Beth Dutton es mi personaje femenino cumbre de 2023-2024. Kelly Reilly la interpreta, con soltura y chulería, sin estresarse ni estropearse el cutis. Beth es una mujer de rompe y rasga, que nada y guarda la ropa, impone sus propias reglas, desea a un hombre y lo toma llevando la iniciativa. Es una mujer fuerte e imperial, -por cierto, una mujer que fuma como una chimenea, con lo mal visto que está-dotada de una ironía vitriólica y salitrosa, que haría las delicias de cualquiera buena dialoguista con mala leche.
Beth espera en la barra de un restaurante mientras fuma como un carretero. Mientras tanto, el maitre y el camarero:
-¿Le has dicho que aquí no se puede fumar?
-Sí, señor.
-¿Por qué sigue fumando?
-Dio una razón convincente, señor.
El maitre se acerca a Beth para ponerla en su sitio, para meterla en vereda con el tema del fumeque.
-Disculpe, señora.
-¿Señora?
-Señorita.
-¿Señorita? Eso sólo se aplicaría a una mujer más joven o en la edad para casarse, que en la época en la que esta región de mierda fue famosa eran los 13 años. Y cómo estoy más allá de esa edad y obviamente no estoy casada (enseña su mano derecha), el término apropiado para mí sería doncella pero si me llamas doncella, Alfred, te voy a apuñalar en el ojo con este tenedor.
-Tenemos la regla de no fumar.
-¿De verdad?
Beth se fija en las hogueras y llamas encendidas que hay en el restaurante.
-Me parece que el sitio entero fuma, Alfred. A menos que la política sólo sea que yo no fume, lo que no me creo porque nunca he estado aquí antes.
-¿Qué quieres?
-Hacer una escena, ¿de verdad quieres que la haga?
-Llamaré a Mr. Jenkins para que venga a verte.
-Te lo agradezco. Eh, acusica, pónme otra.
Reilly nació en Chessintong, Inglaterra. Se enamoró de la interpretación desde muy joven. Escribió a los productores de «Prime Suspect» para pedirles trabajo. Sus primeros papeles fueron de secundaria en series policiacas. Pero su gran oportunidad llegó con el teatro: en 2003 logró un papel en la obra «After Miss Julie» en el Donmar Warehouse, por el que fue nominada al premio Laurence Olivier. Lo petó.
Gracias a su flipante talento consiguió papeles en grandes producciones con reconocidos cineastas. Entre ellas se destacan «Sherlock Holmes», «Me and Orson Welles», «Flight» y «Pride and Prejudice». Pero su salto a la fama llegó de la mano del guionista Taylor Sheridan, quien le ofreció un rol protagónico en su obra maestra: «Yellowstone».
Cambió de acento, de británico al americano de Montana. Además, la personalidad de Beth, agresiva y manipuladora, mujer herida que hiere es la opuesta a la de Reilly en la vida real. Todo un desafío.
Tanto es asi que su compañero en «Yellowstone», Cole Hauser, dijo en IMBD que Reilly es la actriz que menos se parece a su personaje en la serie.
«Cuando leo los guiones reacciono como la gente normal: no me puedo creer que eso salga de su boca. Es una aventura. Es divertido. Es excitante».
-¿Cómo eres en tu vida normal?
-Vivo una vida muy tranquila. No voy a sitios donde me reconozcan. Estoy muy orgullosa de la serie y del trabajo de los actores.
Pero Beth Dutton acarrea un pony de personaje del tamaño de Montana. Se siente culpable por la muerte de su madre, que murió en un accidente de caballo cuando Beth era una niña, cuando a ella se le desbocó su propio caballo.
En el aniversario de la muerte de su madre, Beth se llena una bañera en el porche y se bebe dos botellas de champán para olvidar los terroríficos recuerdos que le atormentan. Cuando ve a la amante de su padre salir del rancho, le echa una mirada que reduce a la tía a chamusquina humeante.
Luego Beth tiene una conversación con papá.
-De todos los días del año, ¿por qué tiene que venir ella a verte el día del aniversario de la muerte de mamá?
-Porque es el día en el más necesito olvidar.
En otra secuencia, en un salón de un restaurante de Montana, Bob, Michael Nouri y Beth, Kelly Reilly, charlan mientras le dan al alpiste al lado de una hoguera.
-Algo que nunca he entendido es cómo puedes beber tanto y nunca dar la sensación de que estás piripi-dice Bob.
-Adderall.
-¿Y entonces por qué bebes alcohol?
-¿Qué otra cosa voy a beber, Bob? ¿Una puta Fresca?
-Beth, te he echado de menos. ¿Cuánto va a durar este año sabático?
-Un buen rato, me temo,
-Me cuesta mucho esperarte en Salt Lake.
-Puedo trabajar con mi ordenador.
-No puedes llevar una empresa por Skype, Beth.
-¿Qué te apuestas? Además, no necesito estar en Salt Lake para cargarme empresas, Bob. Mira dónde estas, es la meca del dinero gilipollas. Me sorprende no ver aquí a bebés que inviertan en fondos, azotándose unos a otros. Es la mayor concentración de riqueza en Estados Unidos. No Nueva York, no Los Ángeles sino aquí mismo. Puedo tirar un boomerang en esta habitación y dar a cinco multimillonarios.
-Si abro aquí una empresa, ¿la llevarías?
-Ah.
Entra Jenkins, Danny Houston, con su mujer. Beth se relame.
-Si lo hiciera, sé qué empresa me cargaría la primera.
-¿Conoces a Dan Jenkins?
-Sí, nos hemos visto.
-Está intentando abrir una versión de esto al otro lado de la ciudad.
-Está preparado para caer. ¿No será amigo tuyo?
-Claro que es un amigo. Pero es una cuestión de negocios. Si puedes cargártelo, cárgatelo.
-Si fueras veinte años más joven, Bob… ¿Quieres otra?
Beth se acerca a la barra del bar donde están sentados Jenkins con su mujer.
-Connor, dos más.
-Hola, Dan, ¿quién es esa?-pregunta Beth.
-Soy su mujer.
-Beth Dutton, llevo fusiones y adquisiciones para Schwartz and Meyer.
-Así que trabajas con Dan.
-Hemos coqueteado un par de veces, ¿verdad? Tienes un buen moratón, Dan.
-Fue un accidente de tráfico.
-Esos air bags te dan un buen golpe ¿eh?
Jenkins se levanta y se dispone a marcharse, harto de Beth, a quien teme más que a un nublao.
-Chicos, os vais a un cocktail en plan tardeo-dice Beth.
-Es lo único que se puede hacer, todo cierra a las nueve en esta ciudad-dice la mujer de Jenkins.
-Hay marcha si sabes dónde bucar. Deberías llamarme un día. Te ayudaré a encontrarla.
-Me gustaría algo de marcha.
-Bueno, soy tu chica.
-Dios mío, creo que por fin he hecho una amiga aquí. No te vas ¿verdad
-No mientras vivas.
-Volveré.
-Ok.
-Acuerdate de lo que te dije Dan: generaciones.
-¿Quieres que te joda?
-No. Un trato es un trato. Además, no te estoy jodiendo a ti, la estoy jodiendo a ella. Y si tienes un hermano, también le jodo a él. Estoy cortando tu árbol familiar. Gracias.
Beth se levanta y se va.
-Mándamela cuando vuelva, ¿vale?
¿Dónde puedes ver «Yellowstone»? En Movistar +
¿De qué va?John Dutton (Costner) es el propietario del rancho más grande de Estados Unidos, apodado ‘Yellowstone’. Él y sus hijos entablarán una lucha sin cuartel contra una reserva india y contra el Gobierno federal de Estados Unidos, que intenta expandir el parque nacional contiguo a la propiedad de los Dutton.
Lo mejor: Las interpretaciones y una realización clásica.
Lo peor: Es un mundo muy de hombres, para hombres. Salvo por Beth Dutton.
Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro «Cómo crear una serie de televisión» (Ediciones T&B) y «El verdadero tercer hombre» (Ediciones del Viento) «Los crímenes de Atapuerca» (Caligrama)
Periodista de RTVE.
Veo cómo Connell y Marianne se escapan a Málaga lejos del secreto y de la claustrofóbica atmósfera que sufren en Sligo, Irlanda. El sol y la playa, la libertad y la ligereza hacen el resto. ¿Dónde comprarían la comida? Me los imagino yendo al Mercado de Atarazanas, en el centro, donde he visto a algunas parejas de guiris avispados saliéndose de los carriles habituales tima-guiris.
La mejor fruta fresca al mejor precio se vende en Atarazanas. Lo puede comprobar personalmente el pasado verano con mi marido y mi niño Gonzalo.
«Normal People» no es sólo una buena adaptación de la novela homónima de Sally Rooney sino sobre todo una romántica historia de amor tan íntima como épica rodada por Lenny Abrahamson desde dentro, buceando en las emociones submarinas de Marianne y Connell, con una mirada introspectiva que hace que entendamos los sentimientos de los personajes como si fueran los nuestros.
«Normal People» es inflexible y desoladora, hermosa y triste. Te da un puñetazo en la tripa mientras te besa y te roba el aliento. Queremos que Connell y Marianne están juntos. En el cuarto capítulo, cuando ambos se reencuentran en Trinity College, nos duele el corazón al verlos distanciados.
Te da mucha pena su separación, te da mucha pena la soledad de Marianne, te da mucha pena la cobardía de Connell y su obsesión con mantener su historia de amor en secreto, oculta, invisible a la vista de los demás como si se avergonzara de su chica y temiese las críticas de sus amigos.
En el mercado de Atarazanas, hay de todo y por su orden. Mi padre compraba allí el cordero de Navidad en Medina, el mejor puesto de carne.
Luego, papá nos enviaba a mi hermana y a mí a hacer las compras de última hora para la cena de Nochebuena. Teníamos que comprar cebollino, y chilis jalapeños, que a continuación picabamos y cortábamos en casa a modo de pinches de cocina del gran chef que era mi padre para que preparase su receta estrella: vieras a la china con un aliño que me hacía saltar las lágrimas.
Recuerdo que yo llevaba lentillas por entonces. Una Nochebuena, tras cortar los chilis jalapeños, me lleve el dedo al ojo para rascármelo porque me picaba. De repente, sentí unas lenguas de fuego que me atravesaban la córnea, unos cuchillos me cortaron los ojos, y me perforaron con sufrimiento y ardor espantosos. Me lavé y me lavé pero el ojo se me puso rojo y como una pelota de tenis y fui el cachondeo de mi hermana durante toda la cena.
Nunca quise volver a cortar un jalapeño. Lo pasé horrible.
El mercado de Atarazanas tiene también muy buenos puestos de pescado y de encurtidos. También tiene un bar de tapas increíbles con una terracita fuera. De hecho, alrededor del mercado, hay barecitos muy chulos y baratos que sirven tapas con el mejor género del pescado. El marisco espectacular, por supuesto.
Pero es un secreto. No se lo cuentes a nadie.
¿Dónde está el Mercado de Atarazanas en Málaga? Calle Atarazanas 10. Distrito Centro.
¿Dónde ver «Normal People»? En Movistar +
¿De qué va? Marianne (Daisy Edgar-Jones) y Connell (Paul Mescal) son dos jóvenes que intentan madurar en la Irlanda sumergida por la crisis financiera del 2008. Adaptación de la novela de Sally Rooney, definida por The New York Times como la primera gran escritora ‘millennial’.
Lo mejor: Su verdad.
Lo peor: Nada.
¿Con quién ver «Normal People»? A solas o con amigas.
Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro «Cómo crear una serie de televisión» (Ediciones T&B) y «El verdadero tercer hombre» (Ediciones del Viento) «Los crímenes de Atapuerca» (Caligrama)
Periodista de RTVE.
Peggy cuenta la historia de la incorporación de la mujer al trabajo y el ascenso de su carrera profesional. Es una publicista muy buena, destaca por su creatividad y su olfato profesional. Es disciplinada y maja. Siente un vacío en su vida personal, y a veces, al llegar a casa se pone a llorar. Cosa que yo también he hecho un huevo de veces, quemada por los sinsabores y disgustos de la oficina.
Su peor apuesta fue quedarse embarazada de Pete Campbell al perder la virginidad, tener al bebé y luego darlo en adopción a su propia hermana
Si Peggy estuviera en Málaga comería en «El merendero de Antonio Martín». Tiene unas vistas alucinantes a la playa de La Malagueta. Se pediría un arroz meloso mar y monte, unas croquetas que son caseras y espectaculares y me recuerdan a las que hacía mi abuela Manola. Para culminar, almejas con vino blanco, aceite y perejil, y para beber, vino rosado.
Un diez.
Peggy saldría de las trapacerías, intrigas y emboscadas de Madison Avenue y se relajaría a solas. Luego podría visitarla Stan, su amor. Pero me imagino a Peggy sola en Málaga, deambulando a su aire por las callejuelas del centro, y alquilando un apartamento cerca de la catedral.
El merendero de Antonio Martín ha sustituido al tradicional restaurante Antonio Martín. Cuando era niña me echaron de la entrada mientras esperaba la ruta para el colegio León XIII con mi amiga Mónica. El portero nos dijo que hacíamos mal efecto de cara al negocio.
Pero pelillos a la mar.
«Mad Men» trata de la mentira, de la falsa la apariencia, del ego y de la vida. Es una de las series que irradia más verdad de toda la historia de la televisión.
Su creador Matthew Weiner nació en 1956. No es tan mayor como para recordar la época que evoca con tanta maestría «Mad Men». Su oficina es tal y como una esperaría del creador de la serie. Rezuma estilo vintage y tiene un mueble bar de caoba con todo tipo de licores. Pero el mobiliario venía con el edificio que es de 1955, y las botellas son regalos, una pena porque Weiner casi no bebe.
Para captar la sensibilidad de Weiner necesitas una buena dosis de introspección. Una foto de los actores de la serie en el set. Hay una tarjeta casera de uno de sus cuatro hijos en la que se lee: «Dad Men» en pastel rojo y negro.
Su biblioteca está abarrotada con novelas, ensayos y poesía. Desde «Diaries of Old Manhattan» a «Moby Dick».
Fue campeón de «Jeopardy». Antes que ponerle notas en el guipn se puso a bailar «Zou Bisou Bisou» para enseñarle lo que quería a Jessica Paré (Megan Draper) Weiner da la impresión de que nunca duerme. Escribió «Mad Men» los fines de semana y por la noche mientras trabajaba doce horas en una comedia que le alimentaba y le daba para pagar las facturas. Le gusta escribir por la noche.
Weiner empieza cada temporada de «Mad Men» leyendo el prefacio de «Collected Stories» de John Cheever: «A un escritor se le ve andar con torpeza, atarse la corbata con torpeza, hacer el amor con torpeza. Casi siempre está solo. Se enseña a sí mismo».
¿Dónde está «El merendero de Antonio Martín»? Plaza de la Malagueta, 4.
¿Dónde puedes ver «Mad Men»? En Amazon Prime Video.
¿De qué va? Aclamada serie dramática que narra los comienzos de una de las más prestigiosas agencias de publicidad de los años sesenta, y centrada en uno de los más misteriosos ejecutivos de la firma, Donald Draper, un hombre con un gran talento. «Mad Men» es la mirada a los hombres que dieron forma a las esperanzas y sueños diarios de los americanos de la época. En 1960 la publicidad era considerada una de las profesiones con más glamour. Era un momento de gran ebullición en todos los sentidos; la manipulación profesional y el acoso sexual son parte del trabajo y de los negocios. Sterling Cooper Advertising diseñaba mejor que nadie las campañas de publicidad. Su lema era: «No importa lo que seas. Lo importante es cómo lo vendas..
Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro «Cómo crear una serie de televisión» (Ediciones T&B) y «El verdadero tercer hombre» (Ediciones del Viento) «Los crímenes de Atapuerca» (Caligrama)
Periodista de RTVE.
Me pasa algo extraño con esta película. Creo que se adopta el punto de vista equivocado, el punto de vista de «El padre» era el del padre, y aquí en «El hijo» también es el del padre, Hugh Jackman, lo cual,desde elpunto de vista del guion, es un error. Zeller no profundiza en la depresión que está atravesando Nicholas (Zen McGrath), y se centra en el incordio que representa en la nueva vida de su papá y de su nueva familia. Pero se produce una equivocación con el punto de vista, que está demasiado distanciado.
Me siento identificada con Nicholas, el hijo de Hugh Jackman, un depresivo de libro. Por esa razón, veo «El hijo» hasta el final durante una lluviosa, gris y monónotona mañana de domingo. Cuando tenía 17 años, pasé por una depresión y no quería vivir. La vida me parecía una mierda, y no sólo eso, sino que sufría y no sabía lo que me estaba pasando, no se lo contaba a nadie. Pero mis padres me encontraban insoportable, alguien difícil e inaguantable. Me fui un año a estudiar a Francia. Con el paso de los años, me doy cuenta de que estaba deprimida y devastada emocionalmente. Pero entonces sólo me encontraba en un agujero sin salida.
En «El hijo» se nos cuenta una historia parecida, con la variante de la nueva familia del padre de Nicholas, el doloroso divorcio,el bebé con na mujer más joven, el abandono de Hugh Jackman.
La madre, interpretada por Laura Dern, le dice al padre:
-Me siento un fracaso total.
La culpa de Hugh Jackman emerge como un iceberg negro en su conciencia.
-No estuve allí para él.
En otro momento de «El hijo»:
-Antes había tanta alegría en nuestra familia.
Uno de los puntos fuertes de Zeller como guionista es que sabe crear muy buenos diálogos, pero se le escapa el punto de vista en esta película y la historia se diluye. Quiero saber de lo que le pasa a Nicholas. Quiero profundizar en su enfermedad mental como en «El padre» profundizábamos en el Alzheimer.
-He intentado estar ahí para ti. He intentado darte fuerza. ¿qué es lo que te pasa? ¿estás tomando drogas? ¡Crees que puedes hacer lo que te de la gana en la vida?
-No se lo que me pasa papá-llora, Nicholas.
En una entrevista con Vanity Fair, Florian Zeller, el director de «El hijo», aseguraba que «es tan difícil ser un buen padre o una buena madre y afrontar una situación en la ya no sabes qué hacer. Me doy cuenta de que hay mucha gente con problemas relacionados con la salud mental y la familia.Hay tanta vergüenza e ignorancia acerca de los problemas mentales. Esta película es una forma de compartir lo que he aprendido y abrir una conversación».
“Como público lo que realmente quiero es estar en una posición activa, no sólo sentarme y ver una historia que ya se ha escrito y dicho sino que quiero estar activo y ser parte de la narración. Es una manera de sacar el tema y no enterrar la cabeza porque se que lleva tiempo dar con las claves. Y muchas veces es un tiempo que no tenemos si queremos evitar la tragedia».
-¿Dónde puedes ver «El hijo»? En varias plataformas.
Lo mejor: La actuación de Zen McGrath. Defiende un papel muy difícil.
Lo peor: El punto de vista distanciado.
¿Con quién ver «El hijo»?: Con tus hijos adolescentes. La depresión es la principal enfermedad del siglo XXI.
Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro «Cómo crear una serie de televisión» (Ediciones T&B) y «El verdadero tercer hombre» (Ediciones del Viento) «Los crímenes de Atapuerca» (Caligrama)
Periodista de RTVE.
El protagonista del documental «Garnet’s Gold» me ha recordado a mi padre. La historia me ha conmovido hasta el hondón porque es una loa a los seres que se atreven a soñar. Crítica del documental Garnet’s Gold: en busca del sentido de la vida.
No conviene ver este documental desde unos parámetros tradicionales, incluso lógicos: narrativa, acción, giros. Esa visión os decepcionaría. Pero si buscas belleza, lirismo, y poesía «Garnet’s Gold» es tu historia, saldrás satisfecha.
«Garnet’s Gold» es una mirada tierna y lírica a los soñadores, a los excéntricos, a los fantasiosos, a los que la realidad se les queda pequeña.
Armado de montones de viejos mapas, una barca en la que entra el agua y un corazón renqueante, ‘Garnet’s Gold’ sigue la temeraria, valiente y quijotesca aventura de un hombre extraordinario en busca de un tesoro escondido, en un tardío rito de iniciación para recuperar su alma y redescubrir el sentido de su existencia. De los productores de ‘Searching for Sugar Man’ y ‘Man on Wire’, el documental toca temas universales como los sueños, la inspiración y la fuerza inextinguible de la esperanza.
Ed Perkins dirige «Garnet’s Gold» y te hace reflexionar sobre el sentido de la vida, te hace mirar dentro de ti y revisar tus propias quimeras, sueños fantásticos -que no se cumplieran es lo de menos, que casi se cumplieran es lo de más,-porque Perkins investiga la capacidad soñadora del ser humano, la mayoría de las veces destinada al fracaso.
Pero no hay tristeza en la historia sino pura poesía. Es un claro ejemplo del llamado de documental de personaje, en el que el guion se centra en un personaje potente y la trama es casi anecdótica, el elemento que menos importa
Garnet Frost es un excéntrico hombre inglés con muchas inquietudes, que se embarca en los mas curiosos proyectos mientras cuida de su enferma y encantadora madre.
El señor Frost no consulta a ningún experto ni se documenta demasiado antes de emprender la búsqueda de su tesoro, el barco hundido con un cargamento de oro, que creyó descubrir una vez cuando se perdió en las Highlands cuando era joven.
Pero el meollo del documental es que Mr. Frost no busca el oro sino el sentido de la vida. El acierto de la realización con imágenes bellas y melancólicas es absoluto.
«Me parece haber estado dormido todo mi vida», dice Mr.Frost como si fuera un personaje de La vida es sueño de Calderón de la Barca. Todos tenemos esa sensación, Mr. Frost.
Lo mejor: La poesía que destila el documental y el personaje excéntrico y dulce de Garnet Frost.
Nací en Madrid, en 1971. Soy licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense. Trabajo como periodista en Televisión Española. También he trabajado como guionista en diferentes series de televisión (Cuatro, Canal +, Telecinco). Asimismo, soy autora del libro Cómo crear una serie de televisión (T&B Editores, 2007) y de la novela El verdadero tercer hombre (Ediciones del Viento).
En 2010 dirigí un corto, Terapia, que fue nominado a los Premios Goya.
Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro «Cómo crear una serie de televisión» (Ediciones T&B) y «El verdadero tercer hombre» (Ediciones del Viento) «Los crímenes de Atapuerca» (Caligrama)
Periodista de RTVE.
Una niña vulnerable y sensible a la que sus padres no hacen caso. No por maldad sino porque están centrados en criar a las dos bebés, entre peleas y frustraciones que la niña escucha. Una niña introvertida que se esconde, que no es vista, que no recibe cariño ni atenciones pero no se queja. Su desesperación interior está enterrada en capas y capas de silencio. Su vivencia de soledad sólo la conoce ella misma.
En especial, su padre es un desastre. Cuando surge la idea de mandar a Cáit con unos primos de la madre que marchan mejor, el padre, en el coche, es un poema. El tío lleva a su hija como un fardo mientras fuma y oye el fútbol en la radio, sin hablar con ella como si no existiera.
Cuando el padre se vuelve a casa, ni siquiera se despide de Cáit, encima se lleva su maleta por pura falta de atención hacia su hija y hacia su bienestar.
-Yo nunca dejaría a mi hija en la casa de unos desconocidos-dice la tía de Cáit, una mujer delicada y maja.
Cáit se da cuenta de que a sus padres, las personas que se supone que la quieren más, no les importa demasiado. Pero Cáit observa y calla. Se empapa en tristeza hasta que arriba a la granja de sus tíos, donde la tratan mucho mejor, y ella crece por dentro.
Un entorno más amable para una nueva vida menos melancólica.
Cáit también se da cuenta de que el silencio es como un escudo que la protege. Aunque intuye que hay un doloroso secreto en su nuevo hogar.
La Irlanda rural, 1981. Cáit es una reservada niña de nueve años que está desatendida por parte de su pobre, disfuncional y demasiado numerosa familia. Se enfrenta en silencio con dificultades en la escuela y en casa, y ha aprendido a pasar desapercibida para cuantos la rodean. Cuando llega el verano y se acerca la fecha del parto de su madre, Cáit es enviada a vivir con unos parientes lejanos. Sin saber cuándo volverá a casa, se queda en el hogar de unos desconocidos sin más pertenencias que la ropa que lleva puesta. Poco a poco, y gracias a los cuidados de la familia Kinsella, Cáit realiza notables progresos y descubre una nueva forma de vivir. Pero en esta casa donde reina el afecto y no parece haber secretos, ella descubre una dolorosa verdad.
«The Quiet Girl» me pone un nudo en la garganta porque es una peli muy triste, muy delicada, muy de las tragedias de la vida que pasan sin explicación, una historia sobre los que sobreviven, gente buena, que siguen viviendo a duras penas con su carga interior.
En mitad de la noche, Cáit escucha hablar a sus padres de ella y se siente más sola que nunca:
-¿Cuanto se la van a quedar? ¿Hasta que nazca el bebé?
-Claro, se la pueden quedar tanto como quieran-contesta el padre.
En realidad, el personaje más negativo en «The Quite Gird» es el padre de Cáit. La desgana, la indiferenciaa y la frialdad que muestra hacia Cáit y hacia el resto de la familia es lacerante. Por esa razón y otras muchas, el final es tan emocionante y hace que me duela el corazón.
Es una historia muy paciente, que administra sus pausas, sus silencios, su música, su ausencia de música. Me sereno viéndola, con un pellizco en el pecho.
Me conmueve el matrimonio de los tíos que forman los actores Carrie Crowley y Andrew Bennett
Me impacta cómo Bairéad retrata la miserable y devastada vida de la pequeña protagonista, sin énfasis, sin subrayados, sin forzar las cosas. Me atenaza la sensación de que estoy allí con Cáit, dentro de un cuadro sintiendo lo que siente, con el corazón encogido por la melancolía que impregna la atmósfera cotidiana.
Es un guion sensible y desagarrador sobre un tema que me importa mucho: la crianza. Esta basado en una novela de la escritora irlandesa, Claire Keegan, que se llama «Foster».
-Nos quedamos a la niña, muy contentos-dice la tía que cuida a Cáit como nunca la han cuidado sus propios progenitores.
Súper recomendable.
En una entrevista a Colm Bairéad, el director de «The Quiet Girl» afirmaba que «había leído un artículo en «The Irish Times» en 2018, sobre una lista de las diez mejores novelas escritas por escritoras irlandesas. «Foster» estaba en esa lista. No la había leído. Así que salí y me compré el libro. Es un relato largo y así es como a Claire le gusta calificarlo. Lo leí en 40 minutos, y me deslumbró. Me puse a llorar cuando leí el final. Me conmovió tanto la historia. Me encantó que el punto de vista fuera el de esa niña».
«Sus ojos filtran la historia, sus oidos, su corazón de niña, y es tan inmersivo y compasivo. Había sido padre hacía un año y Cleona, que es la productora de la película y mi mujer, estaba embarazada de nuestro segundo hijo, así que estábamos conectados con el tema padres. Como padre primerizo, soy muy consciente de lo que un niño necesita y del amor que sientes por el pequeño. Y encontrarme a esta niña que anhela todas esas cosas y no las recibe, sentí una responsabilidad paternal hacia el personaje y, de cierta manera, quería cuidarla».
¿Dónde puedes ver «The Quite Girl?
Lo mejor: Que ciertas partes del guion permanezcan ocultas, implícitas. La mirada sensible. La increíble interpretación de Catherine Clinch.
Lo peor: Nada
¿Con quién verla?: Con hijos y sobrinos, con tu madre.
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Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro «Cómo crear una serie de televisión» (Ediciones T&B) y «El verdadero tercer hombre» (Ediciones del Viento) «Los crímenes de Atapuerca» (Caligrama)
Periodista de RTVE.
Me he dado cuenta de que, aparte de que los diálogos de «Normal People» sean excelentes, la estructura del guion de algunos episodios de la serie sigue un patrón determinado, que funciona, realmente, bien. Por ejemplo, al principio del capítulo, hay un teaser, un anzuelo. Vemos a Marianne, hecha polvo por algo que ha pasado, algo que, obviamente, no sabemos. Marianne, muy depre, mira un fregadero con cristales rotos en el sumidero. Un rótulo nos informa de que nos encontramos «Seis semanas después» en la historia. Un flashforward en toda regla que nos deja con la intriga de lo que ha pasado, con el misterio de porqué Marianne ha acabado en esa situación desgraciada. A continuación, viene un flashback que nos desmadeja el hilo argumental de episodio.
Funciona.
Por otra parte, en «Normal People» hay una importancia tremenda de la mirada de los protagonistas, Connell y Marianne. La pareja se expresa su amor mirándose cuando están rodeados de otra gente, con una comunión mística, que deja a los demás al margen.
Recuerdo que, en 2004, me apunté a un curso de guion de largometraje que impartía la guinista y directora Daniela Fejerman en ALMA, el sindicato de guionistas. Daniela era conocida en el mundillo cinematográfico por haber escrito y dirigido, junto con Inés París, «A mi madre le gustan las mujeres» que partía de una experiencia autobiográfica de Fejerman con su madre.
Los cinco alumnos, incluido mi compañero de RTVE, César Vallejo , nos escapábamos con Daniela, nuestra profe de guion, al Starbucks que estaba en la calle Marqués de Valdeiglesias. La cafetería hacía chaflán.
Allí, hablábamos de esto y de aquello, de lo divino y de lo humano. Pero un día surgió la pregunta entre los alumnos de cómo se expresaba el enamoramiento en guión. ¿Con qué línea de diálogo?
Daniela nos dijo que la mejor forma de hacerlo era una mirada entre la pareja enamorada.
La serie «Normal People» nos da un máster sobre miradas cuajadas de amor. Los actores son buenos y funciona muy bien.
Cuando Connell y Marianne hacen el amor con otras personas, la experiencia resulta insatisfactoria y mecánica. Este hecho se contrapone a cuando ellos hacen el amor, y se fusionan, y se comunican, y sus almas tiemblan ante el abismo.
El mal sexo ocurre cuando Marianne se acuesta con Jamie, o cuando, borracho, Connell se magrea con la señora Leary.
En la excenas de sexo, un fenómeno curioso pasa con la forma de realizar la serie. El plano se abre mucho, y vemos culos bombeando, cuerpos rebotando, distancia, caras de Marianne con la cabeza en otra parte cuando se acuesta con alguien que no sea Connell. Sin embargo cuando Marianne y Connelll se acuestan, el plano se cierra y nos centramos en el dulce y salvaje erotismo, en la pura alegría que irradian sus rostros.
¿Dónde puedes ver «Normal People»? En Movistar +
¿De qué va? Marianne (Daisy Edgar-Jones) y Connell (Paul Mescal) son dos jóvenes que intentan madurar en la Irlanda sumergida por la crisis financiera del 2008. Adaptación de la novela de Sally Rooney, definida por The New York Times como la primera gran escritora ‘millennial’.
Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro «Cómo crear una serie de televisión» (Ediciones T&B) y «El verdadero tercer hombre» (Ediciones del Viento) «Los crímenes de Atapuerca» (Caligrama)
Periodista de RTVE.
Lucía Blázquez, mi compañera en el programa de RTVE en el que trabajo, «Objetivo Igualdad», lo podéis ver en RTVE Play, y yo estamos leyendo a la vez el libro «Libera tu magia» de Elizabeth Gilbert acerca de la creatividad. Luego lo comentamos. El otro día, en la comida de despedida de Andrés por su jubilación, al comentario de una compañera de que va a haber más escritores que lectores con un ramalazo de cierta inquina, Lucía respondió que hay que escribir por placer, por vivir, por expresar y rescatar los tesoros escondidos que llevamos dentro. Es la tesis de Gilbert. Y estoy muy de acuerdo. Ahora que estoy volviendo a ver la serie «Mad Men», de principio a fin, no puedo más que fijarme en cómo Don Draper y su grupo de creativos también «liberan su magia» a la hora de crear anuncios de publicidad ya sea para sujetadores Playtex o para Heinecken o para la cadena de hoteles Hilton.
Don anota las ideas que le asaltan la cabeza en servilletas de papel allí donde le pillen ora en un bar ora en una cafetería ora en un club. Elizabeth escribe en su libro que las musas nos asaltan allí donde nos cojan y nos susurran las ideas para que las agarremos al vuelo, las habitemos o sino buscan otras cabezas donde posarse para inspirarlas.
Don Draper y su grupo de creativos son escapistas. Don se marcha al cine porque se aburre en la oficina y «porque él ve todo» como dice Peggy, y se extraña cuando no ha visto la canción «Bye Bye Birdie» de Anne Margaret. Don pierde el tiempo y muchas veces desaparece de la oficina, sin dar explicaciones, porque necesita recargar las pilas. Durante la fusión de Sterling and Cooper con la agencia británica, por ejemplo, no está presente y todo el mundo se pregunta dónde se ha metido. Está en California, con Anna, la verdadera mujer de Don Draper, renaciendo, y metiéndose en el mar en una ceremonia de bautismo de nuevo hombre.
La creatividad también supone utilizar la propia vida, utilizar el material de construcción de su propia experiencia para nutrir sus presentaciones ante los clientes, como hace, por ejemplo, Don Draper con el carrousel de Kodak y las cervezas Heineken.
Por otra parte, a los creativos les gusta perder el tiempo, andar con coñas, dejar flotar la imaginación y decir tonterías, incluso fumar marihuana en un sábado en el que toca ir a trabajar a la agencia.
Cuando llega Lane, el ejecutivo británico de la empresa compradora de Sterling and Cooper, y quiere hacer ajustes y recortar los gastos de hoteles, comidas y bebidas de los viajes de los creativos, y también en los lápices y papeles que se utilizan en la agencia, Don llega tarde a la reunión, «un poco de Don Draper es mejor que nada de Don Draper», dice Lane. Aunque, cuando Don se sienta y se entera del tema de la reunión, se levanta y se va. «A lo creativos, no les quites los lápices, Lane».
Soy Peggy Olsson y quiero fumar marihuana
Pero mi secuencia favorita sobre la creatividad en «Mad Men» sucede en el capítulo en el que grupo de creativos -las abejas obreras, no los jefes, faltaría más-tienen que ir a trabajar durante un sábado a la agencia para crear cinco ideas sobre Ron Bacardi que no sea la principal que ya tienen. Ahí se ve muy bien cómo funciona la mente creativa. Se reúnen Peggy, Paul y Eddy en la oficina de Paul Kinsey, y empiezan a decir paridas, a soltar lo primero que se le ocurre, a mamarse con las botellas gratis que tienen de Bacardi, a fumar, y a quejarse de los jefes y a envidiarles por las cosas más ociosas, más placenteras que están haciendo en ese momento.
En un momento, a Eddy (aprovechando una salida de Peggy) se le ocurre que podrían comprar un poco de marihuana y colocarse.
-Nada me gusta más que colocarme-dice Paul.
Paul dice que conoce a un camello que era un antiguo compi-Universitatis y que puede llamarle. El tipo se planta en la oficina y les vende hierba. Entonces Paul y Eddy se ponen a fumar sus porros, y Peggy se huele que están haciendo algo divertido a sus espaldas y llama a la puerta, le abren y dice esa mítica frase:
-Soy Peggy Olsson y quiero fumar marihuana.
Ja, ja, ja. Flipante. Total que Peggy se pone la cabeza filpada de maría y echa humo por las pituitarias y las meninges que convierten Sterling y Cooper en la verdes praderas de Marihuanalandia, cuando Eddy le dice que podían subir a la azotea.
Entonces a Peggy se le ocurre la idea genial sobre Ron Barcardi. Se imagina a una pareja en la azotea de su oficina, con totalla, crema bronceadora, en bañador, unos palos y un sombrajo al lado de una botella de Ron Barcardi y un slogan que reza: Bacardi Beach.
La inspiración le llega a Peggy cuando se encuentra ‘trabajando’ y la pilla al vuelo. Coge a la musa de la cola y corre hacia su despacho para decirle a Olive, su secretaria, que le de un dictáfono y un vaso de agua fría para grabar la idea de la playa de Bacardi en la azotea.
La meditación convertida en anuncio
Precisamente, Don Draper convierte una experiencia espiritual, la práctica de la meditacion y la conexión con Dios, en un anuncio mítico de Coca Cola de los años 70 en el que personas de todas las razas se cogen de la mano y cantan a favor de la paz y de la unión de la humnidad.
Sin embargo, dentro del grupo de los creativos, donde Peggy es la única mujer, hay diferencias de trato y de salario, a Peggy siempre la mandan a por hielo para los copazos de whisky, y a por café. Encima, es la que cobra menos. En una secuencia de la tercera temporada de «Mad Men», Peggy le pide en un aumento de sueldo a su jefe Don, pero éste le dice que no es un buen momento en la empresa porque Lane les está quitando hasta los clips que usan. «Pero éste es mi momento. Y lo dejo claro», replica Peggy.
Peggy se queda mirando a Don y dice:
-Te miro y pienso: él tiene todo y de todo en abundancia.
El don de la siesta
Don se encierra en su despacho y se echa largas siestas después de mamarse muchísimo lo cual despierta mi envidia. La siesta es un tiempo de desconexión con el capitalismo como decía Miguel Ángel Hernández en su ensayo «El don de la siesta». El escritor hace una apología de la siesta como parte del tiempo bifásico en que está programado el ser humano genéticamente para dormir durante el que desconecta del impulso de hacer cosas y más cosas, un tiempo de nada, un tiempo de parar. Un tiempo bendito y quieto al margen de la carrera de ratas que se desarrolla fuera del oasis de la cama y del olvido del sueño.
Asociada a la pereza y al ocio, la siesta contraviene uno de los principales principios del mundo moderno: la pulsión e histeria productiva, el flujo de hacer cosas. Sin embargo, en la agencia Sterling and Cooper, la gente que idea los anuncios se suele echar una cabezadita y así trabajan mejor por la tarde. El hábito de dormir después de comer se convierte en un acto guay, consumible y vendible que mejora la productividad creativa.
La siesta como pilar de la creatividad, el oceáno de descanso en que bucea la mente como un bebé. La siesta es un parón capaz de transformar e interrumpir el ritmo trepidante del tráfago del presente. Es ina fuente de inpiración para abandonar la vigilia de la realidad y la presión laboral durante un intervalo de tiempo.
Cuando Don llega a casa del trabajo, siempre se echa un rato en la cama y respira el silencio mientras Betty se ocupa de todo lo doméstico y del cuidado de Sally y Bobby, sus hijos.
Libera tu magia
Elizabeth Gilbert nos dice en su libro «Libera tu magia» que todos somos creativos, que en el trabajo creativo te tienes que arriesgar a equivocarte, y sólo sufrirá tu ego, no tu alma, y que te tiene que gustar tanto ese ‘arte’ como para estar dipuesta a comerte el marrón porque los trabajos creativos no son sólo positivos sino que se asemejan al ying y al yang, hay una parte yang pesada y aburrida, el marrón, pero te compensa tanto la satisfacción de escribir, pintar, crear música, que lo necesitas y no puedes prescindir de ello. Por esa razón, una se come el marrón cuando escribe.
Cuando McCann absorbe al personal de Sterling & Cooper, Don se da cuenta, en una reunión, de que él ya no puede ejercer su creatividad, comprende que le han relegado a un puesto de ejecutivo, que no crea nada. Entonces, Draper se marcha de la reunión y de la agencia. Escapa en su coche rumbo a California por la carretera que serpentea la costa oeste. Pero donde vayas, allí te llevas. Don es incapaz de huir de sí mismo.
Una vida creativa más allá del miedo
Gilbert nos anima en su relato de inspiración a vencer al miedo, porque el miedo siempre acompaña cualquier acto creativo sea de la naturaleza que sea, pero no está al mando, al volante del coche de la creatividad estás tú, y al miedo lo aceptas y lo sientas en el asiento del copiloto mientras tú conduces.
En su libro, Elizabeth nos dice que los seres humanos tenemos una faceta creativa que casi nunca conseguimos o queremos desarrollar por motivos prácticos o personales. Gilbert defiende la necesidad de expresar el tesoro de la creatividad que llevamos dentro superando la verguenza, el miedo a hacer el ridículo, a perder el tiempo, a no valer, a no ser tomada en serio.
La autora de «Comer, amar, rezar» nos inspira para abrazar la parte mística e intangible del acto creativo. La escritora explica cómo tener una relación nutritiva con la inspiración, cómo ser disciplinada pero no tomárselo demasiado en serio, cómo seguir el instinto de la curiosidad, cómo no albergar demasiadas expectativas sin dejarse desanimar y como cada acción codiana (hacer un dibujo, patinar, escribir un poema, decorar la casa alimenta esa parte creativa que forma parte de nuestras vidas.
Elizabeth Gilbert desmitifica por completo la figura del artista maldito y atormentado, y defiende una actitud abierta, recepctiva, positiva, nutritiva en busca de la inspiración como fruto de una curiosidad sana, y una determinación que mantenga elego a raya y que también nos permita aceptar decepciones y fracasos.
La creatividad está en el aire
Por otra parte, Don Draper está abierto a dejarse empapar por ideas allí donde esté, recortando el anuncio de un anuncio de un coche mientras espera a que nazca su tercer hijo en la sala de espera de un hospital, cogiendo fotos familiares para la presentación de su aparato de diapositivas de Kodak, fijándose en el anuncio de un escarabajo Wolkswagen en el que el vacío es el elemento predominante mientras viaja en el tren.
Elizabeth Gilbert nos dice que todos nacemos creativos. Sólo hay que ver a los niños dibujar, inventar, crear, fantasear y obsesionarse con esas fantasías que, a veces, son fuentes de ansiedad y terrores nocturnos. Las niñas imaginativas, Antoñitas las fantásticas, son propensas a las pesadillas y a temer monstruos y horrores. Alguien tan creativa como Sally Draper sueña con fantasmas y se cree que su hermano bebé es una reencarnación de su abuelo Gene.
-Aun no sabemos quién es este bebé y tampoco sabemos quién va a ser. Y eso es maravilloso-le dice Don a su hija.
Esta cuestión se aprecia, muy claramente, también en la película de «Los Fabelman», en la que Sammy, un Steven Spielberg de niño, se impresiona con la escena de un tren que choca con un coche y descarrila y la reproduce una y otra vez con su tren de juguete. «Quiero tener control sobre lo que pasa», dice el pequeño Sammy. Su madre, Mitz, le dice que lo grabe en Super 8 y lo vea las veces que sean necesarias, a la vez, puede jugar con su ferrocarril sin provocar choques ni accidentes.
Sin embargo el creador tiene su ego, del que también deriva su creatividad. A Don le desazona cuando Joan se acuesta con un ejecutivo gordo y viejo, para vender la campaña de Jaguar. Y luego más tarde, en un flasforward muy inteligente, el jefe de creativos se planta en la casa de la jefa de secretarias para pedirle que no lo haga, para convencerla de que logrará vender la campaña por su propio talento. Pero ya es demasiado tarde. Por su parte, Harris consigue una participación en la empresa como socia.
El ego interfiere y, a la vez, es necesario en la creatividad. Don Draper tiene un pique de ideas con su creativo de origen judio, que nació en un campo de concentración en Europa, y al final impone su propuesta para realizar un anuncio de helados.
Cuando esperan la visita de los gerifaltes británicos, Cooper le confiesa a Don que «sus jefes quieren descifrar el genio americano» como creativo y le sugiere que le van a promocionar como director creativo de las oficinas de Londres y Nueva York. Don se lo deja caer a Betty, su mujere soñando juntos con su apoteósico futuro. Más tarde, descubrimos que el ascenso se queda en agua de borrajas para frustración de Draper.
En otra secuencia, Conrad Hilton muestra interes por el trabajo de Don. Le llega en un momento de bajón profesional y se ilusiona muchísimo. Pero Hilton es el ejecutivo y mandamás que no es creativo aunque le guste jugar con los creativos a su caprichoso antojo.
-Quiero que me des un consejo gratis.
-Creo que nadie le gusta pensar en un ratón en su hotel.
-La idea fue mía. ¿Se te ocurre algo mejor?
-Sí.
-¿Qué quieres?
-Una oprtunidad con tu empresa.
Como algunos ejectivos de televisión con los guionistas, que creen que saben escribir pero no saben hacer la o con un canuto, Hilton se muestra arrogante y chulesco, con Don. Pero al segundo cambia de actitud, y se muestra amable y paternal.
-Eres mi ángel, como un hijo para mí-le dice Connie Hilton a Don Draper cuando lo saca de su casa en mitad de la noche.
-¿Sabes lo que le mató a Krushev?-le pregunta el millonario al creativo.
-¿Qué?
-Que no podía ir a Dineylandia.
-Esa es buena.
-Pero no quiero política en mi campaña. Sólo quiero que haya bondad y confianza.
Sin embargo lo que Don Draper no sabe es que Connie Hilton es un caramelo envenenado. Dentro de su recubrimiento dorado, sólo hay oscuridad y ganas de humillarlo y dominarle.
-No me has dado lo que quería. Estoy decepcionado, Don.
Precisamente, en la agencia, se pasa del éxtasis al ocaso en un solo segundo cuando, durante una fiesta, una secretaria alocada le corta el pie con una segadora John Deere a la máxima promesa ejecutiva inglesa, Guy.
-Jesús, parece Iwo Jima ahí fuera. Pon una alfombra para que pase Cooper-dice Roger Steerling.
La serie se vuelve gore aunque como recuerda Sterling «no es la primera vez que pasa esto en este negocio».
En un alarde de creatividad, la pareja más guapa de la serie, Joan y Don, nunca tienen una relación sexual o sentimental.
-Así es la vida, un minuto estas en lo más alto de una montaña. Y después una loca secretaria te corta el pie con un cortacésped-dice Joan a Don sentados en la sala de espera del hospital mientras amputan un pie a Guy, quien ha firmado su muerte profesional.
El capítulo se titula: «Meter la pata en una agencia». Vaya mala leche.
Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro «Cómo crear una serie de televisión» (Ediciones T&B) y «El verdadero tercer hombre» (Ediciones del Viento) «Los crímenes de Atapuerca» (Caligrama)
Periodista de RTVE.
Siempre me alegra ver a Jodie Foster en una pantalla. Es una actriz y directora que me encanta y que me ha regalado infinidad de momentos de emoción en el cine. Su presencia ilumina cualquier plano anodino y le dota de una verdad excepcional. Está especializada en hacer de mujeres obreras, de víctimas de un violación, de prostitutas y de madres desbordadas por la vida un hijo superdotado. Es una crack.
Veo, con intriga y con estimulante curiosidad, el primer episodio de la cuarta temporada de «True Detective». Ocho científicos investigan en una estación en el Ártico. De pronto, desaparecen misteriosamente.
Una canción de los Beatles suena a todo trapo mientras, en una gigantesca pantalla, Ferris Buller baila y canta durante el día en el que ha hecho pellas, en la estación vacía, donde ojito, guiño a David Lynch y a su peli «Terciopelo azul», Jodie Foster, agente de policía, encuentra la lengua arrancada de una mujer nativa.
Cinco años después de su última entrega, «True Detective» ha vuelto y busca mirarse en el espejo de su primera temporada creada por Nic Pizzolatto, lucha por reflejarse en la mítica primera parte de la saga en la que Matthew McConaughey nos quitaba las ganas de vivir, con su amargado nihilismo inspirado en la filosofía de Ligotti.
Y sorpresa, la cuarta temporada de la saga es adictiva, sorprendente, terrorífica, con grandes interpretaciones, giros de guion logrados y capaz de hipnotizarnos con su atmósfera helada.
Oscuridad, terror, y una trama detectivesca que te mantiene enganchada hasta el final, sin aliento, absorbida por su capacidad mesmerizante y lisérgica de hacernos volar como drones sobre el hielo azul de Alaska.
Aquí, Issa López, la directora y guionista mejicana, coge los mandos de la ficción y regresa a las raíces de la serie. Investiga en la oscuridad interior de las dos detectives protagonistas. Les hace enfrentarse a sus peores demonios.
Me encandila la cabecera hipnótica de «True Detective»: esos planos lisérgicos y oníricos de paisajes cuajados de nieve azul, lobos, muñecas que se bambolean en un mecedora, pesadillas y obsesiones al ritmo de un música hipnótica y muy triste.
«True Detective» bebe de las fuentes de David Lynch y Jane Campion. Es rarita de cojones. Hay negrura, nihilismo, terror, elementos sobrenaturales e inquietud desasosegante por un tubo. Bienvenidos a la noche polar del Alaska.
-¿Qué pasó en tu último caso con Navarro?-le preunta un agente joven a Jodie Foster.
-Fue bien hasta que no lo fue.
Un hombre ha asesinado a su mujer.
-Llegamos tarde. No pudimos hacer nada.
Ahora Jodie Foster tiene un nuevo caso.
-Estoy trabajando en un nuevo caso. Ocho científicos desaparecidos. Encontrados en la entrada del pueblo. Congelados-dice Jodie Foster.
En «Noche polar» hay una realidad insoportable, la de la vida.
Me apunto en bloc de notas del móvil un diálogo de Jodie Foster que me hace gracia mientras cae la noche polar sobre Madrid.
Su compañero añoso ha encerrado en el calabozo de la comisaría del pueblo a una mujer que estaba borracha y armando follón. Al poco rato, el tipo la suelta. Llega Jodie Foster que le dice al agente que ha liberado a la detenida:
–No la voy a soltar sólo porque te la chupe. -Para que lo sepas, estoy prometido. -Sí, con la del catálogo. -No, se llama Natalia. Es de Vladivostok.
True Detective Temporada 4 da frío sólo de verla pero esa sensación aterida es también parte de su encanto. Bienvenidos al thriller polar con inquietudes metafísicas, desasoiego sobrenatural, perspectiva obrera y feminista.
Es una lástima pero el capítulo piloto se tuerce cuando el conflicto se dispersa. Miedito me da en el momento en el que aparece ese oso polar en medio de la carretera. La trama da bandazos y pierde mi atención en algunos instantes del visionado.
¿Dónde puedes ver «True Detective Temporada 4»? En Movistar +
¿De qué va? Cuando la larga noche de invierno cae en Ennis, Alaska, los ocho hombres que operan la Estación de Investigación Ártica Tsalal desaparecen sin dejar rastro. Para resolver el caso, las detectives Liz Danvers y Evangeline Navarro tendrán que enfrentarse a la oscuridad que llevan dentro y escarbar en las atormentadas verdades que yacen enterradas bajo el hielo eterno.
Lo mejor: La dirección de Issa López y la interpretación de Jodie Foster.
Lo peor: A veces se para la trama y se dispersa el conflicto.
«True Detective» bebe de las fuentes de David Lynch y Jane Campion. Es rarita de cojones. Hay negrura, nihilismo, terror, elemenos sobrenaturales e inquietud desasosegante por un tubo. Bienvenidos a la noche polar del Alaska.
True Detective Temporada 4 da frío sólo de verla pero esa sensación aterida es también parte de su encanto. Bienvenidos al thriller polar con inquietudes metafísicas, desasoiego sobrenatural, perspectiva obrera y feminista.
-Estoy trabajando en un nuevo caso. Ocho científicos desaparecidos. Encontrados en la entrada del pueblo. Congelados-dice Jodie Foster.
Me apunto en bloc de notas del móvil un diálogo de Jodie Foster que me hace gracia mientras cae la noche polar sobre Madrid. Su compañero añoso ha encerrado en el calabozo de la comisaría del pueblo a una mujer que estaba borracha y estaba armando follón. Al poco rato, el tipo la suelta. Llega Jodie Foster que le dice al agente que ha liberado a la detenida: -No la voy a soltar sólo porque te la chupe. -Para que lo sepas, estoy prometido. -Sí, con la del catálogo. -No, se llama Natalia. Es de Vladivostok.
Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro «Cómo crear una serie de televisión» (Ediciones T&B) y «El verdadero tercer hombre» (Ediciones del Viento) «Los crímenes de Atapuerca» (Caligrama)
Periodista de RTVE.
Lo más importante a la hora de hacer terapia con un psicólogo, una psicóloga es la relación humana que tienes, que te enseñe a reconocer tus problemas y a gestionarlos. Mi psicóloga Lucía Boto, a la que acudí cuando tenía una depresión y estaba devastada, me enseñó a tratar con compasión mi yo vulnerable, a ser amable conmigo misma y estar ahí para mí. Me ayudó mucho.
Por eso cuando veo «Stutz» en Netflix me acuerdo de Lucía. Jonah Hill, el paciente, un actor, hace un documental conmovedor y sincero sobre su psiquiatra, Phil Stutz. Es la historia de Hill y su terapeuta, que mantienen una serie de charlas honestas sobre la salud mental y el empeoramiento progresivo de los ataques de ansiedad relacionados con la promoción del cine que ha convertido el trabajo de sus sueños en una pesadilla.
«Stutz» es un viaje por la experiencia humana de alegría y dolor, un viaje por las heridas, las cicatrices y la curación. Hay confesiones íntimas, comicidad, vulnerabilidad y toneladas de terapia que me reconfortan y me hacen conectar con Stutz y con Jonah Hill.
Stutz también carga con su propia mochila. Tiene Parkinson desde que era joven, y cada vez que la cosa se pone seria con Jonah acerca de cómo se siente, de la relación que tuvo con una mujer, el amor de su vida, y ahora se ha distanciado por el empeoramiento de su enfermedad, hace bromas acerca de ello para protegerse. Hasta que deja de hacerlas.
«Todo el mundo puede dar la vuelta a una adversidad y convertirla en una oportunidad», dice Stutz.
-¿Por qué estás aquí?-es la primera pregunta que hace Phil Stutz a Jonah Hill para abrir su sesión de terapia. En vez de reclinarse y escuchar al paciente, el psiquiatra quiere tener un papel más activo, descubrir lo que paciente quiere y darle herramientas para conseguirlo.
-Cuando era un joven psiquiatra, sólo escuchábamos a los pacientes, y se iban igual que venían. Yo quería darles algo. Mis jefes me dijeron: olvídate.
Sus herramientas se visualizan en papeles en los que Stutz dibuja y escribe, con su mano temblorosa por el Parkinson, y desarrolla estrategias y acciones para salir del hoyo.
La primera acción que dibuja es una montaña que representa varios niveles: cada vez que un paciente viene con depresión o ansiedad puede hacer acciones para fortalecer su cuerpo, su relación con los demás y su relación consigo mismo-dice Stutz.
Luego nos habla de la parte X. ¿Qué es la parte X?Es esa voz negativa que llevamos dentro de nosotros mismos que nos dice que no lo hagamos, que nunca lo conseguiremos, que vamos a fracasar, que todo va a salir mal, que ni lo intentes… Es la voz del miedo.
Seguro que la conoces.
La sombra eres tú
Luego está la sombra. La parte de tu pasado o de tus momentos débiles de la que te avergüenzas. Jonah Hill trae una foto suya tamaño gigante de cuando tenía trece años. Estaba gordo y tenía granos. Es la sombra de sí mismo de la que se avergüenza, la que oculta cuando tiene citas con mujeres.
¿Cuál es la sombra de Stultz? La versión de sí mismo cadavérica, consumida, debilitada por la enfermedad.
De repente, en la consulta, aparece la madre de Jonah con la que el actor tuvo muchos problemas en la adolescencia y se engancharon en peleas por el peso del hijo. La madre de Jonah lo llevo al nutrucionista. El hijo se sintió rechazado y tuvo ataques de ansiedad. Ahora, de adulto, cuenta:
-Mamá, tú eras mi referente femenino y lo que yo pensaba era: no me acepta.
Mamá, tú eras mi referente femenino y yo pensaba: no me acepta
Jonah Hill
La relación con la madre
Stultz interviene como psicólogo entre la madre y el hijo: -La cuestión es lo que pasa entre vosotros. ¿Cómo es vuestra relación?
-Sé sincera, mamá.
-Estoy pensando. Espera.
Por fin la mamá de Jonah dice:
-Frustrante. Me gustaría que fuera más constante. Jonah sólo acude a mí cuando está de bajón y tiene problemas, cuando está feliz, se olvida de mí.
Ay qué genial, pienso. No sería un docu sobre psiquiatría sino apareciera la madre, ja, ja, ja.
Pero el foco vuelve a Stultz porque ahora es Jonah el que hace de psicólogo y pregunta: –¿Tuviste algún tipo de relación tan íntima conversación cercana con tu madre? -No. Qué va. -¿Si estuviera viva la tendrías? -Sí. Mmmmm. Eso me hace reflexionar. Nunca es tarde. -Mi abuelo era un psicópata. Mi madre creía que los hombres eran horribles. Mamá estaba atrapada en el laberinto.
Dentro del laberinto
Según Stutz, todos los seres humanos estamos perdidos en un laberinto mental.El laberinto siempre implica a otra gente, a personas que nos han hecho daño y con quien estamos resentidas.
El laberinto es un territorio del miedo que nos impide abrirnos a la vida y a los otros. En realidad, es una creación de nuestra parte X porque la parte X quiere justicia. El ejemplo típico es el paciente que está obsesionado con alguien que le ha herido y sólo piensa y quiere hablar de ese ‘enemigo’.
Salir del laberinto
Aunque Stutz nos da otra lección de vida:
–Hasta que no salgas del laberinto, no podrás avanzar en la vida. La vida es corta. No tienes tiempo para esa mierda. Yo estoy en el laberinto. Aún tengo rencor hacia D. Alguna vez he estado fuera del laberinto. En mi infancia. Antes de ir al colegio. Tuve una buena infancia hasta los tres años, ja, ja, ja. -Lo que queremos es que se nos compense, que todo sea justo y, equilibrado.
Pero ese equilibrio no se puede obtener de los otros.
Lo que queremos es que se nos compense, que todo sea justo y equilibrado.
Stutz
Vivimos en el mundo de la ilusión
Para Stutz, los seres humanos vivimos en el mundo de la ilusión que crea nuestra mente. Maya lo llama el hinduismo.
Jonah Hill se confiesa ante su terapeuta, cuando estaba perdido en las telarañas de su pensamiento negativo, cuando estaba atrapado en la anticipación catastrofista:
–No sabía cómo gustarme a mí mismo… No sabía cómo apostar por mí mismo. Creía que el éxito y los premios me librarían del dolor de la vida. Y gracias a mis privilegios y mi suerte tuve éxito muy pronto en la vida.
Como dice Eckart Tolle, los que triunfan, se decepcionan al no alcanzar un estado de bienestar inmediato, siguen habitando esa vulnerabilidad humana de no tener un suelo seguro bajo los pies.
¿Dónde puedes ver «Stutz»? En Netflix.
Lo mejor: Las heridas, las cicatrices y la curación.
Escritora. Autora junto con Gonzalo Toledano del libro «Cómo crear una serie de televisión» (Ediciones T&B) y «El verdadero tercer hombre» (Ediciones del Viento) «Los crímenes de Atapuerca» (Caligrama)
Periodista de RTVE.