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Málaga 82. Capítulo 66

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 66

Lloro en la cama como si un vampiro me hubiera sorbido el alma y fuera una cáscara vacía. Me agarro a la almohada y cuando siento el ataque de desesperación me aferro a ella y miro la ventana no con ansias de morir sino sólo de acabar con el sufrimiento.

Margarita me ha dejado. Los peores recuerdos de esa terrible noche y de todo lo malo emergen en mi conciencia como tóxicos icebergs negros. Una tumba me oprime el pecho.

Deambulo ciega por la habitación. La luz me hace daño a los ojos. Me da miendo esta antesala de la muerte mientras bebo la oscura leche del firmamento.

Un pozo negro me engulle y miro la ventana. Sin saber cómo tengo una pierna al otro lado del quicio. De repente, mi padre entra en la habitación e impide que me suicide.

Con mi amiga Gabi en un mercado de Lisboa.

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Málaga 82. Capítulo 65

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 65

Estoy muy herida con Margarita. Yo se lo he dado todo y ella me ha hecho unos feos que no me merezco. ¿Qué feos? Pues llamar a Pablo y quedar con él y llevarle en su moto vespino. Y decirme que ella tiene libertad y que es como una marinera que se va de viaje y luego me lo cuenta. Una marinera con un hombre en cada puerta. Estoy dolida. Estoy celosísima. Unos celos que me pican en las venas. Me siento herida, abierta en canal. No me quiere. Nunca me ha querido. Sólo he sido la chica que pagaba las copas y de la que se avergonzaba.

No disfruto del dinero del premio lo que me gustaría. Me siento gorda y fea. Con ella soy una fatibomba: ahora sí, ahora no. Prefiero estar sola que en mala compañía. Así que estoy sola en mi habitación.

-Sal un poco a que te de la luz del sol, que te va a dar raquitismo-dice papá.

Yo bajo la vista. Y no sé que decir. La depre es tan poderosa, tan totalitaria, una dictadora consumada que ejerce su terror de facto.

Me pongo a escribir una novela ‘Málaga 82’ para no tirarme al Mediterráneo. No hay futuro. Estaría mejor muerta. No me gusto. No puedo confiar en nadie. La noche mala vuelve a mi memoria. Tengo ganas de vomitar. Nada va a cambiar nunca. Tengo miedo.

La noche oscura del alma se abate sobre mí.

Nuria con su amiga Carmen en El Llagar de Maíquez, un restaurante asturiano que os recomiendo.

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Málaga 82. Capítulo 64

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 64

Mi habitación es mi único mundo posible. Mi habitación es mi único reino. Mi habitación es el patio de mi recreo. Mi habitación es el mar fértil donde me escapo a soñar, a fantasear, a masturbarme, a dormir la siesta, donde acudo a la cita con los placeres del cuerpo y del alma. Pero también es donde me refugio cuando mi visita el viejo vampiro, Lestat, Nosferatu. Llámalo como quieras.

Estoy tumbada en la cama, con el ánimo deprimido, arrebatada por un vértigo existencial, aplastada por una tumba en el pecho que no permite que germinen sentimientos ni vida. El viejo vampiro ha vuelto a visitarme y, esta vez, quiere quedarse. Un insomnio feroz me acosa. No tengo apetito. No tengo impulso de vida. No tengo ganas de hacer nada. Sólo puedo estar en la cama. Mi madre dice que estoy insufrible pero no es verdad, sólo estoy deprimida.

De repente, el timbrazo del teléfono rasga el ambiente submarino de nuestro piso del Paseo Marítimo. No tengo energía para hablar con nadie. No puedo con mi alma y por dolerme, me duele hasta el aliento.

Mi madre coge el teléfono. Su vozarrón de abogada arrogante, acostumbrada a hablar ante un juez, resuena y rebota en las paredes.

-Sí, dígame.

-Sí. Ahora se pone.

Mi madre grita:

-Sara, Sara, Sara.

No me apetece hablar con nadie ni relacionarme con ningún ser humano pero no tengo ni un ápice de energía para discutir con mi madre. No poseo voluntad.

-Voy, ya voy-digo, con un hilillo de voz. Y pienso: no grites tanto, joder. Tengo una angustia que me muero. Una bola negra se expande en mi cerebro. Un monstruo hambriento y maligno coloniza mi ilusión y mi esperanza, dejando tras de sí un territorio baldío.

-Sara, Sara, Sara. Es para ti-mi madre abre la puerta sin llamar y arruga al morro al verme acostada en la cama.

-Que son las doce de la mañana, hija. No puedes seguir así. Levántate.

Su voz estentórea reverbera en las paredes queaprisionan mi cerebro. Cállate, coño. Me va a estallar la cabeza. Tengo un dolor que me trepana el cráneo. ¿Y si bebo un poco de Calvados? Eso me animará o al menos me sedará. En cuanto, cuelgue el teléfono, voy a la despensa, cojo la botella y me bebo un par de chupitos, eso calmará mi ansiedad.

¿Quién quiere hablar conmigo? Tengo la autoestima por los suelos. Me siento un desecho humano, un despojo que vale menos que cero.

-¿Quién es?

-Alma.

De repente, me animo. Mi profesora favorita me llama y ese hecho me excita.

-Ah, ya voy.

Me levanto de la cama, presa de una aturdida confusión. Me dirijo a la cocina, donde está el auricular verde descolgado, encima de una silla. Abajo en la pared hay una caja de cambios color café con leche,con una palanquita que corta la comunicación con el teléfono del salón del fondo. Temboury, el arquitecto que vendió el piso a mis padres utilizaba ese teléfono para hablar con sus amantes. Así evitaba que lo escuchara su mujer. Hasta que lo pilló.

-Hola-digo, fingiendo buen ánimo. Me alegro mucho al oír la voz de Alma.

-Hola, Sara. ¿Qué tal estás?

-Regular. Gracias. ¿Y tú?

-Genial.

-Me alegro.

-¿Te pasa algo en la voz? ¿Estás bien?

-Estaba leyendo-miento.

-No sé, te noto rara.

-Estoy bien-la voz me delata. Pero no poseo voluntad.

-¿A que no sabes por qué te llamo?

-Ni idea.

-¡Felicidades!

-Ah.

-Has ganado el premio de relatos de Coca Cola.

Mi cerebro está lento y va a pedales. Tengo castrástofe cognitiva. Tarda en procesar una eternidad lo que me acaba de decir Alma. De repente, un recuerdo: mi padre llevándonos en su BX blanco a Antón y a mí al Palacio de Congresos de Torremolinos. Papá está contento de que Alma haya escogido a su hija junto con su amigo Antón de su clase de tercero de BUP para presentarse al concurso final, tras haber seleccionado los relatos que han escrito. Habla por los codos. Antón y yo nos reímos hasta el paroxismo con sus anécdotas, excitados y muertos de miedo. Por fin, vemos el edificio que descuella entre bloques de apartamentos color amarillo pastel con balcones enrejados.

Después de que papá aparque su BX, Antón y yo, temblando como hojas, nos metemos en un inmenso salón de actos donde cientos de chicos y chicas hablan en tono muy alto, creando un ruido alucinante que nos aturde y nos pone nerviosos. Realmente, estamos viviendo esta experiencia. Qué subidón.

Los organizadores nos piden que escribamos un cuento sobre la juventud. Nos reparten hojas y bolígrafos con el membrete de Coca Cola impreso.

-Anda, qué guay. Ni me acordaba

-Estoy orgullosa de ti, Sara.

Me ruborizo. Un soplete expulsa llamaradas en el interior de mis mejillas. Me arden los ojos. Los nervios y la más absoluta euforia me comen por dentro.

-Gracias.

-Eres una escritora.

-No sé-balbuceo con falsa modestia.

Quiero preguntar si hay dinero de por medio. Pero no quiero quedar como una cerda avariciosa delante de Alma, mi amor de profesora de Literatura.

Un subidón de narcótica euforia.

-¿En qué te vas a gastar el dinero del premio?

Disimulo como una perra:

-¿Qué dinero?

-El millón de pesetas.

Una dulce sensación de caída, un desmayo brusco hacia las letárgicas aguas de la oscuridad. 

Nuria, con sus amigas Marga y Georgina.

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Málaga 82. Capítulo 61

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 61

Tenemos un plan de escapada. La vida es increíble porque ambas tenemos un plan de ir de excursión, un plan de evasión de la realidad, un plan de apagar el ruido del mundo. 

Me sentía infeliz en el colegio hasta que dejó de importarme. Me sentía una desgraciada en el colegio hasta que me bastó con mi propia compañía. 

Simpre buscaba tener amigas hasta que conocí a Margarita. 

Dos horas antes, ella apareció subida a lomos de su moto, con su pelo pelirrojo, largo y rizado. Me dio un vuelco el corazón. ¡Menuda pinta chula tiene!

-¿Qué haces, niña?¿Esperas al alguien?

-Sí. A ti. 

-¡Planazo!-dice Margarita, subiendo los brazos en dirección al cielo. 

-Estás loca. 

-Sí, por ti. 

Me embarga una inmensa alegría. Tengo ganas de saltar. Tengo ganas de reir. Tengo ganas de correr. Tengo ganas de gritar de pura euforia. 

Margarita ha cargado la moto con una pequeña tienda de campaña, dos sacos de dormir y una mochilas con bebidas y comida.

-Perita. 

Nos acercamos y nos damos un piquito. Me estremezco con una sensación de reconfortante ternura hacia ella.

-¿Qué le has dicho a tus padres?-me pregunta.

-Que me iba a pasar el finde a casa de mi amiga Mónica. 

-Como los tienes de engañaos.

-No sabes tú bien

Me subo detrás de ella. Le agarro la cintura. Margarita arranca la moto.

Frente al mar, Margarita sale de la carretera nacional. Al rato, se desvía hacia un carretera comarcal. Destino: Maro.

En Maro, una ración de paraíso congelada en el tiempo que está en dirección a Almería, hay pinsapares protegidos, una cala maravillosa, el Mediterráneo, el cielo, un dulce día de junio.  

Margarita y yo corremos por la arena, nos bañamos, nos tumbamos a tomar el sol, andamos por el bosque, fumamos cigarrillos, bebemos cerveza, nos tomamos unos deliciosos bocadillos de filete empanado y huevos duros con sal. Nos abrazamos sobre las toallas y nos besamos olvidándonos del tiempo y el espacio.

Media hora más tarde, Margarita se enfada conmigo porque le digo que quiero escribir por las tardes la semana que viene. Me asusto como una niña. La ira me hace sentir pequeña.

-Ya no quieres estar conmigo-dice.

-Claro que sí-le respondo.

-Pero no nos vemos.

-Tengo que escribir.

-¿Todas las tardes? No nos veremos.

La necesidad de acabar de escribir mi novela se hace punzante. De repente, mi manuscrito es lo más importante, lo cual me hace sentir fatal.

-Es importa para mí. Si no no acabaré mi novela.

Que egoísta y mezquina me parece oirme decir mi novela con esa voz aguda.

-Vale. Pues lo dejamos.

Un punzón de hielo me atraviesa el corazón. No respiro.

-¿Estas de coña?

-Tú qué crees.

-No me puedes tratar así.

-No quiero estar todas las tardes sola.

-¿Todas las tardes?

-Sí.

-Pero es muy loco.

-Si no me haces caso lo dejamos.

Una desazón brutal bulle en mi pecho. No respiro. La ansiedad me late en la base de la garganta.

Nuria con su hijo.

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«Málaga 82». Capítulo 45

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 45

Margarita y yo caminamos por el Paseo de Reding, bordeamos el cementerio inglés, el restaurante Adolfo, los edificios amarillos de los militares, la tienda de regalos La azalea, donde Mónica y yo le hemos comprado meses un collar de regalo a Virginia, la lideresa guapa y lista de la clase que viene de Barcelona, lo que le da mucho caché en la remota y estancada Málaga de los años 80.
Mónica solía llevar unos pantalones Bermuda anchos y demasiado grandes, que se nota de aquí a Lima, ya vé, que son de su madre. Virginia, que es muy abeja reina, le da al pico diciendo que, cuando Mónica se pone ropa de su madre, le queda como un tiro de mierda. Virginia era mi amiga pero, a la vez, me da mucho susto porque sí critica así a Mónica que es más amiga que yo, cómo me pondrá a mí.
Hace tres meses, a la nefanda hora de comer en el apestoso comedor de León XIII, María Ángeles me soltó que Virginia sólo me aceptaba como amiga y salía conmigo porque yo era amiga de Mónica. Aunque yo no la creí porque María Ángeles era un bicho de primera categoría, marca mayor.
Sin embargo, un mes más tarde, cuando Virginia y yo volvíamos del retiro de silencio en los montes de Antequera, con el cura Vicente, que nos daba religión en el León XIII y al que le gustaba frotarse los huevos contra el pico del pupitre mientras nos miraba fijo y nos hablaba quedamente, le dije Virginia que María Ángeles contaba ese cuento pero que yo no me tragaba la bola. Pero, de repente, Virginia se quedó más que callada que una zorra, azorada como una palomita. Enrojeció como una amapola.
Se hizo un silencio cuajado de significado. Y como si me peor enemiga me hubiera tirado un pedrazo en la frente, me di cuenta, con infinito horror, que lo que contaba María Ángeles, por muy puta que fuera, era una verdad como una catedral.
Vaya putada.
Un aimportante verdad de la vida se me reveló mientras andábamos Virginia y yo, en sepulcral silencio, por el Paseo de Sancha. Me sentí violenta y temblorosa como si alguien me hubiese arrebatado la inocencia de pronto, con una cruel bofetada en plena cara.
Zasca.
Qué mal, vieja.
Ese momento fue uno de los más tristes descubrimientos de mi adolescencia. 

Pero ahora ya da igual porque Mónica se ha ido a Madrid y Virginia a Barcelona, y yo me he quedado sin amigas.
Ahora estoy con Margarita y el tiempo y el espacio se han congelado, atrapados en una pegajosa y gigantesca bola de ámbar.

-¿Qué quieres ser de mayor?

-Escritora.

-¿Por qué?

-Porque para mí no hay nada más. Pero tengo que ganarme la vida. Mi madre dice que soy una irresponsable.

-Qué maja tu madre.

-Pero no estoy segura. Estoy hecha un lío. Qué mierda de edad prohibida. 
-Ya vé
-Como el libro que nos mandó Amelia.

-Yo no lo leí. 

-¿Y eso?
-No, sé. Yo creo que soy tonta. 
-Para nada. 
-Se me juntan las letras y es un lío, se me apelotonan como patas de mosca.
Se me estremeció el corazón. Me quedé horrorizada.

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«Málaga 82». Capítulo 42

sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 42

De todas las miserias de la mujer, la peor es saber tanto y, aún así, tener dominio sobre muy poco. 

Soy una chica normal. Pero en un determinado momento, tras un detonante brutal, decido ser la marioneta que mueve mis hilos. 

Sólo se escribir. Y eso es lo que hago. 

Recuerdo la nostalgia y la pérdida de un tiempo remoto de tiempo estancado, el de la adolescencia, que creía que ya había olvidado. 

La vida no es la vida sino lo que recuerdas de ella. 

Tras tantos ejercicios de olvido en esta madurez aburrida y hastiada, en la que me ronda el diablo meridiano, ahora me afano en extraer la savia resinosa de una memoria huidiza. 

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«Málaga 82». Capítulo 39

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 39

Al verme mientras besaba a Paco Pepe, la estrella de balonmano del colegio, María Ángeles puso cara de acabar de ver a E.T. descendido de su nave espacial a la playa de la Malagueta. 

Nos miramos con un duelo alucinado de tensión interna remota y estancada en el tiepo. 

Que pesadilla. 

La miré. Enrojecí. Y el puto libro bajo el brazo. 

-Tenemos a una nueva invitada. 

-¿Quién es la que viene contigo a este percal?-preguntó María Ángeles

-Una amiga-respondió Margarita.  

Vi que estaban las super guays pijas del León XIII, mis némesis, en la moraga. Coño, coño. 

Qué cagada, pensé. Y me sentí fatal. Fuera de lugar en frente a esa hoguera y la rejilla de la barbacoa. Todo el mundo bebía cerveza y sangría. 

Miré a la payasa con cara de orgullo, con una tensión interna que me moría, como una comadreja acorralada. 

-Sara. Maria Ángeles. 

-Es un placer-dijo como si acabara de oler mierda. 

-Igualmente-dije más falsa que un duro sevillano. 

En menudo changuay me había metido yo solita. ¿Quién me manda meterme en esos líos? Era gilipollas. 

Me sentí muy ridícula con el libro de «Crimen y castigo» bajo el brazo. Eso quedaba cero guay. 

Mierda. Tierra trágame. 

No tenía que haber venido. A buenas horas, mangas verdes. 

Eeinstein. ¿Que te esperaba? Una escena romántica como en las películas teen románticas de John Hugues. Pues sí. 

Yo idealizaba demasiado a quien estaba enamorada. Y luego me pegaba la hostia. 

-Venacapacá y tómate un copazo en copa de baloncesto. 

-No. 

-Qué ñoña, vieja-dijo y añadió:   

-Es mi última moraga en esa mierda de colegio. Y para lo que me queda en el convento me cago dentro. 

María Ángeles era border line. Y tenía la gracia por donde amargan las avispas. 

¿Cómo iba a salir yo de esa encerrona? 

-¿Qué llevas bajo el brazo?

-Nada. 

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«Málaga 82». Capítulo 37

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 37

Margarita y yo nos vimos en la playa. Era las fiestas de San Juan, cuando las aguas del Jordán manaban por todos los ríos, por todos los mares, y había hogueras y moragas por todas partes. La orilla estaba llena de gente. La algarabía intoxicaba, con su alegría juvenil, el ambiente. La animación se cuajaba en las llamas crepitantes de los fuegos, en las charlas y risas, en el olor a humo, a cerveza, y a salitre tocados por la gloriosa explosión del verano.  

Ambas habíamos quedado lejos de la Malagueta porque esa playa estaba llena de chusmones ya que paraba el autobús quince justo enfrente. 

Yo estaba en las nubes ,en trance, envuelta en un maravilloso y alterado estado de conciencia. En la acera, en el paseo Maríítimo había mucha gente, con bolsas, con litronas, con vino, con gaseosa para hacer sangría, con salchichas y panceta para la moraga, que es una barbacoa en la playa. 

Yo llevaba una botella del mejor vino que había encontrado en mi casa, un Pesquera, que de extranjis había robado a mis padres. Me sentía muy excitada, caminando a cuarenta metros del suelo.Con mi libro de ‘Crimen y Castigo’ bajo el brazo y un puñado de folios dentrode lamochila para escribir eltrabajo de Literatura a Margarita.

Debía esforzarme en que colara con Alma, no podía escribirlo demasiado bien, pero ya soñaba triunfal en desarrollar todas mis habilidades literarias delante de Margarita, sintiéndome la reina de la mambo, súper guay, a tope, flotando y volando en mi fantasía más loca como un caballo desbocado. 

Era demasiado bueno para ser verdad. 

Calla, aguafiestas.  

Oh, iba a ser tan perita. Qué bonita era la vida. Qué bello era vivir. 

Gracias Fiódor Dostoyesky por dar alas a mi amor. Yo te bendigo allí dónde estés Fiódor, allí, en el Olimpo de los literatos grandes y eternos.   

«Crimen y Castigo», qué novelón. Me escaldó de tal manera, me centrifuga mis tripas y mi cerebro de forma tan brutal que decido que nada me importa en la vida como tarea salvo escribir. 

No me parece tan interesante y absorbente y llena de sentido ninguna otra profesión salvo la de escritora. Ni cámara, ni periodista, ni médico, ni abogado, ni profesora, ni traductora. 

Escribir es mi obsesión. Es lo único que me importa en la vida. 

Escribir es mi vocación, una sensación de llamada muy poderosa que viene de dentro. 

Escribir, escribir, escribir, sino me obsesiono no llegaré a nada. Al menos, con todas mis dudas, con todas mis zozobras, eso lo sé.

Avisto a Margarita en la playa y el corazón me da un vuelco. Aunque, de repente, se me cae el alma a los pies. 

María Ángeles está con ella.  

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«Málaga 82». Capítulo 30

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 30

En las escaleras, huele a calcetines y sudor ácido, niños más pequeños vestidos con la equipación de los abejorros, chándal negro de una tela muy fuerte, que raspa, y camiseta de teflón amarilla fosforescente. Los chicos suben y bajan. Huele a puchero enfermo. El ambiente es opresivo. 

Margarita va en direccion a los baños y yo la persigo. 

-Margarita…

-Déjame en paz, Rojas. 

-Espera…

-Que te vayas te digo… 

-No. 

-Vete a la mierda, Rojas. 

Se encierra en el baño y se pone a llorar de los nervios. 

Yo soy un saco de contradicciones humanas. Varias voces paradójicas cruzan mi cabeza. Vete de allí, gilipollas, la estás molestando. No, espera, quiero ayudarla. 

Afuera estoy yo. 

¿Cómo estás? 

-Perita. 

-Ya lo veo. 

-Vete. 

-Espera, yo puedo ayudarte con el trabajo de «Crimen y Castigo». 

-Vete a cagar. 

-Puedo escribírtelo. 

Se hace un silencio expectante, cuajado de promesas. Estoy tensa como un alambre. De repente, la puerta del baño se abre.  

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«Málaga 82». Capítulo 28

Sinopsis

Málaga 82Sara Rojas es una adolescente que no tiene amigos. La novela relata la historia de Sara y Margarita, alumnas de BUP en la “insignificante” ciudad de Málaga hace cuatro décadas. Margarita es extrovertida, popular y ha estado con innumerables chicos, pero encuentra su vida exasperantemente aburrida. Sara, por el contrario, es tímida y no ha conseguido tener ninguna relación desde que se mudó con su familia a Málaga hace un año. 

Capítulo 28

Tenía la sensación de que le importaba una mierda a mi madre. Bienvenida al club, ja, ja, ja. 

Creía que sólo yo me sentía así. 

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