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«Lo que queda del día»: la metáfora del amor reprimido

Me siento agotada después de venir una tarde de la tele. Me desplomo en el sofá blanco de Ikea mientras la luz flota fuera. Hace un calor descomunal para ser abril y los días se alargan como si fuera agosto.

Pongo la tele, zapeo, en el atardecer monótono y cansado de un lunes impenitente y descubro, en TCM, la última media hora de «Lo que quede del día», una de mis películas favoritas de la historia del cine.

«Lo que queda del día» es una de las metáforas más grandiosas del amor reprimido, del amor oculto, del amor silenciado, del amor asfixiado. Hay muchas perlas de subtexto en la película y también poderosas metáforas visuales como, por ejemplo, la paloma que se queda en uno de los salones de Darlington Hall. Steven logra liberar la paloma pero él se queda atrapado dentro de la mansión.

Todo se dice a tientas, con cuidado, los sentimientos de decepción y desolación, los sentimientos de frustración, pero el gran reprimido es el mayordomo, Stevens, interpretado por un imperial Anthony Hopkins, que no se permite salirse de la corrección profesional ni un pelo pero luego lee novelas de amor a escondidados y es pillado por Miss Kenton, en una secuencia muy perturbadora.

-Un hombre no puede considerarse feliz hasta haber hecho todo por su patrón-dice Stevens.

Pero el tiempo pasa, los patrones van y vienen. Un día, Stevens siente el vacío en su alma y le pide permiso a Chrisptoher Reeves, el nuevo señor de Darlington Hall, para hacerse una escapadita por Inglaterra, con uno de sus coches, con el pretexto de que necesita reclutar a una ama de llaves que ya prestó muy buen servicio en la mansión.

Es un buen subtexto para recuperar el esplendor del pasado y el amor de Emma Thompson.

Es impresionante la secuencia en ese salón de té, cuando Stevens le pide a Miss Kenton que vuelva al servicio a Darlington Hall, y Emma Thomson le dice que se había planteado volver al servicio, que echaba de menos esa vida, dando a entender sin decirlo claramente que su matrimonio ha sido un fracaso, pero que su hija está embarazada y ella debe quedarse a su lado para echarle una mano.

Stevens dice poco pero sus ojos azules nublados por la tristeza y la pérdida lo dicen todo.

Se ha acabado su historia de amor con Miss Kenton. No puede recuperarla.

Además, se tiene que hacer a la idea de que ha desperdiciado su vida.

No es el único. Emma Thompson vive torturada por esa misma sensación de vacío.

-A veces pienso que cometí el mayor error de mi vida-dice, refiriéndose a dejar el servicio pero, en realidad, se refiere a haberse casado con su marido.

La historia de amor entre Stevens y Miss Kenton es hermosísima, pura sugerencia, amor latiendo y sofocado en el pecho de ambos, sin expresarse con palabras.

En 1958, Stevens (Anthony Hopkins), un perfecto mayordomo, viaja por Inglaterra. Ahora trabaja para un millonario americano (Cristopher Reeve) que es el nuevo propietario de Darlington Hall, mansión que vivió su etapa de mayor esplendor veinte años antes, cuando su dueño, un aristócrata británico, reunía en su casa a los personajes más influyentes de los años 30, una época crucial para el futuro de Europa. Esta circunstancia permitió a Stevens ser testigo de conversaciones sobre los hechos políticos más importantes del momento. Al mismo tiempo, su rutinaria vida personal sufría un inesperado cambio con la llegada de la señorita Kenton, la nueva ama de llaves (Emma Thomson)

«Lo que queda del día» es un melodrama poderosísmo dirigido por un James Ivory en estado de gracia. La película se realza gracias a las grandiosas interpretaciones de Anthony Hopkins y Emma Thompson.

¿Dónde puedes verla? En TCM

Lo mejor: Las interpretaciones, la puesta en escena, el guion.

Lo peor: Nada.

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Tomar decisiones en el guion de «Mad Men»

¿Cómo se cuenta en guión la toma de decisiones en la serie «Mad Men? ¿Cuando Betty decide divorciarse de su marido cómo lo escriben los guionistas? ¿Cuando Don Draper decide firmar su contrato porque sus jefes quieren y Conrad Hilton también, cuando antes el creativo ha jurado que no lo haría, qué proceso sigue hasta llegar a ese punto de no retorno?

-Tú tienes el poder sin contrato. Te quieren pero no te tienen.

La toma de decisiones está precedida por la caída en los abismos del personaje, el choque con el barro de la realidad, la experiencia con la decepción, la humillación, y el fracaso. En el caso de Don Draper, siempre que se da un guarrazo, acude a que le consuele una mujer a la que quiere, ya sea Rachel Mencken (cuando Campbell descubre su doble identidad y le chantajea) o cuando sufre la humillación del rechazo de su campaña sobre los hoteles Hilton por parte de Connie, su millonario propietario, y Draper acude a que le abracen los dulces brazos de la profesora de Sally.

Pero es tras un episodio de caída moral, tras la borrachera, el asalto y robo por el par de dos jóvenes en un motel de carretera, tras caer en el abismo, cuando el personaje hace lo que dijo que nunca iba a hacer.

Así mismo, el tonteo progresivo de Betty con Henry Francis cuando ella le escribe cartas de amor como una adolescente embelesada, deseando amartelarse con el congresista conservador.

-Y me pregunto demasiado a menudo qué estarás haciendo. Sólo nos hemos visto tres veces.

La fantasía de amor, la experiencia extática del enamoramiento enfebrecido y en llamas plasmado en un plano: Betty tendida sensualmente en la otomana que le ha recomendado Henry mientras se acaricia su vaporoso y primaveral vestido.

Betty pasa del éxtasis al barro, cuando después de nutrir tiernas expectativas de que Francis se presente en su casa para recaudar fondos con las vecinas para salvar el embalse de Ossening, se decepciona al ver que el gobernador republicano ha mandado a una representante en su lugar.

Se produce un retroceso en la relación de Henry y Betty porque el político recula.

Betty, muy dolida, le tira sus cartas de amor a la cara en su despacho, alertando por el escándalo a la secretaria de Henry.

-¿Por qué no viniste? Te estuve esperando toda la noche

-Lo siento. Pero quería que vinieras a mí.

-El ego.

-Tenías que venir tú a mí.

-¿Por que?

-Porque estás casada.

Henry y Betty se besan apasionadamente aunque ella no quiere hacer el acto sexual en su oficina.

-Es vulgar.

Y añade:

-Lo siento. Yo he empezado esto.

Cuando Lee le pide a Crane que despida a Salvatore porque se ha resistido a su acoso sexual, Crane se convence a sí mismo de no precipitarse en su decisión:

-¿Qué vas a hacer?-le pregunta Paul.

-Calmarme y no meter la pata como siempre. Estaba muy borracho-responde Harry Crane.

Lo malo de ver «Mad Men» es las ganas que me entran de beber en el trabajo cuando veo a esos hombres libando copazos de whisky en la agencia Steerling and Cooper.

Harry Crane no quiero ni jarto de whisky despedir a Salvatore y se resiste como gato panza arriba.

Pero Lee le fuerza cuando, en una reunión sobre el anuncio televisivo de Lucky Strike, ve que Sal todavía está ahí.

Cuando Crane se lo explica a Roger:

-¿Y tomaste la decisión de no hacer nada?

-Estaba muy borracho. Creía que se lo olvidaría.

-¿Y te olvidaste de decírselo a mamá y a papá?-pregunta Roger.

-Dijo que no lo contara. ¿Qué podía hacer?

-Sal, estás despedido. Lo siento. Lee Garner jr. te quiere fuera.

Salvatore se queda de piedra. Está devastado.

-Esa cuenta vale 25 millones de dólares, Crane-dice Don.

Luego, Don no se cree que Sal rechazara a Lee Garner Jr.

-No os entiendo a la gente como vosotros.

La homofobia de Don sale aflote como un iceberg negro. Salvatore se siento muy dolido por la actitud displicente de su compañero.

Don rubrica el despido de Sal.

-Te irá bien-le dice como única despedida.

El mundo implacable y despiadado del trabajo reluce con toda su injusticia con los débiles.

Por otra parte, cuando en la primera temporada, comienza la historia de amor entre Don y Rachel, los guionistas tienen que romper la relación de Draper con su amante porque sería demasiado sórdido que el creativo mantuviera las dos relaciones sexuales en paralelo, desluciría la potencia sentimental que Don irradia hacia Rachel, que es más que una amante porque él está enamorado de la propietaria judía de los almacenes Mencken.

Otro ejemplo de guion es el largo proceso de distanciamiento del desafecto de Peggy hacia Don. La historia está escrita en una continuidad de trama que empieza con Peggy diciendo a un chico que se ha ligado en un bar:

-Mi jefe es un cerdo.

Luego ella le pide a Don Draper que le suba el sueldo:

-Mi secretaria no me respeta porque sabe que sólo gano 71 dólares más que ella-dice Peggy. Sin embargo Don le dice que no.

Cuando la creativa se entera de que a su jefe le han asignado la cuenta de los hoteles Hilton, le echa agallas para plantarse en su despacho y para pedirle a Don que la incluya en el proyecto:

-Peggy, antes eras mi secretaria. Ahora tienes una oficina, más dinero, y un trabajo de creativa. Pero no hay nada en tu trabajo sin lo que no pudiera pasarme. Deja de pedirme cosas y céntrate en tu trabajo-dice Don.

La sombra de Duck Phillips es alargada

Luego están las cañas que le echa Duck Phillips a Peggy para que abandone su trabajo y se vaya con él a otra agencia donde ganará más dinero.

-¿Puedo ser jefa de creativos?

-De momento, sólo redactora. Pero ya veremos más adelante.

Todo se complica porque Peggy se siente atraída por Duck y se acuesta con él. Ambos están solteros aunque la diferencia de edad y de status profesional es considerable.

Poco a poco, Peggy se irá alejando de Don. El detonante de su separación será la secuencia en la que ella le pida un viaje a París en el contexto de una campaña, y él la eche una bronca y le tire billetes a la cara, humillándola. En ese momento, Peggy decide abandonar a su jefe y cambiarse de agencia, buscando lugares más soleados. La caída del personaje ha tenido lugar.

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¿Dónde comería Peggy de «Mad Men» en Málaga?

Peggy cuenta la historia de la incorporación de la mujer al trabajo y el ascenso de su carrera profesional. Es una publicista muy buena, destaca por su creatividad y su olfato profesional. Es disciplinada y maja. Siente un vacío en su vida personal, y a veces, al llegar a casa se pone a llorar. Cosa que yo también he hecho un huevo de veces, quemada por los sinsabores y disgustos de la oficina.

Su peor apuesta fue quedarse embarazada de Pete Campbell al perder la virginidad, tener al bebé y luego darlo en adopción a su propia hermana

Si Peggy estuviera en Málaga comería en «El merendero de Antonio Martín». Tiene unas vistas alucinantes a la playa de La Malagueta. Se pediría un arroz meloso mar y monte, unas croquetas que son caseras y espectaculares y me recuerdan a las que hacía mi abuela Manola. Para culminar, almejas con vino blanco, aceite y perejil, y para beber, vino rosado.

Un diez.

Peggy saldría de las trapacerías, intrigas y emboscadas de Madison Avenue y se relajaría a solas. Luego podría visitarla Stan, su amor. Pero me imagino a Peggy sola en Málaga, deambulando a su aire por las callejuelas del centro, y alquilando un apartamento cerca de la catedral.

El merendero de Antonio Martín ha sustituido al tradicional restaurante Antonio Martín. Cuando era niña me echaron de la entrada mientras esperaba la ruta para el colegio León XIII con mi amiga Mónica. El portero nos dijo que hacíamos mal efecto de cara al negocio.

Pero pelillos a la mar.

«Mad Men» trata de la mentira, de la falsa la apariencia, del ego y de la vida. Es una de las series que irradia más verdad de toda la historia de la televisión.

Su creador Matthew Weiner nació en 1956. No es tan mayor como para recordar la época que evoca con tanta maestría «Mad Men». Su oficina es tal y como una esperaría del creador de la serie. Rezuma estilo vintage y tiene un mueble bar de caoba con todo tipo de licores. Pero el mobiliario venía con el edificio que es de 1955, y las botellas son regalos, una pena porque Weiner casi no bebe.

Para captar la sensibilidad de Weiner necesitas una buena dosis de introspección. Una foto de los actores de la serie en el set. Hay una tarjeta casera de uno de sus cuatro hijos en la que se lee: «Dad Men» en pastel rojo y negro.

Su biblioteca está abarrotada con novelas, ensayos y poesía. Desde «Diaries of Old Manhattan» a «Moby Dick».

Fue campeón de «Jeopardy». Antes que ponerle notas en el guipn se puso a bailar «Zou Bisou Bisou» para enseñarle lo que quería a Jessica Paré (Megan Draper) Weiner da la impresión de que nunca duerme. Escribió «Mad Men» los fines de semana y por la noche mientras trabajaba doce horas en una comedia que le alimentaba y le daba para pagar las facturas. Le gusta escribir por la noche.

Weiner empieza cada temporada de «Mad Men» leyendo el prefacio de «Collected Stories» de John Cheever: «A un escritor se le ve andar con torpeza, atarse la corbata con torpeza, hacer el amor con torpeza. Casi siempre está solo. Se enseña a sí mismo».

¿Dónde está «El merendero de Antonio Martín»? Plaza de la Malagueta, 4.

¿Dónde puedes ver «Mad Men»? En Amazon Prime Video.

¿De qué va? Aclamada serie dramática que narra los comienzos de una de las más prestigiosas agencias de publicidad de los años sesenta, y centrada en uno de los más misteriosos ejecutivos de la firma, Donald Draper, un hombre con un gran talento. «Mad Men» es la mirada a los hombres que dieron forma a las esperanzas y sueños diarios de los americanos de la época. En 1960 la publicidad era considerada una de las profesiones con más glamour. Era un momento de gran ebullición en todos los sentidos; la manipulación profesional y el acoso sexual son parte del trabajo y de los negocios. Sterling Cooper Advertising diseñaba mejor que nadie las campañas de publicidad. Su lema era: «No importa lo que seas. Lo importante es cómo lo vendas..

Lo mejor: Su verdad.

Lo peor: Nada.

¿Con quién verla? Con compañeras de trabajo.

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«El hijo»: la depresión juvenil y el suicidio

Me pasa algo extraño con esta película. Creo que se adopta el punto de vista equivocado, el punto de vista de «El padre» era el del padre, y aquí en «El hijo» también es el del padre, Hugh Jackman, lo cual,desde elpunto de vista del guion, es un error. Zeller no profundiza en la depresión que está atravesando Nicholas (Zen McGrath), y se centra en el incordio que representa en la nueva vida de su papá y de su nueva familia. Pero se produce una equivocación con el punto de vista, que está demasiado distanciado.

Me siento identificada con Nicholas, el hijo de Hugh Jackman, un depresivo de libro. Por esa razón, veo «El hijo» hasta el final durante una lluviosa, gris y monónotona mañana de domingo. Cuando tenía 17 años, pasé por una depresión y no quería vivir. La vida me parecía una mierda, y no sólo eso, sino que sufría y no sabía lo que me estaba pasando, no se lo contaba a nadie. Pero mis padres me encontraban insoportable, alguien difícil e inaguantable. Me fui un año a estudiar a Francia. Con el paso de los años, me doy cuenta de que estaba deprimida y devastada emocionalmente. Pero entonces sólo me encontraba en un agujero sin salida.

En «El hijo» se nos cuenta una historia parecida, con la variante de la nueva familia del padre de Nicholas, el doloroso divorcio,el bebé con na mujer más joven, el abandono de Hugh Jackman.

La madre, interpretada por Laura Dern, le dice al padre:

-Me siento un fracaso total.

La culpa de Hugh Jackman emerge como un iceberg negro en su conciencia.

-No estuve allí para él.

En otro momento de «El hijo»:

-Antes había tanta alegría en nuestra familia.

Uno de los puntos fuertes de Zeller como guionista es que sabe crear muy buenos diálogos, pero se le escapa el punto de vista en esta película y la historia se diluye. Quiero saber de lo que le pasa a Nicholas. Quiero profundizar en su enfermedad mental como en «El padre» profundizábamos en el Alzheimer.

-He intentado estar ahí para ti. He intentado darte fuerza. ¿qué es lo que te pasa? ¿estás tomando drogas? ¡Crees que puedes hacer lo que te de la gana en la vida?

-No se lo que me pasa papá-llora, Nicholas.

En una entrevista con Vanity Fair, Florian Zeller, el director de «El hijo», aseguraba que «es tan difícil ser un buen padre o una buena madre y afrontar una situación en la ya no sabes qué hacer. Me doy cuenta de que hay mucha gente con problemas relacionados con la salud mental y la familia. Hay tanta vergüenza e ignorancia acerca de los problemas mentales. Esta película es una forma de compartir lo que he aprendido y abrir una conversación».

“Como público lo que realmente quiero es estar en una posición activa, no sólo sentarme y ver una historia que ya se ha escrito y dicho sino que quiero estar activo y ser parte de la narración. Es una manera de sacar el tema y no enterrar la cabeza porque se que lleva tiempo dar con las claves. Y muchas veces es un tiempo que no tenemos si queremos evitar la tragedia».

-¿Dónde puedes ver «El hijo»? En varias plataformas.

Lo mejor: La actuación de Zen McGrath. Defiende un papel muy difícil.

Lo peor: El punto de vista distanciado.

¿Con quién ver «El hijo»?: Con tus hijos adolescentes. La depresión es la principal enfermedad del siglo XXI.

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Crítica del documental Garnet’s Gold: en busca del sentido de la vida

El protagonista del documental «Garnet’s Gold» me ha recordado a mi padre. La historia me ha conmovido hasta el hondón porque es una loa a los seres que se atreven a soñar. Crítica del documental Garnet’s Gold: en busca del sentido de la vida.

No conviene ver este documental desde unos parámetros tradicionales, incluso lógicos: narrativa, acción, giros. Esa visión os decepcionaría. Pero si buscas belleza, lirismo, y poesía «Garnet’s Gold» es tu historia, saldrás satisfecha.

«Garnet’s Gold» es una mirada tierna y lírica a los soñadores, a los excéntricos, a los fantasiosos, a los que la realidad se les queda pequeña.

Armado de montones de viejos mapas, una barca en la que entra el agua y un corazón renqueante, ‘Garnet’s Gold’ sigue la temeraria, valiente y quijotesca aventura de un hombre extraordinario en busca de un tesoro escondido, en un tardío rito de iniciación para recuperar su alma y redescubrir el sentido de su existencia. De los productores de ‘Searching for Sugar Man’ y ‘Man on Wire’, el documental toca temas universales como los sueños, la inspiración y la fuerza inextinguible de la esperanza. 

Ed Perkins dirige «Garnet’s Gold» y te hace reflexionar sobre el sentido de la vida, te hace mirar dentro de ti y revisar tus propias quimeras, sueños fantásticos -que no se cumplieran es lo de menos, que casi se cumplieran es lo de más,-porque Perkins investiga la capacidad soñadora del ser humano, la mayoría de las veces destinada al fracaso.

Pero no hay tristeza en la historia sino pura poesía. Es un claro ejemplo del llamado de documental de personaje, en el que el guion se centra en un personaje potente y la trama es casi anecdótica, el elemento que menos importa

Garnet Frost es un excéntrico hombre inglés con muchas inquietudes, que se embarca en los mas curiosos proyectos mientras cuida de su enferma y encantadora madre.

El señor Frost no consulta a ningún experto ni se documenta demasiado antes de emprender la búsqueda de su tesoro, el barco hundido con un cargamento de oro, que creyó descubrir una vez cuando se perdió en las Highlands cuando era joven.

Pero el meollo del documental es que Mr. Frost no busca el oro sino el sentido de la vida. El acierto de la realización con imágenes bellas y melancólicas es absoluto.

«Me parece haber estado dormido todo mi vida», dice Mr.Frost como si fuera un personaje de La vida es sueño de Calderón de la Barca. Todos tenemos esa sensación, Mr. Frost.

Lo mejor: La poesía que destila el documental y el personaje excéntrico y dulce de Garnet Frost.

Lo peor: Nada. Es un documental sorprendente.

Dónde ver Garnet’s Gold: En Amazon Prime Video.

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Nuria Verde

Nací en Madrid, en 1971. Soy licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense. Trabajo como periodista en Televisión Española. También he trabajado como guionista en diferentes series de televisión (Cuatro, Canal +, Telecinco). Asimismo, soy autora del libro Cómo crear una serie de televisión (T&B Editores, 2007) y de la novela El verdadero tercer hombre (Ediciones del Viento).

En 2010 dirigí un corto, Terapia, que fue nominado a los Premios Goya.

Crítica de «Rich Hill» o cómo lo material limita la vida

Rich Hill, un pueblo de Missouri. Una quiere ser como ese tren de mercancías que se marcha cuando pasa por Rich Hill pero me quedó a vivir allí gracias a la nobleza e inocencia, de Andrew, un chico de 13 años que vive en la pobreza, su padre trabaja aquí y allá, su madre enferma medicada en la cama, pero él se adapta y no pierde las ganas de vivir. «Cuando los pijos ricos me miran desde su superioridad yo no caigo en esa trampa. Yo no soy basura blanca»-dice un chaval en cuya vida pintan bastos.

Andrew me conmueve y me desgarra, me emociona un chaval que no deja que el no entre en su cabeza, que se aferra al sí con toda su fe, que se cuelga al clavo de tener una esperanza en la vida, que sabe disfrutar del escaso cielo que tiene pese a vivir en el pantano de la carencia.

Lo que me conmociona del documental Rich Hill es que cuenta cuestiones complejas, si hacer demasiadas entrevistas, profundizando en la narrativa y en la labor de acompañar a esos chicos en sus días cotidianos, en sus días lentos, en días frustrantes.

Una empatiza con ellos como espectadora al ponernos en su piel, como lo han hecho Tracy y Andrew Dagoz, los directores del docu.

Si alguna vez te encuentras viajando por la autopista interestatal 49 a través de Missouri, trata de no parpadear para no pasar de largo de Rich Hill, de 1.396 habitantes

Desde que Andrew, de 13 años, habla por primera vez a cámara en su jardín lleno de trastos, frente a las vidas destrozadas de sus padres, me lleva con él, quiero que le vaya bien. También a los otros dos chicos aunque por sus traumas del pasado y sus personalidades lo tengan más crudo.

-La gente pasa y nos mira por encima del hombro como si fueran mejores que nosotros. Pero yo no me lo trago-dice Andrew, un adolescente de expresión bondadosa, que pese a toda la adversidad a la que se enfrenta, es pura resiliencia.

Más allá del pensamiento positivo naif o de las frases manidas de si quieres puedes, Rich Hill disecciona las limitaciones en la vida que suponen la falta de dinero, las cargas familiares, la falta de referentes educacionales, o el tener a unos padres en perpetua lucha por la vida y por mantener la cabeza sobre el agua, a duras penas, padres que se mudan porque no pueden pagar el alquiler o las facturas.

Andrew quiere a su madre y su padre, trabaja con su progenitor los jardines aquí y allí con tal de ganarse 20 dólares al día, va al instituto, ayuda a su mamá y sueña con una vida mejor.

La historia de Tracy y Andrew Dagoz (son primos) ganó el premio a Mejor Documental en el Festival de Sundance de 2014.

No hay nada explicativo en su documental. No hay voz en off. La imagen manda y cuenta. La cámara acompaña a los tres chicos en su vida cotidiana de ‘white trash’ marcada por el entorno en el que han nacido, por la pobreza, por sus agobiados progenitores con su desesperanza contagiosa.

Aunque hay momentos también para el disfrute de la vida, por ejemplo, cuando Andrew va a la feria, o cuando los adolescentes se disfrazan de Jugaloos (los fans del grupo de Hip Hop Insane Clown Pose) y vacilan por la calle.

A esos chicos hacer los deberes no solo les cuesta sino que carece de sentido para ellos. Cuando se despiertan, se asoman a la fealdad y desorden de sus patios traseros. Viven en el caos y en la falta de oportunidades.

Lo mejor: Los directores hace que empaticemos con los tres adolescentes protagonistas. Hay imágenes simbólicas. Se narra, no se explica.

Lo peor: Nada. Es el documental que más me ha impresionado este año.

Donde puedes ver «Rich Hill»: En Amazon Prime Video.

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Crítica de «Rich Hill» o cómo lo material determina la vida.

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Nuria Verde

Nací en Madrid, en 1971. Soy licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense. Trabajo como periodista en Televisión Española. También he trabajado como guionista en diferentes series de televisión (Cuatro, Canal +, Telecinco). Asimismo, soy autora del libro Cómo crear una serie de televisión (T&B Editores, 2007) y de la novela El verdadero tercer hombre (Ediciones del Viento).

En 2010 dirigí un corto, Terapia, que fue nominado a los Premios Goya.

«Kurt Cobain: Montage of Heck». Un viaje por la mente atormentada del cantante de Nirvana

No soy muy fan de los documental de música. Pero desde que HBO Max ha liberado parte de su archivo en Movistar +, tras suculento, pago disfruto de los contenidos refinados de la plataforma. ¿Por que este documental? Porque, en realidad, no va de la vida de Kurt Cobain ni de la música de Nirvana sino que es un buceo submarino, oscuro, aterrador, apabullante, trágico por la mente torturada de Cobain. Se cumplen 30 años de su muerte.

El rechazo de su familia, sus depresiones, su creatividad, su luminosidad, su rabia, su dolor de estómago, su inocencia. Vemos a Kurt Cobain abierto en canal a partir de sus creaciones adolescentes y adultas: diarios, dibujos, música, cómics, collages, canciones. Hay mucho dolor, hay mucha verdad.

Es un documental tipo Sundance, para raritas y que hayan hecho terapia. Me conmueven los vídeos caseros de Kurt, niño aún sin sufrir, con la claridad y con la luminosidad de un ángel caído a la Tierra.

-¿Quien eres?-le pregunta la madre.

-Soy Kurt Cobain-dice mientras sopla una vela de su segundo cumpleaños.

Kurt juega y toca una guitarra de juguete.

Frances Bean Cobain, la hija que el líder de Nirvana tuvo con Love, es la productora ejecutiva del docu con Larry Mestel y David Byrnes. Me pregunto cómo de lejos que ha llegado Courtney Love, su ausencia de miedo, su pasote con todo tipo de excesos y clase de sustancias para dejar que se visionen los cintas caseras de Minidv que graba Cobain mostrando una vida en pareja desastrosa de dos yonkis colocados de heroína hasta las cejas mientras se pelean, se aman, e intentan cuidar de su hija con bastante desquicie.

Cobain llora y se rasca las úlceras de la cara mientras Love intenta cortar el pelo a su bebé al tiempo una niñera latina les ayuda como puede, también desbordada por la caótica situación.

Love le dice a Cobain: «Te he dicho millones de veces que no tenemos leche» mientras él sonríe galopando a lomos del caballo. Pasivo e impotente. Madre mía, ¿cómo van a cuidar esos dos de un bebé? Es un documental incómodo y me tenso en muchas ocasiones, por ejemplo, cuando Kubain coge a Frances de bebé y simula que es una boxeadora, al mismo tiempo de su locura, él exhala una dulzura seráfica que traspasa la pantalla.

También se me ponen los pelos de punta al ver la cristalina ingenuidad y pureza del niño Cobain montando en su triciclo, y saludando a la vida y a su familia que ama, dando de comer galletas, y metiendo la mano en una rana gigante, adorno del jardín. Me estremezco porque ya sé su final: pegarse un tiro en la boca con una escopeta en el cobertizo de su casa. Y me pregunto ¿qué le hizo el mundo a ese niño? Ya intuyes lo chungo de su vida cuando va como una pelota de casa de su madre a casa de su padre (están divorciados) y luego a casa de su tía. De todas le echan. Se siente rechazado. Lo que más temía Kurt era hacer el ridículo y sufrir la humillación y el escarnio. Tan frágil como gentil, tan creativo como inestable el cantante de It Smells Like Teen Spirit es un marginado en el instituto, un marginado en su familia, un marginado con las chicas, se inventa rollos con sus amigos, pero su ojo de artista hípersensible ya retrata en cómics, textos, canciones, música, collages, dibujos, su atribulada y doliente vida adolescente. Es fácil identificarse con él si has sido tan perro verde como Cobain con una familia disfuncional y un infierno de vida en el instituto. La música punk rock y la marihuana eran su evasión para el dolor y la tristeza de la vida cotidiana. Luego llegaría la heroína.

El documental está dirigido por Brett Morgen quién ha trabajado en su realización desde 2007. Ese año, Courtney Love, viuda de Cobain, se le acercó con la idea de realizar la historia. Se trata del primer trabajo de Morgen sobre Kurt Cobain hecho con la cooperación de su familia. Morgen y su equipo tuvieron acceso a los archivos personales de Cobain y familiares.

El documental está bien estructurado y es el más artístico que he visto en mi vida junto con otro sobre David Lynch que se llamaba The Art Life. En «Montage of Heck», la obertura de la historia nos muestra a Kurt apareciendo hecho polvo, mientras avanza en silla de ruedas hacia el micrófono y canta en un tono agónico y demente «The rose»:

Some say love, it is a river
That drowns the tender reed
Some say love, it is a razor
That leaves your soul to bleed

A lo largo de su aventura musical, Cobain canta desde el dolor mental y físico, con fuertes sufrimientos digestivos que palia con chutes de caballo. Su voz profunda y lisérgica, aterciopelada como una noche del fin del mundo conecta con el desafecto granítico de toda una generación que comparte los mismos sentimientos de alienación y agobio espiritual en medio del capitalismo más desaforado y el materialismo más loco.

El tío es un máquina. Compone, toca la guitarra, se concentra como un rayo láser en su música con un ensimismamiento maniaco y explosivo. Exploramos su deseo sexual, su monogamia, su idealismo y sus respuestas sinceras ante los periodistas: «Queremos ganar dinero para vivir una vida más cómoda.»

El documental es triste y me hiela el alma. Pero no traiciona el espíritu ni la música de Cobain. Sus problemas con la depresión y con la heroína se plasman en una creatividad visual basada en los propios logros artísticos del cantante de Nirvana. Es brutal.

«Montage of Heck» incluye imágenes de varios espectáculos de Nirvana y canciones desconocidas, así como películas caseras, registros, obras de arte, fotografía, revistas, demos y songbooks. Morgen utilizó las entrevistas en la película Lenny como modelo para las entrevistas en la película. El título de la película, Montage de Heck, toma su nombre de un collage musical que fue creado por Cobain con un casete de 4 pistas grabado aproximadamente en 1988, que contiene dos versiones: una de aproximadamente treinta y seis minutos y otra de aproximadamente ocho minutos. Varias escenas de la película fueron animadas por Stefan Nadelman y Hisko Hulsing. La película fue coproducida por HBO Documentary Films y Universal Pictures International Entertainment Content Group.​

La voz es la del propio Kobain que leyó sus propios diarios.

Hay momentos conmovedores y escalofriantes a la vez. Por ejemplo, cuando siendo adolescente, Kurt se tumba en la vida del tren para suicidarse y el trena pasa por la vía de al lado salvándole la vida. El chaval piensa:»No quería irme de este mundo sin echar un polvo».

Por cierto, me da mucha pena esa chica discapacitada intelectual. Menuda vida tan triste.

El documental no es un rollo Hollywood comercial vamos a sacar los higadillos a Kurt Cobain, y por esa razón me gusta.

-Odiaba a la gente porque era muy falsa-dice Kurt, adolescente.

La vida le da dos segundas oportunidades para vivir y crear su música. El documental muestra tambien lo monstruosa y totalitaria que es la depresión y cómo secuestra el cerebro Kurt para atormentarlo y matarlo.

Su cuerpo dolor es muy potente.

Descubro cosas que ignoraba de él: sus dolores de estómago, lo joven que empezó a pincharse heroína, y esa adolescencia depresiva y creativa, sus graves problemas familiares, porque nunca tuvo una familia que lo quisiera, sus lacerantes inseguridades.

Él no quiere convertirse en el estereotipo de estrella de rock, pero acaba suicidándose a los 27 años.

¿Dónde se puede ver? En HBO, Movistar +

¿De qué va? El documental autorizado del malogrado músico Kurt Cobain, desde su primera época en Aberdeen Washington hasta su éxito con la banda grunge Nirvana.

Lo mejor: Es un documental artístico, no comercial.

Lo peor: Nada.

¿Con quién verlo? Con hijos, sobrinos adolescentes. Sólo tenemos una vida y es esta.

Nuria Verde, la autora del blog, en sus años universitarios, tan atortomentada como Kurt pero con cero talento musical.

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