volar como drones sobre el hielo azul de Alaska.

Aquí, Issa López, la directora y guionista mejicana, coge los mandos de la ficción y regresa a las raíces de la serie. Investiga en la oscuridad interior de las dos detectives protagonistas. Les hace enfrentarse a sus peores demonios.

Me encandila la cabecera hipnótica de «True Detective»: esos planos lisérgicos y oníricos de paisajes cuajados de nieve azul, lobos, muñecas que se bambolean en un mecedora, pesadillas y obsesiones al ritmo de un música hipnótica y muy triste.

«True Detective» bebe de las fuentes de David Lynch y Jane Campion. Es rarita de cojones. Hay negrura, nihilismo, terror, elementos sobrenaturales e inquietud desasosegante por un tubo. Bienvenidos a la noche polar del Alaska.

-¿Qué pasó en tu último caso con Navarro?-le preunta un agente joven a Jodie Foster.

-Fue bien hasta que no lo fue.

Un hombre ha asesinado a su mujer.

-Llegamos tarde. No pudimos hacer nada.

Ahora Jodie Foster tiene un nuevo caso.

-Estoy trabajando en un nuevo caso. Ocho científicos desaparecidos. Encontrados en la entrada del pueblo. Congelados-dice Jodie Foster.

En «Noche polar» hay una realidad insoportable, la de la vida.

Me apunto en bloc de notas del móvil un diálogo de Jodie Foster que me hace gracia mientras cae la noche polar sobre Madrid.

Su compañero añoso ha encerrado en el calabozo de la comisaría del pueblo a una mujer que estaba borracha y armando follón. Al poco rato, el tipo la suelta. Llega Jodie Foster que le dice al agente que ha liberado a la detenida:

No la voy a soltar sólo porque te la chupe.
-Para que lo sepas, estoy prometido.
-Sí, con la del catálogo.
-No, se llama Natalia. Es de Vladivostok.

True Detective Temporada 4 da frío sólo de verla pero esa sensación aterida es también parte de su encanto. Bienvenidos al thriller polar con inquietudes metafísicas, desasoiego sobrenatural, perspectiva obrera y feminista.

Es una lástima pero el capítulo piloto se tuerce cuando el conflicto se dispersa. Miedito me da en el momento en el que aparece ese oso polar en medio de la carretera. La trama da bandazos y pierde mi atención en algunos instantes del visionado.

¿Dónde puedes ver «True Detective Temporada 4»? En Movistar +

¿De qué va? Cuando la larga noche de invierno cae en Ennis, Alaska, los ocho hombres que operan la Estación de Investigación Ártica Tsalal desaparecen sin dejar rastro. Para resolver el caso, las detectives Liz Danvers y Evangeline Navarro tendrán que enfrentarse a la oscuridad que llevan dentro y escarbar en las atormentadas verdades que yacen enterradas bajo el hielo eterno.

Lo mejor: La dirección de Issa López y la interpretación de Jodie Foster.

Lo peor: A veces se para la trama y se dispersa el conflicto.

¿Con quién verla? A solas y bien abrigadita.

Tienes algunas de mis novelas en Wattpad.

  1. «True Detective» bebe de las fuentes de David Lynch y Jane Campion. Es rarita de cojones. Hay negrura, nihilismo, terror, elemenos sobrenaturales e inquietud desasosegante por un tubo. Bienvenidos a la noche polar del Alaska.

  2. True Detective Temporada 4 da frío sólo de verla pero esa sensación aterida es también parte de su encanto. Bienvenidos al thriller polar con inquietudes metafísicas, desasoiego sobrenatural, perspectiva obrera y feminista.

  3. -Estoy trabajando en un nuevo caso. Ocho científicos desaparecidos. Encontrados en la entrada del pueblo. Congelados-dice Jodie Foster.

  4. Me apunto en bloc de notas del móvil un diálogo de Jodie Foster que me hace gracia mientras cae la noche polar sobre Madrid.
    Su compañero añoso ha encerrado en el calabozo de la comisaría del pueblo a una mujer que estaba borracha y estaba armando follón. Al poco rato, el tipo la suelta. Llega Jodie Foster que le dice al agente que ha liberado a la detenida:
    -No la voy a soltar sólo porque te la chupe.
    -Para que lo sepas, estoy prometido.
    -Sí, con la del catálogo.
    -No, se llama Natalia. Es de Vladivostok.