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Málaga 82. Capítulo 64

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 64

Mi habitación es mi único mundo posible. Mi habitación es mi único reino. Mi habitación es el patio de mi recreo. Mi habitación es el mar fértil donde me escapo a soñar, a fantasear, a masturbarme, a dormir la siesta, donde acudo a la cita con los placeres del cuerpo y del alma. Pero también es donde me refugio cuando mi visita el viejo vampiro, Lestat, Nosferatu. Llámalo como quieras.

Estoy tumbada en la cama, con el ánimo deprimido, arrebatada por un vértigo existencial, aplastada por una tumba en el pecho que no permite que germinen sentimientos ni vida. El viejo vampiro ha vuelto a visitarme y, esta vez, quiere quedarse. Un insomnio feroz me acosa. No tengo apetito. No tengo impulso de vida. No tengo ganas de hacer nada. Sólo puedo estar en la cama. Mi madre dice que estoy insufrible pero no es verdad, sólo estoy deprimida.

De repente, el timbrazo del teléfono rasga el ambiente submarino de nuestro piso del Paseo Marítimo. No tengo energía para hablar con nadie. No puedo con mi alma y por dolerme, me duele hasta el aliento.

Mi madre coge el teléfono. Su vozarrón de abogada arrogante, acostumbrada a hablar ante un juez, resuena y rebota en las paredes.

-Sí, dígame.

-Sí. Ahora se pone.

Mi madre grita:

-Sara, Sara, Sara.

No me apetece hablar con nadie ni relacionarme con ningún ser humano pero no tengo ni un ápice de energía para discutir con mi madre. No poseo voluntad.

-Voy, ya voy-digo, con un hilillo de voz. Y pienso: no grites tanto, joder. Tengo una angustia que me muero. Una bola negra se expande en mi cerebro. Un monstruo hambriento y maligno coloniza mi ilusión y mi esperanza, dejando tras de sí un territorio baldío.

-Sara, Sara, Sara. Es para ti-mi madre abre la puerta sin llamar y arruga al morro al verme acostada en la cama.

-Que son las doce de la mañana, hija. No puedes seguir así. Levántate.

Su voz estentórea reverbera en las paredes queaprisionan mi cerebro. Cállate, coño. Me va a estallar la cabeza. Tengo un dolor que me trepana el cráneo. ¿Y si bebo un poco de Calvados? Eso me animará o al menos me sedará. En cuanto, cuelgue el teléfono, voy a la despensa, cojo la botella y me bebo un par de chupitos, eso calmará mi ansiedad.

¿Quién quiere hablar conmigo? Tengo la autoestima por los suelos. Me siento un desecho humano, un despojo que vale menos que cero.

-¿Quién es?

-Alma.

De repente, me animo. Mi profesora favorita me llama y ese hecho me excita.

-Ah, ya voy.

Me levanto de la cama, presa de una aturdida confusión. Me dirijo a la cocina, donde está el auricular verde descolgado, encima de una silla. Abajo en la pared hay una caja de cambios color café con leche,con una palanquita que corta la comunicación con el teléfono del salón del fondo. Temboury, el arquitecto que vendió el piso a mis padres utilizaba ese teléfono para hablar con sus amantes. Así evitaba que lo escuchara su mujer. Hasta que lo pilló.

-Hola-digo, fingiendo buen ánimo. Me alegro mucho al oír la voz de Alma.

-Hola, Sara. ¿Qué tal estás?

-Regular. Gracias. ¿Y tú?

-Genial.

-Me alegro.

-¿Te pasa algo en la voz? ¿Estás bien?

-Estaba leyendo-miento.

-No sé, te noto rara.

-Estoy bien-la voz me delata. Pero no poseo voluntad.

-¿A que no sabes por qué te llamo?

-Ni idea.

-¡Felicidades!

-Ah.

-Has ganado el premio de relatos de Coca Cola.

Mi cerebro está lento y va a pedales. Tengo castrástofe cognitiva. Tarda en procesar una eternidad lo que me acaba de decir Alma. De repente, un recuerdo: mi padre llevándonos en su BX blanco a Antón y a mí al Palacio de Congresos de Torremolinos. Papá está contento de que Alma haya escogido a su hija junto con su amigo Antón de su clase de tercero de BUP para presentarse al concurso final, tras haber seleccionado los relatos que han escrito. Habla por los codos. Antón y yo nos reímos hasta el paroxismo con sus anécdotas, excitados y muertos de miedo. Por fin, vemos el edificio que descuella entre bloques de apartamentos color amarillo pastel con balcones enrejados.

Después de que papá aparque su BX, Antón y yo, temblando como hojas, nos metemos en un inmenso salón de actos donde cientos de chicos y chicas hablan en tono muy alto, creando un ruido alucinante que nos aturde y nos pone nerviosos. Realmente, estamos viviendo esta experiencia. Qué subidón.

Los organizadores nos piden que escribamos un cuento sobre la juventud. Nos reparten hojas y bolígrafos con el membrete de Coca Cola impreso.

-Anda, qué guay. Ni me acordaba

-Estoy orgullosa de ti, Sara.

Me ruborizo. Un soplete expulsa llamaradas en el interior de mis mejillas. Me arden los ojos. Los nervios y la más absoluta euforia me comen por dentro.

-Gracias.

-Eres una escritora.

-No sé-balbuceo con falsa modestia.

Quiero preguntar si hay dinero de por medio. Pero no quiero quedar como una cerda avariciosa delante de Alma, mi amor de profesora de Literatura.

Un subidón de narcótica euforia.

-¿En qué te vas a gastar el dinero del premio?

Disimulo como una perra:

-¿Qué dinero?

-El millón de pesetas.

Una dulce sensación de caída, un desmayo brusco hacia las letárgicas aguas de la oscuridad. 

Nuria, con sus amigas Marga y Georgina.

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Málaga 82. Capítulo 60

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 60

Margarita conduce hacia la cima de una colina con su Vespino. Yo voy de paquete detrás, temblando de emoción, hecha un flan de excitación y nervios. El paisaje es impresionante: el cielo, la montaña, el mar bañados por la luz dorada de Málaga que es pura belleza. La naturaleza posee una hermosura honda y azul. Se me pone los pelos como escarpias. 

Al fondo, avizoro la plaza, el Mediterráneo con su latido azul y profundo. A la derecha, unas montañas cárdenas se recortan como un circo que nos protege de miradas indiscretas. 

Un sensación de bienestar me recorre de la cabeza a los pies.  

Me siento tan viva. La exaltación me acompaña durante todo el camino a Maro.

Nuria, con amigas.

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«Málaga 82». Capítulo 45

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 45

Margarita y yo caminamos por el Paseo de Reding, bordeamos el cementerio inglés, el restaurante Adolfo, los edificios amarillos de los militares, la tienda de regalos La azalea, donde Mónica y yo le hemos comprado meses un collar de regalo a Virginia, la lideresa guapa y lista de la clase que viene de Barcelona, lo que le da mucho caché en la remota y estancada Málaga de los años 80.
Mónica solía llevar unos pantalones Bermuda anchos y demasiado grandes, que se nota de aquí a Lima, ya vé, que son de su madre. Virginia, que es muy abeja reina, le da al pico diciendo que, cuando Mónica se pone ropa de su madre, le queda como un tiro de mierda. Virginia era mi amiga pero, a la vez, me da mucho susto porque sí critica así a Mónica que es más amiga que yo, cómo me pondrá a mí.
Hace tres meses, a la nefanda hora de comer en el apestoso comedor de León XIII, María Ángeles me soltó que Virginia sólo me aceptaba como amiga y salía conmigo porque yo era amiga de Mónica. Aunque yo no la creí porque María Ángeles era un bicho de primera categoría, marca mayor.
Sin embargo, un mes más tarde, cuando Virginia y yo volvíamos del retiro de silencio en los montes de Antequera, con el cura Vicente, que nos daba religión en el León XIII y al que le gustaba frotarse los huevos contra el pico del pupitre mientras nos miraba fijo y nos hablaba quedamente, le dije Virginia que María Ángeles contaba ese cuento pero que yo no me tragaba la bola. Pero, de repente, Virginia se quedó más que callada que una zorra, azorada como una palomita. Enrojeció como una amapola.
Se hizo un silencio cuajado de significado. Y como si me peor enemiga me hubiera tirado un pedrazo en la frente, me di cuenta, con infinito horror, que lo que contaba María Ángeles, por muy puta que fuera, era una verdad como una catedral.
Vaya putada.
Un aimportante verdad de la vida se me reveló mientras andábamos Virginia y yo, en sepulcral silencio, por el Paseo de Sancha. Me sentí violenta y temblorosa como si alguien me hubiese arrebatado la inocencia de pronto, con una cruel bofetada en plena cara.
Zasca.
Qué mal, vieja.
Ese momento fue uno de los más tristes descubrimientos de mi adolescencia. 

Pero ahora ya da igual porque Mónica se ha ido a Madrid y Virginia a Barcelona, y yo me he quedado sin amigas.
Ahora estoy con Margarita y el tiempo y el espacio se han congelado, atrapados en una pegajosa y gigantesca bola de ámbar.

-¿Qué quieres ser de mayor?

-Escritora.

-¿Por qué?

-Porque para mí no hay nada más. Pero tengo que ganarme la vida. Mi madre dice que soy una irresponsable.

-Qué maja tu madre.

-Pero no estoy segura. Estoy hecha un lío. Qué mierda de edad prohibida. 
-Ya vé
-Como el libro que nos mandó Amelia.

-Yo no lo leí. 

-¿Y eso?
-No, sé. Yo creo que soy tonta. 
-Para nada. 
-Se me juntan las letras y es un lío, se me apelotonan como patas de mosca.
Se me estremeció el corazón. Me quedé horrorizada.

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«Málaga 82». Capítulo 41

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 41

-Esta es la moraga de Paco Pepe Temboury. No me digas lo que tengo que hacer. 

-Mari..-dijo Margarita. 

María Ángeles le pegó otro trago a su botella Ron Negrita y morreó a Paco Pepe como si nosotras no existiéramos. 

-Es que no deberías haber invitado a esta chusma a esta moraga. 

¿Me había invitado Margarita a esa moraga para humillarme? Sentí una infinita rabia hacia ella y el amor pasó a odio durante cinco minutos. No me volvería a ver. Eso fijo. Y el trabajo de «Crimen y Castigo» que se lo hiciera su putísisima madre. 

Llena de rencor y acuciada por la necesidad de orinar me interne en el mar, que me alivió con su frescor, dos olas remotas que batían en la orena, uno, dos, espuma rizada blanca, y la pureza de una naturaleza aunque fuera un Mediterraneo tan explotado como ante el que me encontraba.

-Con tal de que no me joda la noche. 

Margarita seguía tan mudita como el enanito de Blancanieves. Yo no sabía donde meterme. Tenía el corazón en un puño. 

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«Málaga 82». Capítulo 39

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 39

Al verme mientras besaba a Paco Pepe, la estrella de balonmano del colegio, María Ángeles puso cara de acabar de ver a E.T. descendido de su nave espacial a la playa de la Malagueta. 

Nos miramos con un duelo alucinado de tensión interna remota y estancada en el tiepo. 

Que pesadilla. 

La miré. Enrojecí. Y el puto libro bajo el brazo. 

-Tenemos a una nueva invitada. 

-¿Quién es la que viene contigo a este percal?-preguntó María Ángeles

-Una amiga-respondió Margarita.  

Vi que estaban las super guays pijas del León XIII, mis némesis, en la moraga. Coño, coño. 

Qué cagada, pensé. Y me sentí fatal. Fuera de lugar en frente a esa hoguera y la rejilla de la barbacoa. Todo el mundo bebía cerveza y sangría. 

Miré a la payasa con cara de orgullo, con una tensión interna que me moría, como una comadreja acorralada. 

-Sara. Maria Ángeles. 

-Es un placer-dijo como si acabara de oler mierda. 

-Igualmente-dije más falsa que un duro sevillano. 

En menudo changuay me había metido yo solita. ¿Quién me manda meterme en esos líos? Era gilipollas. 

Me sentí muy ridícula con el libro de «Crimen y castigo» bajo el brazo. Eso quedaba cero guay. 

Mierda. Tierra trágame. 

No tenía que haber venido. A buenas horas, mangas verdes. 

Eeinstein. ¿Que te esperaba? Una escena romántica como en las películas teen románticas de John Hugues. Pues sí. 

Yo idealizaba demasiado a quien estaba enamorada. Y luego me pegaba la hostia. 

-Venacapacá y tómate un copazo en copa de baloncesto. 

-No. 

-Qué ñoña, vieja-dijo y añadió:   

-Es mi última moraga en esa mierda de colegio. Y para lo que me queda en el convento me cago dentro. 

María Ángeles era border line. Y tenía la gracia por donde amargan las avispas. 

¿Cómo iba a salir yo de esa encerrona? 

-¿Qué llevas bajo el brazo?

-Nada. 

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«Málaga 82». Capítulo 37

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 37

Margarita y yo nos vimos en la playa. Era las fiestas de San Juan, cuando las aguas del Jordán manaban por todos los ríos, por todos los mares, y había hogueras y moragas por todas partes. La orilla estaba llena de gente. La algarabía intoxicaba, con su alegría juvenil, el ambiente. La animación se cuajaba en las llamas crepitantes de los fuegos, en las charlas y risas, en el olor a humo, a cerveza, y a salitre tocados por la gloriosa explosión del verano.  

Ambas habíamos quedado lejos de la Malagueta porque esa playa estaba llena de chusmones ya que paraba el autobús quince justo enfrente. 

Yo estaba en las nubes ,en trance, envuelta en un maravilloso y alterado estado de conciencia. En la acera, en el paseo Maríítimo había mucha gente, con bolsas, con litronas, con vino, con gaseosa para hacer sangría, con salchichas y panceta para la moraga, que es una barbacoa en la playa. 

Yo llevaba una botella del mejor vino que había encontrado en mi casa, un Pesquera, que de extranjis había robado a mis padres. Me sentía muy excitada, caminando a cuarenta metros del suelo.Con mi libro de ‘Crimen y Castigo’ bajo el brazo y un puñado de folios dentrode lamochila para escribir eltrabajo de Literatura a Margarita.

Debía esforzarme en que colara con Alma, no podía escribirlo demasiado bien, pero ya soñaba triunfal en desarrollar todas mis habilidades literarias delante de Margarita, sintiéndome la reina de la mambo, súper guay, a tope, flotando y volando en mi fantasía más loca como un caballo desbocado. 

Era demasiado bueno para ser verdad. 

Calla, aguafiestas.  

Oh, iba a ser tan perita. Qué bonita era la vida. Qué bello era vivir. 

Gracias Fiódor Dostoyesky por dar alas a mi amor. Yo te bendigo allí dónde estés Fiódor, allí, en el Olimpo de los literatos grandes y eternos.   

«Crimen y Castigo», qué novelón. Me escaldó de tal manera, me centrifuga mis tripas y mi cerebro de forma tan brutal que decido que nada me importa en la vida como tarea salvo escribir. 

No me parece tan interesante y absorbente y llena de sentido ninguna otra profesión salvo la de escritora. Ni cámara, ni periodista, ni médico, ni abogado, ni profesora, ni traductora. 

Escribir es mi obsesión. Es lo único que me importa en la vida. 

Escribir es mi vocación, una sensación de llamada muy poderosa que viene de dentro. 

Escribir, escribir, escribir, sino me obsesiono no llegaré a nada. Al menos, con todas mis dudas, con todas mis zozobras, eso lo sé.

Avisto a Margarita en la playa y el corazón me da un vuelco. Aunque, de repente, se me cae el alma a los pies. 

María Ángeles está con ella.  

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«Málaga 82». Capítulo 28

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 28

Tenía la sensación de que le importaba una mierda a mi madre. Bienvenida al club, ja, ja, ja. 

Creía que sólo yo me sentía así. 

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«Málaga 82». Capítulo 26

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 26

Ahora treinta y cinco años después recuerdo a mi primer amor, Margarita, y escribo en mi cuaderno de notas de la Spain Film Commission que me ha regalado G.: narrar con humor y con ternura los conflictos de una adolescente muy tímida que tiene ataques de angustia y no puede hablar en público, que no sólo no logra integrarse en su nuevo instituto sino que es atacada y víctima de bromas pesadas al saberse que es lesbiana y está enamorada de  Margarita, una compañera, que niega ese amor. Ella al principio participa en las bromas hasta que empieza a sentir algo por la protagonista.

No se si llegaré a buen puerto con esta novela. Pero me evade del aburrimiento-tedio-frustración del mediodía de la vida, cuando me ronda, salaz y astuto, el diablo meridiano. 

Tomo más notas con el bolígrafo Shaffer que me dejó en herencia mi padre muerto. Dorado y de frío y agradable tacto, corre la tinta sobre aas páginas de unos cuadernos que me chiflan. 

Ah, el stajanovista trabajo en un programa feminista en Torrespaña, «Las gafas moradas», no me ha drenado toda la energía. Estoy exhausta pero feliz mientras escribo «Primer amor». 

Aún no me he desengañado del mágico juego de la escritura, aún no está la batalla perdida, aún tengo ilusiones y tormentas furiosas repicando en mis venas.   

Gracias a Dios. 

Escribir es una gracia, un don, pero, para mí, tiene mucho de traabajo. Recortar, revisar, pensar, captar esa idea aquí y allá, a ratos perdidos, mientras lo mejor de la cabeza se lo lleva el útil-inútil periodismo que practico en Televisión Española. 

Ah, Margarita. Quería vivir en una casa en una montaña contigo a solas y darlo todo por ti como el teniente Glahn en «Pan» de Knut Hamsum. Yo no me disparé al pie, pero me llevé por delante una violación por defenderte. Y ya no pude volver a verte nunca más porque no me soportaba a mí misma ni aquella noche de alcohol, furia e idiotas.   

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«Málaga 82». Capítulo 25

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 25

Fui la primera vez a Inglaterra cuando tenía diez años y aún recuerdo esa sensación de terror, soledad, y a la vez, vértigo al traspasar la frontera. Me acuerdo de pensar que era la más pequeña del grupo, había chicos y chicas de 16, 17 años, y que mis padres no habían ido a despedirme. 

Era julio de 1981, el mes en que se casó Lady Di y Carlos. 

Me abrumó una sensación en cinemascope de ruido ensordecedor en el aeropuerto de Barajas, en Madrid. Los hijos de la burguesía, hijos de la clase media acomodada, que salian a Gran Bretaña a aprender inglés en una España que había cambiado para siempre. 

Habíamos pasado de la Guerra Civil, del hambre y de los bebes que se morían por tuberculosis o por un quiste malhadado en el cuello, de las violaciones, de la taberna donde los hombres gritaban y olían mal, de la siniestra realidad de la posguerra y del hambre a esa salas de facturación, salidas, Aerolineas Argentinas destino Londres, aeropuerto de Gatwick, objetivo: Chesterfield Center, un pueblo donde aprender inglés para aquilatar un futuro y una ventaja competitiva con el resto de españolitos del baby boom. 

Allí me encontré con Carmencita y Ramiro, Ramiro me doy el piro, amigos de la Facultad de mis padres. Yo, sin tener ni puta idea de inglés, con la sombra de mi madre es alargada y un muro triste y opresivo, aprovecha esta oportunidad. 

Experimentaba la carga de las expectativas. Un ardor en el estómago y la sensación de ir a vomitar mientras disimulaba, histérica, borracha de nervios 

Miraba a mi alrededor y sentía unos celos negros de las niñas, la mayoría más mayor que yo, a las que habían ido a despedir sus padres. 

Yo, ahí, dejada de la mano de Dios. A la vez con una fulgurante sentación de libertad, de furioso desapego. Esto me da ganas de llorar, pero una vez que lo pase, echaré de menos a mi padre, no a mi madre. Una fría venganza se fraguaba a fuego lento en mis tripas. 

«Málaga 82». Capítulo 20

sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 20

Me acerqué tambaleando de dolor hasta la playa de La Malagueta, que estaba en frente de dónde yo vivía. Caminé por la arena oscurecida pensando en quitarme la vida. En vez de hacerlo, me senté cerca de la orilla, cuajada de ansiedad, abrí la botella de Larios, bebí, la ginebra quemó mi garganta e hizo nacer un relámpago opulento y caliente en mi estómago.

Me sentía desdichada y sola, tan vulnerable como un bramante tenso que se pudiera romper en cualquier momento. Me mordí los labios y me hizo sangre. La traición de Margarita tenía el sabor metálico y oscuro de mi propia sangre.

Me alivió herirme de esa manera. De alguna manera, aligeraba el sufrimiento de mi cabeza, hinchada como un globo de helio negro, levantaba el peso que me oprimía como una tumba en mi pecho. Me vi a mi misma rompiendo la botella de ginebra y cortándome la parte interior del brazo.

Lo hice.

Era una vía de escape. Me quité la camiseta y limpié los regueros de sangre que corrían por mi brazo hasta mis muñecas.

El murmullo sedante de las olas me arrullaban.

La valquiria negra ha vuelto. Otros te llaman depresión, pero yo te llamo la valquiria negra porque cuando creo que ya me has dejado para siempre, de repente vuelves y te quedas. Me chupas la energía y la vida porque eres un vampiro astuto que sabe esperar su momento.

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